En los últimos 25 años el aumento de la productividad ha tenido muchos altibajos —más bajos que altos—, lo que evidencia un deterioro en la diversificación del aparato productivo.
Se aproxima un segundo semestre de transformaciones para la economía, los vientos de la paz enmarcan un nuevo escenario de productividad, desarrollo y crecimiento económico para los años venideros en el país. Queremos ser protagonistas en ese escenario y liderar un trabajo articulado para la construcción de la canasta exportadora del futuro.
En los últimos 25 años el aumento de la productividad ha tenido muchos altibajos —más bajos que altos—, lo que evidencia un deterioro en la diversificación del aparato productivo y, por lo tanto, una concentración de las exportaciones en pocos productos con bajos niveles de sofisticación.
Para elevar la productividad es inaplazable enfocarnos, definir prioridades, hacer apuestas y mantenernos firmes y articulados en los planes de trabajo. Las experiencias lo evidencian, son al menos 10 años de trabajo para alcanzar la transformación económica. El ejemplo del acelerado desarrollo productivo de economías como Corea y Malasia, y tantos otros ejemplos que tenemos, prueban que sólo la priorización productiva y su eficiente planificación y ejecución impactan la estructura de las exportaciones del país en un plazo determinado.
En 1962, el PIB per cápita de Corea era US$103 con una oferta exportadora básica; en 2014, el PIB per cápita alcanzó los US$27.970 y logró un posicionamiento en la electrónica de consumo, industria de automóviles e ingeniería naval, y es referente del desarrollo de tecnologías de punta.
Por su parte, Malasia ha logrado grandes progresos económicos, aumentando el ingreso per cápita, acelerando la expansión del Producto Interno Bruto (PIB) y bajando ostensiblemente el nivel de pobreza.
Aunque el país ha logrado diversificar su canasta de exportación en los últimos años, debido principalmente al impulso de las pequeñas empresas, aún existe un largo camino por recorrer. El país ha concentrado sus exportaciones en pocos productos de bajo valor agregado y bajo nivel de sofisticación que representaron en promedio el 67,5 % del total de ventas externas en los últimos cuatro años. En la medida en que el país logre superar los obstáculos que afectan la productividad de su industria, aumente los estándares de calidad de sus productos y sofistique su producción, crecerá su importancia en el mercado mundial.
Vale la pena destacar que en materia de exportaciones se ha logrado que un número mayor de departamentos exporte. El reto que debemos enfrentar es lograr que estos nuevos departamentos exportadores sigan aumentando su presencia en el mercado externo con más y mejores productos.
La meta de industrializar el país debe convertirse en una ideología nacional, en una práctica cotidiana. La respuesta a cómo aumentar la productividad es un trabajo conjunto y debe estar enmarcada en una cultura empresarial orientada a la productividad, con pactos entre los actores estratégicos en lo regional, nacional e internacional que destinen tiempo, trabajo y recursos para dinamizar la industria.
También generar alianzas con instituciones educativas para enriquecer la oferta de asignaturas, programas y líneas de investigación en productividad, formalizar convenios de cooperación para atraer especialistas y expertos, así como recursos de cofinanciación para implementar proyectos que propicien incrementos en los sectores priorizados.
Construir la priorización debe ser un proceso incluyente, requiere compromiso, cooperación, responder a las líneas estratégicas de articulación entre las prioridades nacionales y las regionales, pero sobre todo responder a criterios técnicos que garanticen una diversificación inteligente y productiva de cada región.
Debemos trabajar con la información adecuada y sana, es decir, las mejores fuentes de datos estadísticas, las metodologías robustas que tantos especialistas han facilitado, la experiencia cualitativa de empresarios y gobiernos para que las conclusiones estén libres de sesgos.
El fin es una Colombia moderna con capacidades productivas como efecto de nuevos conocimientos y tecnologías, inserta en cadenas globales, con valor agregado en su producción y oferta, compitiendo de tú a tú con los mejores y atendiendo con calidad los requerimientos del mercado internacional. La Colombia moderna tendrá un componente fundamental con los beneficios de la paz, con el desarrollo de las regiones y una dinámica económica integrada e incluyente.