Wilbur Ross dijo que esas industrias podrían calificar para una protección bajo la Sección 232 de la Ley de Expansión Comercial de 1962, que permite al presidente imponer restricciones a las importaciones por razones de seguridad nacional y fue utilizada para lanzar una investigación sobre los envíos de acero.
El gobierno de Estados Unidos podría emprender acciones comerciales para proteger a las industrias locales de semiconductores, construcción naval y aluminio citando preocupaciones de seguridad nacional, dijo este martes el secretario de Comercio Wilbur Ross en una entrevista con el Wall Street Journal.
Ross dijo que esas industrias podrían calificar para una protección bajo la Sección 232 de la Ley de Expansión Comercial de 1962, que permite al presidente imponer restricciones a las importaciones por razones de seguridad nacional y fue utilizada para lanzar una investigación sobre los envíos de acero.
La semana pasada, el presidente de Estados Unidos, Donald Trump, lanzó una investigación comercial sobre China y otros países que exportan acero barato al mercado estadounidense, lo que elevó la posibilidad de nuevos aranceles.
Ross dijo que la renegociación del Tratado de Libre Comercio de América del Norte (TLCAN) debería estar terminada para fines del 2017, informó el diario.
Ross dijo al diario que si las discusiones con México y Canadá se extienden más allá de diciembre, sería difícil conseguir que el pacto sea ratificado por México, que celebrará su elección presidencial en julio del 2018.
Ross dijo que el gobierno de Trump está considerando reiniciar las negociaciones sobre acuerdos bilaterales con la Unión Europea y China que su predecesor, Barack Obama, comenzó pero nunca terminó, dijo el diario, y agregó que Washington podría reabrir un acuerdo bilateral con Corea del Sur.
Ross también dijo que el Gobierno de Trump podría interceder para ayudar a Westinghouse Electric Co, la unidad estadounidense de Toshiba Corp que se declaró en bancarrota el mes pasado.
La compañía se declaró en quiebra después de que incurrió en miles de millones de dólares en sobrecostos en la construcción de cuatro reactores nucleares en el sudeste de Estados Unidos. La quiebra puso en duda el futuro de las primeras nuevas centrales nucleares estadounidenses en tres décadas.