El método fue puesto a prueba en un laboratorio y mejoró en gran medida la eficacia de un medicamento para tratar esta enfermedad.
Xinhua. Carolyn Bertozzi, profesora de química en la Universidad de Stanford, ha demostrado que la eliminación de ciertos tipos de azúcares que rodean las células del cáncer de mama puede reclutar a un segundo brazo del sistema inmunológico (el sistema inmune innato).
El método, que se describe en un estudio publicado en Actas de la Academia Nacional de Ciencias (Estados Unidos), mejoró en gran medida la eficacia de un fármaco para el cáncer de mama en un laboratorio, lo que abre una nueva vía en la lucha contra esta enfermedad.
"Esta es una nueva dimensión de la terapia inmune", dijo Bertozzi, que cree que podría ser el primero de muchos enfoques terapéuticos que implican a los azúcares que rodean a las células, llamadas glycocalyx. "La gente en este campo está empezando a apreciar que hay muchos nodos diferentes para afectar u obtener una reacción inmune más robusta frente a un tumor, y la glycocalyx parece ser uno de esos nodos."
Los investigadores han sabido por mucho tiempo que si ciertos azúcares están presentes en un tumor, es menos probable que responda bien a las terapias, según un comunicado de prensa de Stanford. Pero nadie sabía lo que el halo de azúcares estaba haciendo, en parte debido a que pocos laboratorios estudian la glycocalyx.
La evidencia ha ido en aumento en cuanto a que un subconjunto de azúcares llamados ácidos siálicos actúan como una señal para que el sistema inmune innato pueda ignorar de otro modo el tumor. Eliminar los azúcares, y tal vez las células inmunitarias innatas, sería más apropiado para reconocer y atacar las células cancerosas, comentó Bertozzi.
Bertozzi y su equipo trabajaron en el laboratorio con células de cáncer de mama que tenían diversas cantidades de una proteína llamada HER2 en la superficie. Las mujeres con tumores que tenían la proteína en niveles altos en general, recibieron una terapia llamada Herceptin, que es un anticuerpo que se une a HER2 y etiqueta a la célula tumoral para su destrucción por parte de las células inmunes innatas, tales como células asesinas naturales (NK) y macrófagos.
Pero Herceptin no siempre funciona, especialmente en los tumores con menos HER2, y si los ácidos siálicos están presentes en la superficie de las células de cáncer, entonces existen menos probabilidades de ser eficaces.
El equipo de Stanford utilizó herramienteas de química que habían creado en trabajos anteriores para fijar lo que es esencialmente una cortadora de césped química en el anticuerpo Herceptin. Una vez que el fármaco se unió a las moléculas de HER2 en las células cancerosas, la cortadora química cortó los ácidos siálicos vecinos.
Con esos azúcares fuera, Herceptin estuvo mucho más propenso a activar las células NK para matar las células cancerosas, especialmente en los casos en que las células tenían menores niveles de HER2 y mayores niveles de azúcares. Todo esto tuvo lugar en un laboratorio, pero Bertozzi tiene la esperanza de que esto podría ser eficaz en las personas.