Las personas bilingües experimentan con frecuencia un fenómeno llamado cambio de código, por el cual cambian de lengua rápidamente.
Las personas que hablan dos lenguas con fluidez tienen una concepción del tiempo distinta dependiendo la lengua en la que estén considerando la duración de cualquier evento. Ésta fue la conclusión a la que llegaron los lingüistas Panos Athanasopoulos, de la Universidad de Lancaster, y Emanuel Bylund, de la Universidad de Estocolmo.
En un artículo publicado en el Journal of Experimental Psychology, los investigadores encontraron pruebas de la flexibilidad cognitiva que tienen las personas que hablan dos lenguas.
De acuerdo con la publicación, las personas bilingües experimentan con frecuencia un fenómeno llamado cambio de código, por el cual cambian de lengua rápidamente y, en muchas ocasiones, de forma inconsciente. “Hablar diferentes lenguas también implica tener diferentes visiones del mundo, diferentes maneras de organizar todo aquello que nos rodea. Por ejemplo, el tiempo”, refiere el artículo.
El estudio trajo a mi memoria un cuento del escritor estadounidense de ciencia ficción Ted Chiang titulado La historia de tu vida, que fue adaptado a la pantalla grande en el 2016 con el nombre de Arrival (La llegada), en el que varias naves extraterrestres llegan a la Tierra sin motivo aparente, por lo que es necesario establecer comunicación con los seres que viajan en ellas, a quienes se conoce como heptápodos, por las siete piernas que salen de sus cuerpos a manera de tentáculos.
Con el fin de entender el porqué los heptápodos llegaron a la Tierra, se elige a un grupo de lingüistas de todo el mundo que deben descifrar el lenguaje de los alienígenas, lo mismo que a un grupo de científicos cuya tarea es comprender las reglas físicas que rigen el mundo de los heptápodos. Lo primero que los lingüistas notan es que la construcción de las oraciones de los extraterrestres son sumamente complejas, ya que no utilizan palabras como las nuestras, sino símbolos continuos que pueden aglutinarse indefinidamente.
En el caso del estudio de Athanasopoulos y Bylund, los investigadores se dieron cuenta de que los hablantes de sueco e inglés marcan en sus oraciones la duración de un evento al hacer referencia a la distancia física: “un corto descanso”, “una larga boda”. “El paso del tiempo se percibe como la distancia recorrida”, explicaron los autores.
Los hablantes de español y griego, por el contrario, suelen marcar el tiempo haciendo referencia a las cualidades físicas propias de un objeto: “un pequeño descanso”, “una gran boda”. “El paso del tiempo es percibido como el aumento del volumen”, afirma el estudio.Las personas bilingües tienen la capacidad de marcar la duración de un evento de ambas formas, lo que según los investigadores modifica su percepción del tiempo.
En el experimento, los profesores Bylund y Athanasopoulos le pidieron a un grupo de personas bilingües hablantes de sueco y español que estimaran el tiempo que había transcurrido mientras observaban una línea que crecía en una pantalla o el tiempo que tardaba un contenedor en llenarse. Al mismo tiempo, se les preguntó a los participantes con la palabra duración (la palabra en español para duration en inglés) y la palabra tid (la palabra en sueco para indicar duración) el tiempo que tardaba en llenarse los contenedores o cuánto tiempo tardaba en crecer la línea.
Cuando las personas bilingües observaron cómo los contenedores se llenaban y se les preguntó utilizando la palabra en español, los participantes percibieron el tiempo como volumen. Por el contrario, cuando se les cuestionó utilizando la palabra sueca tid, los participantes percibieron el tiempo influenciados por la distancia que las líneas habían recorrido, pero no por cuánto habían llenado los contenedores.
“Al aprender un nuevo idioma, de repente se sintonizan las dimensiones perceptivas de las que no eran conscientes antes. El hecho de que las personas bilingües oscilen entre estas diferentes maneras de estimar el tiempo sin esfuerzo e inconscientemente coincide con un creciente cuerpo de evidencia que demuestra la facilidad con que el lenguaje puede fluir en nuestros sentidos más básicos, incluyendo nuestras emociones, nuestra percepción visual y ahora, nuestro sentido del tiempo”, explicaron los investigadores.
En el cuento de Chiang, los heptápodos además de tener siete extremidades, están conformados por un tronco ceñido por una corona de ojos, por lo que para ellos no existen los conceptos espaciales delante, detrás, a la izquierda o a la derecha, ya que estos seres podían ver en todas direcciones en todo momento, lo que les confería cierta omnipresencia tanto espacial como temporal. Esta idea se explica con mayor eficacia con un fragmento del relato:
“Cuando los antepasados de los humanos y de los heptápodos adquirieron por vez primera la chispa de la conciencia, ambos percibieron el mismo mundo físico, pero analizaron su percepción de manera diferente. Las cosmovisiones que finalmente surgieron fueron el resultado final de esa divergencia. Los humanos habían desarrollado un modo secuencial de conciencia, mientras que los heptápodos habían desarrollado un modo simultáneo de conciencia. Nosotros experimentamos los eventos en un orden y percibimos su relación como causa y efecto. Ellos experimentan todos los acontecimientos a la vez, y perciben un propósito subyacente a todos ellos”.
Para Bylund y Athanasopoulos, el estudio también muestra que las personas bilingües piensan de una manera más flexible, ya que existe evidencia de que el ir y venir de una a otra lengua en un contexto cotidiano incrementa la capacidad de aprendizaje y la posibilidad de hacer varias cosas a la vez.
Aprender varias lenguas quizá sea la única forma de conocer el pasado, el presente y el futuro...