Para salvar la empresa es necesario mantener la calma y ocuparse de que los empleados tengan buena salud emocional y ayudarles si se detectan signos de depresión o ansiedad.
Amado por unos y odiado por otros, el home office ha dejado todo tipo de experiencias. A pesar de todos los beneficios popularizados, para Isabella la realidad es otra porque aunque ya había trabajado así, estos meses se han convertido en algo insoportable que incluso la hacen dudar en continuar con su trabajo.
“Sí hay beneficios como que no gasto en pasajes o comidas fuera, pero la actividad es muy pesada porque todo el día estoy trabajando, mis jefes piden cosas a todas horas y muchas veces he estado trabajando en la madrugada. No descanso bien y tampoco me queda mucho tiempo ni ganas de hacer otras cosas”, narró la analista contable a El Economista.
Confesó que mucho de lo que le piden, no las hacía antes de la pandemia y respetaban sus horarios, pero ahora dicen que “como estamos en casa tenemos más tiempo”, lo que la estresa y desmotiva.
“No veo cuál es el propósito de seguir haciendo esto. Al comienzo me sentía apasionada por mi carrera pero ahora no le veo el chiste y esta pandemia me ha hecho ver que necesito hacer otras cosas y no estar aprisionada. Ya no soy feliz haciendo esto”, expresó.
Depresión y burnout
Como Isabella, miles de personas están con estrés y presión, e incluso desarrollando otros problemas como depresión, ansiedad y el más común: síndrome de burnout, que de acuerdo a datos del Instituto Mexicano del Seguro Social, al menos 75% de los trabajadores lo sufría antes de la pandemia, superando a países como China (73%) y Estados Unidos (59%).
Adriana Ortiz, psicoanalista de la clínica de psicoterapia y psicoanálisis Polanco, manifestó que por una parte, lo que ha dejado el home office es menor estrés al no estar en el entorno laboral cotidiano y los traslados, pero también ha incrementado el miedo (principalmente por perder el empleo), la carga de trabajo y ha reducido la capacidad de concentración.
“Hay gente que ha estado tan conectada que ha trabajado a altas horas de la noche porque se pierde el control del tiempo, reciben mails muy tarde y por miedo a no perder el empleo, todo lo hacen. Cuando tienes miedo y te enfrentas a cambios en tu vida, se empieza a generar depresión, que se ha presentado con más desde el confinamiento, al igual que la ansiedad”.
Ortiz destacó que los problemas laborales radican en que los propios líderes se enfrentan a ellos, pues enfrentan despidos y recorte de nóminas, entre otros conflictos; sin embargo, para salvar la empresa es necesario mantener la calma y ocuparse de que los empleados tengan buena salud emocional y ayudarles si se detectan signos de depresión o ansiedad.
“Si una persona tiene apatía, no le interesan las cosas que antes le gustaban, llora con frecuencia, tiene trastornos alimenticios o de sueño, se vuelven más irritables y enojados, y dura más de dos semanas, es posible tener depresión moderada”.
Isabella ya ha llorado, se ha enojado y entrado en crisis, aunque ha mejorado gracias a sus perros, “su apoyo incondicional este tiempo”, pero ellos no resuelven todo su problema.
Por ello, Ortiz indicó que si se presenta una situación grave, lo mejor es buscar ayuda profesional. Además de mejor, aumentará la resiliencia y se eliminará la tensión, que también se reflejará en la productividad y relaciones personales.
Relaciones personales rotas
Ortiz indicó que el miedo también ha generado otro problema, especialmente para quienes han tenido que ir a la empresa a trabajar: la hipervigilancia, estar extremadamente alerta a todo. Por ejemplo, si alguien estornuda o tose, se produce mucho miedo y angustia. También surge una obsesión por limpiar todo y no acercarse a lugares, entre otros comportamientos.
Todo esto conduce a una baja productividad y al volver a las instalaciones, desconfianza de los compañeros de trabajo por temor a ser contagiado.
Muestra de ello es lo recabado en el estudio COVID-19: impacto en el comportamiento de los colaboradores por sector, que revela que tras el confinamiento, la dificultad para establecer relaciones interpersonales se ha incrementado en todos los sectores. En el industrial, el porcentaje es de 49% cuando en 2019 solo era de 44%, además que falta de destrezas sociales suma 36% cuando el año pasado el porcentaje era de cero.
En logística es de 48% (39% en 2019) con falta de habilidades de destrezas sociales en 35% (0% en 2019), mientras que en el financiero es de 48% (versus 41% en 2019) y con 27% de dificultad para empatizar con otros (0% en el año pasado).
Por ello, Ortiz resaltó que la tarea de las empresas es atender a los empleados que empiecen a presentar este tipo de señales, lo que podrá hacerse mejor con la implementación de la NOM 035, que antes era visto como un tema más pero que a partir de la crisis debe estar entre las prioridades de la organización.