El catalizador sería Petrobras, la petrolera estatal brasileña de capital abierto en cuyo modelo de negocios Peña Nieto quiere inspirarse para modernizar la mexicana Pemex.
Sao Paulo. La presidenta brasileña, Dilma Rousseff, tiene previsto visitar México a comienzos del 2013, dijo una fuente del gobierno, aprovechando su buena sintonía con el nuevo mandatario Enrique Peña Nieto para relanzar la deteriorada relación entre las dos mayores economías de América Latina.
Y el catalizador sería Petrobras, la petrolera estatal brasileña de capital abierto en cuyo modelo de negocios Peña Nieto quiere inspirarse para modernizar la mexicana Pemex.
Ejecutivos de Pemex volarán a Brasil para conocer Petrobras, dijo a Reuters un funcionario de alto rango, el primer paso de una colaboración discutida en septiembre durante una visita de Peña Nieto a Brasilia antes de asumir el poder.
"Peña Nieto causó muy buena impresión en Brasilia", dijo la fuente cercana a Rousseff, que habló a condición de no ser identificada. "La presidenta va a México a comienzos del 2013, probablemente en marzo", añadió.
El viaje de Rousseff puede oxigenar la relación de altibajos entre las potencias latinoamericanas, que se enfrió a comienzos del 2012 cuando Brasil impuso cuotas a las importaciones de autos mexicanos para intentar contener su déficit en el comercio bilateral.
Profundizar la relación con México resulta más atractivo en momentos en que Brasil intenta acelerar un crecimiento económico que rondaría apenas un 1% en el 2012 y ve deteriorarse su relación comercial con Argentina, el principal mercado para sus manufacturas.
Brasil está bajando el tono de su proteccionismo con México. En privado, funcionarios de la administración Rousseff reconocen estar dispuestos a discutir una ampliación de las cuotas de los autos, como adelantó Reuters en septiembre.
Pero el gesto obedece también a razones prácticas. Los cupos no lograron contener el déficit comercial con México, que batió un récord de US$1.785 millones en los primeros 10 meses del 2012 empujado por la voraz demanda de vehículos caros como el Ford Fusion mexicano de la presidenta Rousseff.
El gobierno brasileño es presionado por las montadoras de automóviles que en apenas siete meses agotaron sus cuotas para el primer año y continúan importando con una sobrecarga fiscal del 35%.
El Ministerio de Comercio Exterior en Brasilia dijo que aún no recibió instrucciones precisas sobre la agenda de la visita a México. Pero fuentes del área económica adelantaron que necesitan sólo unos 20 días para preparar un programa de negociaciones.
Aunque el viaje de Rousseff estará cargado de simbolismo, podría no ser suficiente.
La suspensión del acuerdo de libre comercio de autos este año aumentó la desconfianza entre los empresarios mexicanos, que perciben a Brasil como un país demasiado cerrado.
"Yo creo que es sensato tener cierto nivel de escepticismo", dijo el consultor Luis de la Calle, un ex negociador mexicano del Tratado de Libre Comercio con Estados Unidos y Canadá.
"La empatía es importante porque sin ella es muy difícil avanzar. Pero al final del día todo se resume a intereses y lo que le conviene tanto a Brasil como a México es una relación comercial mucho más abierta", añadió.
Eduardo Ragasol, el presidente de los empresarios mexicanos en Brasil, sostuvo que la relación de Rousseff y Peña Nieto está llena de guiños mutuos, como la aprobación este mes en tiempo récord de la nueva embajadora mexicana en Brasil.
"Ha habido varias señales positivas sobre un relanzamiento de la relación", dijo. "Pero aún falta tiempo para saber cuánto de esto se va a materializar en inversiones concretas", agregó.
Las empresas mexicanas han sido hasta ahora más agresivas. Millones de brasileños usan celulares Claro y ven televisión en el servicio de cable NET del magnate Carlos Slim, desayunan con pan Bimbo y beben refrescos embotellados por Femsa, todos negocios mexicanos.
Las inversiones brasileñas han sido más tímidas, pero deben dar un salto a partir del 2015 cuando Braskem empiece a construir un complejo petroquímico de unos US$3.200 millones en el estado de Veracruz.
Y aunque el comercio bilateral debe continuar creciendo por inercia, los analistas dicen que para dar un salto cuantitativo será necesario algún tipo de acuerdo. Ante la complejidad de una negociación, la cooperación entre Petrobras y Pemex aparece como un primer paso accesible.
Un portavoz de Petrobras en Río de Janeiro no quiso comentar sobre los planes de colaboración. Pero Peña Nieto dijo la semana pasada a Reuters que buscaría asociaciones estratégicas con privados al estilo de la petrolera brasileña.
El puente ya está tendido: el nuevo director general de Pemex, Emilio Lozoya, fue uno de los asesores que acompañó a Peña Nieto durante su reunión con Rousseff en septiembre.