La presidenta brasileña Dilma Rousseff recibió a su par argentina, Cristina Fernández, para una reunión a puertas cerradas en el Palacio de Alvorada, en lo que fue el plato fuerte de una cumbre del Mercosur.
Argentina y Brasil discutieron el viernes su larga lista de problemas comerciales, en un nuevo intento por salvar un desgastado matrimonio que ninguna de las dos grandes economías de Sudamérica puede permitirse perder.
La presidenta brasileña Dilma Rousseff recibió a su par argentina Cristina Fernández para una reunión a puertas cerradas en el Palacio de Alvorada, en lo que fue el plato fuerte de una cumbre de la unión aduanera Mercosur cuyo principal avance fue la firma de un protocolo para la adhesión de Bolivia.
Al término del encuentro de tres horas funcionarios de ambos países elogiaron el contenido del intercambio y las coincidencias alcanzadas entre ambas mandatarias.
"Se acordó aumentar el comercio, diversificarlo, encontrar maneras de favorecer un intercambio comercial más intenso, no solo entre Brasil y Argentina, si no también en la región del Mercosur, América del Sur", dijo el ministro de Relaciones Exteriores brasileño, Antonio Patriota.
Brasil está irritado por las trabas comerciales argentinas que hundieron 21% sus importaciones a ese país los primeros once meses del 2012, haciéndole perder terreno ante los competidores chinos.
Pero trata a Argentina con extrema paciencia para no perder un mercado de US$22.700 millones al sur de su frontera.
Para un creciente número de funcionarios brasileños, los roces con Argentina subrayan la ineficiencia del Mercosur, una unión aduanera lanzada hace 20 años inspirada en la Unión Europea.
"Se ha vuelto algo un poco anacrónico", dijo una fuente oficial del gigante sudamericano que prefirió no ser identificado. El Mercosur, añadió, es más que nunca una conversación entre Argentina y Brasil. Y una conversación por momentos tensa.
Argentina niega estar frenando los productos brasileños. Las importaciones de Brasil cayeron como reflejo de una menor demanda por culpa de la crisis internacional, argumentan sus funcionarios.
"No hay conflictos", dijo un diplomático argentino de alto rango que participó en la cumbre. "El comercio es apenas una pequeña parte de la agenda bilateral".
Todo por el comercio. Cansado de las trabas comerciales, Brasil ha subido recientemente el tono.
"Nuestro mensaje es claro: hoy toda la relación pasa por la cuestión comercial", dijo una fuente del área económica que trabaja en Brasilia.
Y eso incluye el financiamiento del estatal Banco Nacional de Desarrollo brasileño a obras de infraestructura en Argentina.
Pero el ministro de Planeamiento argentino, Julio de Vido, no lució preocupado al dirigirse el viernes a una reunión con su colega brasileño para pedir US$3.000 millones para represas y otros proyectos.
"Todos tenemos problemas todos los días", dijo a Reuters. "Hay que hablarlos, encararlos, discutirlos. A veces la discusión se pone más tensa, pero hay intereses comunes".
Un comunicado emitido al final del encuentro reúne algunas de las preocupaciones de Argentina y Brasil. El texto de diez páginas critica la expansión monetaria de los países desarrollados, que inundó a Brasil de capital y apreció al real, volviendo aún menos competitivas sus exportaciones.
Hubo también espacio para la preocupación de Argentina ante las millonarias demandas de tenedores de bonos impagos que buscan compensación en los tribunales de Estados Unidos.
"Los presidentes (...) reiteraron la necesidad de limitar las acciones de los fondos de situaciones especiales (fondos buitres), con el fin de que el comportamiento de esos agentes especulativos no afecte la obtención de acuerdos entre deudores y acreedores ni coloque en riesgo la estabilidad financiera de los países de la región", señaló el texto sin mayores explicaciones.
Entra Bolivia. El sector privado ha perdido su entusiasmo por el Mercosur, percibido como una iniciativa menos comercial y más política.
Esa visión fue para muchos críticos reforzada el viernes con el inicio del proceso de entrada de Bolivia, otra expansión hacia la izquierda tras la incorporación de Venezuela a mediados de este año.
Los nuevos miembros del Mercosur deberían, en teoría, aumentar el mercado para los productos de Argentina y Brasil, así como las oportunidades de inversión en una región con bestiales necesidades de infraestructura.
Rousseff dijo que el Mercosur era un antídoto contra el contagio de la crisis internacional.
"La permanencia de este escenario global de crisis hace todavía más evidente la importancia de nuestra integración", dijo en un discurso.
El presidente Hugo Chávez se perdió el debut de Venezuela como miembro pleno del bloque y tuvo que seguir los discursos por televisión desde Caracas.
Chávez, que pasó la última semana recibiendo un tratamiento alternativo para las secuelas de un cáncer en Cuba, envió en su lugar al ministro de Energía, Rafael Ramírez.
La cumbre reunió además en Brasilia al presidente uruguayo José Mujica, el boliviano Evo Morales y el ecuatoriano Rafael Correa.
Paraguay, un integrante del Mercosur, está suspendido de este tipo de reuniones tras la destitución sumaria más temprano este año del presidente Fernando Lugo.