El grupo avanza hacia su consolidación, mientras abre las puertas al ingreso de otros países. ¿Debe hacerse en paralelo?
En la reunión de ministros de comercio exterior de los países de la Alianza del Pacífico que tuvo lugar en mayo, la ministra peruana Magali Silva aseguró a los medios que la alianza (que integra al Perú, Chile, México y Colombia) estaba abierta a la entrada de nuevos países y se iban a extender invitaciones a Brasil y Argentina. Sucede que la unión, que nació en 2011, parte de la no exclusión de otros países, y de hecho ya trabaja en la incorporación de Costa Rica y Panamá, que han evidenciado abiertamente su deseo de unirse a la alianza. La adhesión de más países, no obstante, lleva a preguntarse ¿deben sumarse nuevos invitados a la fiesta cuando justo empiezan a sonar los primeros compases?.
A diferencia de otros procesos de integración regionales, la Alianza del Pacífico (AL), que busca la integración comercial y financiera de sus países miembros y una libre movilidad de personas, ya ha dado sus primeros pasos en firme para convertirse en una realidad.
“En términos de integración comercial se está avanzando bastante, y ya se han levantado las barreras arancelarias a una proporción muy importante del comercio entre los países de la Alianza. Ya el 92% de ese comercio fluye sin aranceles”, dice Juan Ruiz, economista jefe para América del Sur del BBVA Research.
Además se está procediendo a la integración financiera, y –explica Ruiz– se han dado pasos para integrar a los mercados bursátiles de los cuatro países en el Mercado Integrado Latinoamericano (MILA). “Se está trabajando en la promoción conjunta del comercio y del turismo entre los países y en compartir sedes diplomáticas y comerciales para facilitar actividades de promoción”, añade Hernán Vallejo, profesor asociado de la Universidad de los Andes, de Colombia.
Tanto Vallejo como Ruiz son proclives a la incorporación en paralelo al avance de nuevos miembros, para el primero siempre y cuando los nuevos países suscriban la filosofía de la alianza en términos de movimiento de bienes, servicios, libre movimiento de capitales y personas. “No veo incompatible que se vaya profundizando la integración entre los países e incorporando nuevos miembros siempre que estos muestren la disposición de adoptar los lineamientos de la alianza”, dice Juan Ruiz.
Para los especialistas tanto Costa Rica como Panamá cumplen con esta premisa. “Ambos países creen en el mercado, están abiertos al mundo, y en ellos el sector privado es bienvenido”, dice César Peñaranda, director ejecutivo del Instituto de Economía y Desarrollo Empresarial (IED) de la Cámara de Comercio de Lima.
No obstante, pese a que los dos países centroamericanos siguen los lineamientos de apertura comercial de la alianza, para Peñaranda a corto plazo no debería incorporarse a ningún país a esta unión hasta que no se consolide la Alianza del Pacífico. “Recién se va a consolidar la alianza hacia el primer semestre de 2015 cuando la normatividad jurídica haga oficial la unión y sea aprobada por los congresos de los cuatro países", dice el economista.
Esta ratificación del acuerdo marco, según Humberto Astete, socio de Impuestos de EY, precisamente permitirá un avance sostenido de todos los acuerdos que se han tomado. Astete, en la línea de Peñaranda, aboga por una primera consolidación inicial antes de dar los siguientes pasos de incorporación de nuevos países.
Además de la aprobación por los congresos, la alianza tiene ante sí multitud de retos para un avance real, entre ellos la estandarización de la ventanilla única de comercio exterior, la armonización de los tratamientos entre los países, o la concreción de las alianzas empresariales entre los países, según Juan Carlos Mathews, director de la Maestría de Negocios Globales de la Universidad del Pacífico.
Alianza atlántica. Desde que ascendió al poder y en su primera comparecencia con los líderes gubernamentales de los países de la Alianza en México, la presidenta chilena, Michelle Bachelet, ha insistido en la importancia de un acercamiento con los países del Mercosur. Pero ¿qué tan factible es que este acercamiento se transforme en una alianza y los países del bloque, especialmente Brasil y Argentina, acepten la invitación para integrar la AP? Para César Peñaranda ninguna, pues se trata de países con lineamientos sobre el mercado diferentes a los de la alianza, que además no están interesados en incorporarse.
Si bien los expertos consultados coinciden en que Costa Rica y Panamá ‘bailan al son’ de la unión, en el caso de los países de Mercosur, para los mismos, los compases son diferentes. “Las economías de la cuenca del Pacífico son economías mucho más abiertas, con mucha más voluntad de reforma y más estables macroeconómicamente, mientras que en el Mercosur algunas economías como Brasil, Argentina y Venezuela están en la línea contraria”, dice al respecto Juan Carlos Martínez Lázaro, director de programas In-Company del IE Business School.
Las diferencias entre ambos bloques para los especialistas son palpables. “Mercosur es una unión aduanera con una orientación en términos de integración con el resto del mundo diferente a la alianza, con países con acuerdos de libre comercio firmados con no más de ocho o nueve países, mientras que los países de la Alianza tienen firmados más de cuarenta cada uno”, dice Juan Ruiz.
Para que se diera una integración de los países del Mercosur con la alianza para Juan Ruiz estos deberían cambiar su política económica para adaptarse a los mecanismos que exige la propia alianza. “Uno de los requisitos para incorporarse es tener un acuerdo de libre comercio firmado con todos los países que forman parte de la alianza. Entonces tienen que dar pasos concretos para mostrar esa filosofía”, dice el ejecutivo. En esta misma línea, el mismo presidente de México, Enrique Peña Nieto, manifestó recientemente que la alianza estaba abierta a otros países, pero matizó que promuevan en libre comercio.
Juan Carlos Martínez Lázaro asegura que sería realmente complicado que Argentina y Venezuela cambiaran su política, aunque Argentina podría hacerlo a partir de un cambio de gobierno el próximo año. “Creo que va a pasar mucho tiempo hasta que Venezuela esté en la misma sintonía política y económica. A Argentina quizás le falte menos”, dice el catedrático.
Martínez Lázaro afirma, no obstante, que sí es factible que se produzcan acuerdos puntuales entre el Mercosur y la Alianza del Pacífico referentes a algún capítulo arancelario o cooperación económica.
“Con los países del Mercosur sería mejor fortalecer los vínculos y la integración entre los dos bloques que conformar uno solo, pues los enfoques de los países miembros son bastante diferentes”, añade, por su parte, Hernán Vallejo, quien asegura que el acercamiento que está habiendo busca identificar áreas de interés común, pero es muy preliminar.
Enfocarse en una anexión de Brasil y Argentina al ‘bloque del Pacífico’ para César Peñaranda haría diluirse a la AP y trabaría el avance. “Si empiezan a incorporar países que en algunas cosas no hablan el mismo idioma restaría y no se avanzaría”, dice el economista, quien recuerda el fracaso de la Comunidad de Naciones, debido precisamente a las marcadas diferencias entre los países.
Avance promisorio. Pese a la insistencia de Michelle Bachelet en que se produzca un acercamiento con sus países vecinos, los especialistas coinciden en que tanto en Chile como en el Perú, Colombia y México existe un claro interés en continuar consolidando la alianza y en que es difícil que esta pierda fuelle.
“Se ve que es un camino de no retorno, que hay una serie de países que tienen una voluntad clarísima de integración y de abrirse al exterior en una región en la que históricamente el grado de apertura comercial fue pequeño”, dice Juan Carlos Martínez Lázaro.
“Yo soy optimista porque veo que son países que en la teoría y la práctica están en la misma línea y están haciendo las mismas cosas, a distintas velocidades, pero lo mismo”, añade Juan Carlos Mathews.
El potencial comercial y económico de esta unión además juega a favor de la Alianza del Pacífico, que ha conseguido en poco tiempo proyectarse internacionalmente. Sucede que las cifras de los cuatro países no dejan a nadie indiferente. Como bloque –explica Humberto Astete– los cuatro serían la octava economía del mundo, pues cuentan con un PIB de más de US$ 2.000 billones, tienen una población de 209 millones y unas expectativas de crecimiento del PIB del 5% a nivel consolidado.
Para Juan Ruiz, la alianza se ha mostrado como una vitrina, una marca en sí misma que dice al mundo: “Somos un club de países con unas políticas económicas ortodoxas y prudentes que apostamos por la integración mundial, y eso nos define”, dice.
Todo apunta a que de una vez por todas una alianza regional no va a quedar como una promesa.