Muchos de los que dependen del comercio en Nuevo Laredo temen que las políticas propuestas por Trump podrían amenazar el futuro económico de la ciudad y esperan que la candidata demócrata Hillary Clinton gane las elecciones del 8 de noviembre.
Nuevo Laredo, México. El árido terreno de Glafiro Montemayor cerca de la frontera con Estados Unidos no es mucho, pero espera transformarlo en pocos años construyendo un puente a través del Río Grande, con la mira puesta en el millonario comercio entre México y Estados Unidos.
Montemayor se ríe de la promesa del candidato republicano estadounidense Donald Trump de construir un muro entre ambos países y su amenaza de acabar con el Tratado de Libre Comercio de América del Norte (TLCAN), un acuerdo que ha sido beneficioso para la ciudad de Nuevo Laredo.
Heredero de una familia de agentes de aduana, Montemayor cree que los puentes fronterizos de Nuevo Laredo están al límite de su capacidad y quiere construir uno nuevo en sus tierras llenas de mezquite, un árbol de la zona, que eventualmente podría convertirse en una zona binacional de libre comercio, atrayendo empleos e inversiones.
Trump "quiere construir muros, y la relación binacional requiere construir puentes", dijo Montemayor en su oficina con aire acondicionado y rodeado de trofeos de caza.
Muchos de los que dependen del comercio en Nuevo Laredo temen que las políticas propuestas por Trump podrían amenazar el futuro económico de la ciudad y esperan que la candidata demócrata Hillary Clinton gane las elecciones del 8 de noviembre.
Sin embargo, algunos temen que Clinton, quien era primera dama cuando su esposo Bill firmó el Tratado de Libre Comercio de América del Norte (TLCAN) en 1993, pueda haber absorbido algunas de las propuestas anticomercio que defienden Trump y su rival en la campaña primaria demócrata, Bernie Sanders.
En particular, les preocupa su cambio de opinión sobre el Acuerdo Transpacífico de Cooperación Económica (TPP, por sus siglas en inglés), que se considera un motor clave para el crecimiento futuro de la ciudad.
Capital comercial. Más de US$1.500 millones se comercializan cada día a través de la frontera entre México y Estados Unidos, y pocos lugares dependen más de ese intercambio que Nuevo Laredo, una agitada ciudad fronteriza del noreste de México llena de obreros y camioneros, pero también de narcotraficantes.
Cada día, una kilométrica línea de camiones espera del lado mexicano en camino a Texas con todo tipo de cargamento, desde tomates hasta refrigeradores a través del Puente del Comercio Mundial. Autopartes, productos agrícolas y plásticos vienen en sentido contrario.
Al menos el 40% del comercio bilateral cruza a través de este puente y casi el 20 por ciento del impuesto sobre el valor agregado anual de México, unos US$5.000 millones, se recaudan de los 12.500 camiones que atraviesan la frontera cada día, según datos de la autoridad del puente.
Este puente es ahora el segundo puerto más lucrativo de Estados Unidos después de Long Beach, en Los Ángeles.
En una visita al lugar es fácil entender por qué los cárteles de la droga mexicanos han librado cruentas batallas por el control del cruce de Nuevo Laredo, convirtiendo a la ciudad en un semillero de sicarios adolescentes.
De los 6.500 camiones que ingresan a Estados Unidos cada día, los funcionarios sólo pueden revisar 1.000 de ellos como mucho. La droga se mueve hacia el norte rumbo a Estados Unidos y las armas y el efectivo fluyen fácilmente hacia el sur.
La ilegalidad ha sido un estilo de vida aquí. El ex jefe del sanguinario cártel de los Zetas, Miguel Angel "el Z-40" Treviño, nació en Nuevo Laredo, y Edgar "La Barbie" Valdez, un antiguo socio del famoso capo Joaquín "El Chapo" Guzmán, nació en Laredo, Texas.
Frontera segura. Desde los atentados del 11 de septiembre del 2001, cuando Estados Unidos endureció sus fronteras, la comunidad empresarial de Nuevo Laredo tuvo que aprender que la seguridad era la principal preocupación de su vecino del norte.
"Esos días fueron gravísimos. Se cerraron casi casi las fronteras", dijo Carlos Martínez, un agente de aduanas, presentador de radio y académico.
Sin embargo, como resultado de estas preocupaciones, dijo que las prácticas comerciales mejoraron, con el desarrollo de programas eficientes como el Free and Secure Trade (FAST) un sistema que permite a los importadores acreditados transitar rápidamente a través de la frontera.
Desde entonces, la tendencia a lo largo de la frontera ha sido de una mayor integración y eficiencia, dijo Martínez.
Por ejemplo, a partir del 2015, el puente Cross Border Xpress permite a los viajeros cruzar rápido desde el aeropuerto de Tijuana a San Diego. Ese mismo año se inauguró el primer puente ferroviario entre México y Estados Unidos en más de un siglo.
Por lo tanto, independientemente de las campañas políticas estadounidenses, algunos aquí creen que quien gane la elección tendrá que proteger el comercio bilateral.
Sean Doherty, quien trabajó por 35 años en la Oficina de Aduanas y Protección Fronteriza estadounidense, participó en el desarrollo de la Asociación Aduana-Comercio Contra el Terrorismo (C-TPAT), un programa con más de 11.000 empresas inscritas que ayuda a acelerar el comercio transfronterizo seguro.
"Yo creo que (Trump) tendría un montón de gente quejándose si trata de disolver este tipo de programas", dijo Doherty.
"Una gran parte de su retórica es sólo eso, retórica. Y si sucede que gana, creo que muchas de las cosas que él está proponiendo se irán a tierra", añadió.
Alfredo Espinoza, que dirige el fideicomiso del Puente del Comercio Mundial, tiene menos confianza y siente que una era más proteccionista es inminente.
"Sentimos que Trump no va a ganar", dijo, en su oficina con vista a una interminable línea de camiones. "Sin embargo, Hillary va a cuidar mucho a Estados Unidos, no va a abrir el mercado de Estados Unidos, va a protegerlo", agregó.