Entre los parlamentarios existe la esperanza que el Mundial pueda fusionar al país de la misma manera que lo hizo la Copa del Mundo de rugby tras el final del apartheid.
Ciudad del Cabo, Sudáfrica. El dividido parlamento sudafricano se mostró unido para respaldar a su selección de fútbol, con la esperanza de que el Mundial que organizan pueda fusionar al país de la misma manera que lo hizo la Copa del Mundo de rugby tras el final del apartheid.
Muchos legisladores vestían la camiseta amarilla de los "Bafana Bafana" en una inusual muestra de unidad entre los partidos políticos, que se produjo durante una sesión especial del parlamento relacionada con el primer Mundial de fútbol realizado en territorio africano.
"Hoy estamos celebrando los frutos de un país democrático y el poder celebrar el importante evento que es la Copa del Mundo 2010, porque se nos ha dado una oportunidad justa", dijo Buthana Komphela, del gobernante Congreso Nacional Africano.
El Gobierno de Sudáfrica, que ha gastado miles de millones de dólares en estadios, aeropuertos, carreteras y conexiones ferroviarias, está ansioso por demostrarle a los escépticos que dudaban de su capacidad para acoger el torneo que estaban equivocados.
Sudáfrica tiene una de las tasas más altas del mundo de criminalidad fuera de una zona de guerra y los críticos han asegurado que su infraestructura era inadecuada para el torneo de un mes de duración.
"Estoy seguro de que la infraestructura que hemos construido nos sitúa en una muy buena posición y le demostrará a aquellas personas que dijeron que nunca tendríamos éxito que estaban equivocados", dijo John Gunda, del opositor partido Demócrata Independiente.
El fútbol, jugado mayormente por la mayoría negra, ha empezado a ganarse el apoyo de algunos sudafricanos blancos, en una reminiscencia de la reconciliación racial que hubo cuando Sudáfrica ganó la Copa del Mundo de rugby en 1995.
En ese momento, el entonces presidente Nelson Mandela se puso una camiseta de rugby, un símbolo para la minoría blanca de Sudáfrica. Sin embargo, las divisiones raciales siguen siendo preocupantes a casi 16 años del final del apartheid.