Descubre por qué la Ruta 666 de EE.UU. es la carretera más misteriosa del mundo
Miércoles, Junio 1, 2016 - 09:03
En 1926 la Agencia Federal de Carreteras y Transporte le asignó rutinariamente el número 666 y la ruta pasó a ser conocida como la Carretera del Diablo.
A simple vista, la ruta que recorre los antiguos territorios entre Utah, Nuevo México, Arizona y Colorado, es una más de tantas carreteras semidesérticas que atraviesan el suroeste de Estados Unidos.
Sin embargo, algunos conductores prefieren rodear y recorrer más kilómetros antes que meterse con su coche en esa larga línea recta de asfalto que durante casi 200 kilómetros transcurre entre lugares deshabitados y enormes rocas.
Y eso es porque el poder de la sugestión viaja más deprisa que cualquier automóvil y la superstición no entiende de consumos de gasolina.
La razón hay que buscarla en la desafortunada numeración de la vía en cuestión. En 1926 la Agencia Federal de Carreteras y Transporte le asignó rutinariamente el número 666 y la ruta pasó a ser conocida como la Carretera del Diablo.
Evidentemente, no pasó mucho tiempo antes de que la máquina de crear leyendas urbanas se pusiera en marcha y se empezara a hablar de accidentes, muertes, desapariciones y todo tipo de espantosas cuitas que acechaban a quienes se atrevían a circular por ella.
Normalmente, la cosa hubiera quedado en una anécdota local si no fuera porque los responsables de tráfico del Estado de Nevada descubrieron que sus estadísticas reflejaban un mayor número de accidentes y muertes de lo habitual.
También los registros de las llamadas a los servicios de auxilio mostraban un alto índice de aviso de averías, por lo que la Ruta 666 fue incluida en la lista de las 20 carreteras más peligrosas de Estados Unidos.
El asunto saltó casi de inmediato a los periódicos locales, de allí a los medios sensacionalistas de tirada nacional y a partir de ahí el fenómeno se volvió imparable.
Tras la correspondiente investigación se llegó a la conclusión de que si la Ruta 666 tenía las estadísticas de accidentes más elevadas, era porque su trazado monótono y aburrido acababa produciendo un efecto soporífero en muchos conductores, elpavimento estaba en mal estado y la prácticamente nula presencia policial invitaba a los excesos con el acelerador.
Por otra parte, las averías eran abundantes porque también muchos eran los vehículos con un mantenimiento deficiente que no aguantaban el castigo de esos 200 kilómetros de un calor asfixiante de día y un frío glacial por la noche.
Pero de nada sirvieron las explicaciones oficiales. Incluso en una época en la que no existían ni Internet ni los vídeos virales, la Ruta 666 se convirtió en una carretera plagada de coches fantasmales sin nadie al volante, animales demoníacos que devoraban a los incautos automovilistas, pálidos espectros que hacían auto-stop y sórdidas historias de canibalismo.
Como suele ser habitual en este tipo de lugares señalados por la leyenda negra y la superstición, la carretera 666 se acabó convirtiendo en un centro de peregrinación para los amantes de lo sobrenatural.
Los buscadores de fantasmas campando a sus anchas por la ruta diabólica se acabaron convirtiendo en un peligro real para el resto de conductores y el robo continuado de las señales de tráfico en las que aparecía la cifra 666 representaba una pequeña fortuna.
Finalmente, la Administración Federal tomó cartas en el asunto y en 2003 decidió reacondicionarla y cambiarle el nombre de Ruta 666 a Ruta 491.
Aunque, trece años después de su nueva denominación oficial, la antigua Ruta 666 sigue siendo un lugar común de las leyendas urbanas e historias locales de terror, ya no es tan popular entre los aficionados a lo misterioso, así que cada vez son más los conductores que circulan por ella con toda normalidad.