Ambas regiones Centroamérica y la UE han mantenido desde siempre una estrecha relación comercial, donde la UE ha logrado consolidarse en una posición hegemónica.
La Unión Europea (UE) y los gobiernos de Centroamérica ya habían dado el primer paso en mayo de 2010, en Madrid, España, con la firma de un texto básico del Acuerdo de Asociación que ambas regiones habían estado negociando desde hacía tres años atrás. Sin embargo, a la cita en la capital española, le había sobrevenido un largo proceso técnico que había retrasado la firma definitiva del documento.
Dicha espera terminó, finalmente, el pasado 29 de junio cuando durante la XXXIX reunión ordinaria de jefes de Estado y de gobierno de los países miembros del Sistema de Integración Centroamericana (SICA), celebrada en Tegucigalpa, Honduras, los representantes de ambos bloques rubricaron definitivamente el convenio que estará vigente hasta 2013.
Javier Sandomingo, jefe de la delegación de la Unión Europea para Centroamérica y Panamá, expresa: “Ahora se trata de estrechar más los lazos entre las dos regiones, de cambiar radicalmente el modelo de relación entre ambas y de hacer una contribución que esperamos sea significativa a la profundización del proceso de integración en América Central”.
Ambas regiones han mantenido desde siempre una estrecha relación comercial, donde la UE ha logrado consolidarse en una posición hegemónica. Así lo demuestra, por ejemplo, el superávit comercial de 5.200 millones de euros (US$6.400 millones) logrado por dicho bloque en 2010.
A pesar de eso, con el paso del tiempo, el istmo también ha tratado de sacar provecho de la mejor manera posible de la relación. Así, según información del Banco Central de Honduras, en el período comprendido entre 2000 y 2011, las exportaciones de Centroamérica a la Unión Europea se duplicaron.
Dado que el acuerdo firmado contiene un componente de libre comercio como uno de sus pilares esenciales, se proyecta que dicha relación entre bloques se profundice aún más. Algo que, según los especialistas, beneficiará principalmente a la UE, pero que permitirá asimismo a América Central, entre otras cosas, usufructuar cuotas para vender a un mercado de 500 millones de personas, bienes como carne vacuna, arroz, azúcar, textiles, café, banano y ron.
Con todo, esa asimetría ha sido, justamente, uno de los puntos que más han resaltado algunos sectores que ven en el convenio un peligro para los intereses del istmo.
La Organización No Gubernamental Iniciativa Mesoamericana de Comercio, Integración y Desarrollo recalcó en un comunicado: “Europa logró hacer prevalecer sus intereses comerciales por encima de la tradicional colaboración económica hacia la consolidación de la democracia, la gobernabilidad y el desarrollo en Centroamérica (...) América Central obtuvo exiguas cuotas de acceso en productos agrícolas tales como azúcar, textiles, carne y arroz, (mientras que la UE) logró abrir completamente los mercados centroamericanos para una amplia gama de productos agrícolas e industriales de su interés como lácteos, vehículos, medicamentos, maquinarias, etc".
El organismo cuestiona además que, en materia de propiedad intelectual, la UE tendrá importantes concesiones en denominaciones geográficas, patentes y derechos de autor. Mientras que en servicios se le garantizó el acceso pleno en finanzas, transporte y energía.
En contraste a dicha postura, otros creen que, dentro de todo, el acuerdo sí servirá como un dinamizador de las exportaciones centroamericanas. “Será beneficioso para la zona si se privilegia el acceso a todos los productos de la región, sobre todo frutas y vegetales, otros cultivos y algunas manufacturas”, sentencia Medardo Galindo, director de la Federación de Agroexportadores de Honduras (FPX).
De hecho, el empresario hondureño, Jorge Faraj, no duda en confiar que para su país, el referido convenio será una herramienta en extremo útil. “En lo que respecta a Honduras, el Acuerdo será muy favorable por la cantidad de productos que podrá exportarse a Europa, por el impulso que representará para la economía nacional y por la generación de empleo”, sostiene.
Los que muestran una mayor simpatía por el acuerdo subrayan además que el convenio comporta también otras dimensiones que pueden ser de beneficio para el istmo.
“A diferencia del Tratado de Libre Comercio con Estados Unidos, (en este acuerdo) hay contemplados otros elementos no comerciales”, sostiene el economista, Mauricio Reina.
Los elementos de los que habla son el diálogo político y la cooperación para el desarrollo; dos componentes que, a diferencia del libre comercio que entró a regir a partir del momento de la firma, deberán ser aprobados primero por los parlamentos nacionales de todos los países de la UE.
Aún así, en términos de cooperación, el documento contempla ya temas como la mejora de la situación de los pueblos indígenas, justicia y seguridad, protección del medioambiente, la lucha contra el cambio climático, energía y transporte. En cuanto a diálogo político, el acuerdo persigue la promoción de una serie de valores comunes entre las partes como el respeto a los principios democráticos y a los derechos fundamentales.
“Esto es algo que permite imaginar que Europa derramará experiencia sobre el proceso integrador centroamericano, y dependerá mucho de nuestra capacidad para absorber esa experiencia”, afirma el negociador de Tratados Comerciales, Melvin Redondo.
Algunos, como Roberto Panayotti, ex presidente de la Asociación Nacional de Industriales (ANDI) de Honduras, advierten, sin embargo, que para extraer el máximo provecho del tratado, se deberá cumplir con algunos requisitos que los países del istmo aún no tienen resueltos.
“El éxito requeriría de la generación de bienes públicos que hoy son prácticamente inexistentes en el área rural de la región, tales como educación, salud, caminos, carreteras y otros medios para la comunicación comercial”, puntualiza.
A pesar de las reticencias y los desafíos, Sandomingo confía en que luego de la firma, las relaciones de cooperación entre Centroamérica y la UE tendrán un cambio drástico. “El Acuerdo de Asociación supone dar un importante paso adelante y transformar esa relación entre donantes y receptores en una relación en el mismo nivel, entre socios, con el mismo objetivo que es el desarrollo de los pueblos en un lado y en el otro”, finaliza.