Por Maribel Ramírez Coronel, Periodista en temas de economía y salud para El Economista.
Hace unos días el Consejo de Salubridad General de México publicó en el Diario Oficial de la Federación (DOF) su actualización de los medicamentos incluidos en el cuadro básico. De estas actualizaciones realizadas periódicamente todo el sector salud está pendiente porque a partir de ahí se sabe cuáles nuevas terapias tienen posibilidades de entrar dentro de la prescripción en el sistema de salud pública.
El ingreso al catálogo del CSG no implica en automático el ingreso o la prescripción de un medicamento en las instituciones públicas de salud, pues tanto IMSS, ISSSTE y demás prestadores de servicios tienen a su vez sus propios cuadros básicos. Aún así, es un paso importante porque si no están en el cuadro básico del CSG no entran al resto del sector público.
Hoy hay asociaciones de pacientes bien capacitadas e informadas y cada vez más organizadas que ahora están al día de estos procesos y marcan el punto sobre las íes cuando detectan algo riesgoso.
Es el caso de los pacientes con VIH que suman ya una larga historia empujando por mejor atención y verdadero cumplimiento del derecho a la salud. En particular, la agrupación Derechohabientes Viviendo con VIH del IMSS (DVVIMSS) encabezada por Luis Adrián Quiroz, viene desde hace rato liderando la lucha por un acceso a tratamiento en tiempo y forma en el propio IMSS, pero también en otras instituciones.
Esta asociación de pacientes de VIH nos comparte su preocupación sobre la última actualización del cuadro básico en el CSG: se incluyó un sustituto terapéutico de un antirretroviral que puede ser contraproducente para los pacientes con VIH.
Se trata de Tenofovir, un antirretroviral de los más básicos entre las combinaciones que integran el arsenal terapéutico para VIH. Es una molécula cuya marca original Truvada es de la farmacéutica estadunidense Gilead Sciences –comercializada en México por Stendhal. Es una terapia que aún goza de exclusividad de venta por protección de patente, y por tanto de precio elevado. En farmacias Truvada se vende a más de 9.000 pesos (US$ 490) la caja con 30 tabletas.
Seguramente el sector público la obtiene a mejor precio por volumen de compra, pero no es de dudarse que en ese esfuerzo por generar ahorros y presionar a las empresas para reducir el precio es que se buscan alternativas más económicas. Así se explicaría la introducción por parte del CSG de un nuevo genérico en la misma clave del medicamento original.
El problema, y es donde está el disgusto y la inconformidad del DVVIMSSType to search ..., es que no se trata de un genérico con la misma fórmula biocomparable respecto del medicamento de referencia. Más bien es un sustituto terapéutico con diferente composición. El CSG está poniendo en la misma clave al Tenofovir Disoproxil Fumarato y al Tenofovir Disoprovil Succinato.
Resulta que las palabras Fumarato y Succinato significan dos composiciones distintas y, conforme los farmacólogos, dichas diferencias no son cualquier cosa; para que el Succinato tenga una absorción equivalente al Fumarato, el paciente requiere una dieta alta en lípidos (grasas) y aparte puede derivar en daño renal. Ello se lo hizo ver la Cofepris a la Secretaría de Salud, específicamente a la comisión negociadora de medicamentos de fuente única, remarcándole el riesgo de que a largo plazo el paciente derive en problemas cardiovasculares. Es decir, literalmente, puede salir más caro el remedio que la enfermedad.
La licitación de este medicamento se ha retrasado, y los pacientes están en vilo pues temen que el sustituto terapéutico les afecte en vez de beneficiarles. Una historia similar hay en torno a Darunavir, un inhibidor de proteasa, cuyo sustituto terapéutico producido por Sandoz y Landsteiner –nos dicen- no tiene los mismos efectos que el original y para el paciente con VIH significa reducirle a su organismo sus opciones de respuesta.