A diferencia de sus vecinos, Colombia recién solidifica sus negocios con Oriente. El desafío es dejar atrás una imagen conflictiva, fortalecer confianzas y mejorar estándares, con miras a integrar APEC.
Es sábado en la mañana en el norte de Bogotá. Un grupo de empresarios colombianos escuchan anhelantes las recomendaciones del consultor Andrés Muñoz, presidente de Asia Investment Group, organización colombiana que asesora transacciones con los países de Oriente.
“Si tiene maleta o ropa vieja llévela para botarla allá y comprarla de mejores marcas y más barato. No olvide la cámara porque los aparatos electrónicos son más caros. No hay que llevar corbata, pero sea muy puntual. Y principalmente, lleve un pequeño presente alusivo a Colombia porque los chinos lo van a recordar”, recomienda Muñoz.
En otro lado de la ciudad, Iván Nivia prepara su primer viaje a Hong Kong. El objetivo es ampliar su portafolio, tras 18 meses como exportador de cuero azul a la industria china de calzado, con ventas en los últimos tres meses por US$ 600.000. “Lo que exporto es muy poquito para lo que necesitan”, opina el empresario, consciente del importante potencial de crecimiento que se abre ante el país.
Siguiendo el ejemplo de vecinos como Brasil, Chile y Perú, Colombia mira a Oriente y busca recuperar el tiempo perdido. Según el Departamento Nacional de Estadística de Colombia (DANE), desde enero a diciembre del año pasado las compras a China tuvieron un crecimiento del 49,3%, con cifras CIF de US$ 8.176 millones; las de Japón, 24,3% al alcanzar US$ 1.438 millones y las de la República de Corea, un 31,2% con US$ 1.234 millones.
Actualmente, del total de importaciones realizadas por Colombia, un 15% son originarias de China, Japón y Corea. De estos países Colombia adquirió principalmente vehículos, maquinaria y manufacturas de hierro y acero. De China específicamente tuvo un especial peso la compra de aparatos y materiales eléctricos que conforman una cuarta parte del total según la Cámara de Comercio e Integración Colombo China.
La quinta economía de Latinoamérica, según el Banco Mundial, Colombia comienza a solidificar confianzas, tras años de conflictos políticos y una imagen de peligro e inestabilidad marcada a fuego por las FARC y el narcotráfico. Los números fueron positivos durante la última década, pasando de los US$ 12.330 millones en exportaciones en 2001 a US$ 56.954 millones en 2011, según cifras de DANE. Ahora es el turno de apuntar a Oriente.
Más allá de los tratados. Aunque los bajos precios tientan a los latinoamericanos a comprar en China, algunos como Iván Nivia apuestan a llevar sus productos a Oriente. Un reto para Colombia en medio de sus balanzas comerciales deficitarias.
A diferencia de las importaciones, que ya muestran cifras importantes, sólo el 3,8% del total de las exportaciones colombianas, entre enero y septiembre de 2011, fueron a Oriente. De todos modos el crecimiento da buenas señales. En cifras FOB, se trata de US$ 1.666.570 millones a China, con un crecimiento de 23,4%; a Japón, US$ 447.339 millones, 20,2% más que 2010; mientras que con Corea se redujeron en un 13,3% al alcanzar US$ 223.864 millones.
El gran peso de las ventas a China son los combustibles y aceites minerales con un 72%. En contraste, el 67,6% de las ventas a Japón fue de café, té, yerba mate y especias, rubro que también lideró las ventas a Corea con un 31,8%. En ambos casos el segundo rubro en exportaciones fue de combustibles y aceites minerales.
Germán Noa, profesor de la Cátedra Asia Pacífico de la Universidad Nacional de Colombia, es poco optimista en torno a los nuevos negocios colombianos en Asia, aun con los TLC que se esperan con Corea y Japón. En su criterio no apuntan a generar dinámicas de diversificación en las ventas externas.
“Colombia debe aprovechar su posición geográfica y verse como un punto para importar una serie de bienes, ojala para ser terminados en nuestro país y venderlos en América Latina. Pero antes tiene que reformar el sistema de formación para contar con una fuerza de trabajo que lo haga posible”, comenta el académico de un problema generalizado en América Latina.
Sin desconocer el predominio de los commodities, para Andrés Muñoz hay espacio en diferentes categorías de productos. Y aunque China “es el más caliente”, considera interesantes mercados “como Indonesia, Malasia, Singapur e India”. En este último país hay grandes oportunidades en los servicios de recolección de basuras, como la que ha aprovechado la empresa colombiana Fenalca, operando el servicio en una zona de la ciudad de Chennai, en el sur de India.
Las claves en estos destinos para cualquier producto son el valor agregado y especialmente el diseño, considerando que los chinos son grandes imitadores pero no creadores. “No hay espacio para productos terminados dirigidos a la clase media, pero sí para los que sean exclusivos en el mercado de lujo. Las chinas no quieren ponerse el vestido de baño barato, sino de una diseñadora”, explica Muñoz.
Un café en la APEC. Considerando su gran población y las limitaciones en tierras cultivables, los alimentos constituyen otro de los sectores para exportar a Oriente, siempre y cuando se disponga de cantidades suficientes para sostener envíos constantes, uno de los retos a superar por Colombia.
Dentro de este escenario el producto insignia colombiano, el café, intenta abrirse espacio en China y replicar el éxito que ha tenido en Japón, en donde es el segundo proveedor de esta bebida.
Pero en la conquista de Asia Pacífico el gobierno colombiano tiene vecinos de quienes aprender y contar con apoyo mutuo. Por eso busca aunar esfuerzos con Chile, Perú y México a través de la Alianza del Pacífico, constituida en 2011 para entrar en bloque con una presencia fuerte y complementaria.
“Según el Banco Mundial, Corea del Sur, Japón y China son opciones muy rentables para América Latina y, aunque son economías de acceso restringido y parsimonioso, son múltiples las opciones de negocio que ofrecen”, afirma María Claudia Lacouture, presidenta del organismo de promoción colombiano Proexport.
Para el profesor Noa, la alianza AP es una puerta para que Colombia logre su vinculación al Foro de Cooperación Económica Asia Pacífico (APEC), cuando esta organización levante la moratoria para admitir nuevos miembros. Esto claramente potenciaría la presencia del país en esa región, considerando que sus 21 miembros representan el 46 % del comercio global. De Latinoamérica ingresaron a la APEC sólo tres países: México en 1993, Chile en 1994 y Perú en 1998.
Sin embargo, para aspirar a estos desafíos falta afinar importantes detalles como las normas fitosanitarias o cómo comportarse en una cultura tan variada como desconocida. “No se angustie si en una comida de trabajo lo último de lo que se habla es de negocios. Los chinos quieren saber primero quién es usted, de dónde viene, para ellos es muy importante saber con quién tratan. Si hablan duro no están bravos, se expresan así”, concluye Muñoz frente a los empresarios de Bogotá.