Desde hace años, México tiene un superávit en su comercio con Estados Unidos. Pero otros factores hablan de una marcada dependencia. Con la llegada de Donald Trump a la Casa Blanca, se habla de renegociar el TLCAN.
"México es el segundo destino de las exportaciones estadounidenses. Sin considerar al Reino Unido, que pronto dejará de ser parte de la Unión Europea, México le compra más a los Estados Unidos que todos los países europeos en su conjunto. Y también le compra más a los Estados Unidos que lo que le compran, en su conjunto, los llamados BRICS, Brasil, Rusia, India, China y Sudáfrica juntos”.
Esa es la visión oficial que el gobierno de México, en voz del presidente Enrique Peña Nieto, tiene acerca del intercambio comercial entre ambos países, y que el mandatario manifestó a un grupo de directivos de medios de comunicación el pasado 16 de noviembre.
Acaso pensando en posibles medidas proteccionistas por parte del próximo gobierno en Washington, encabezado por Donald Trump, Peña Nieto habló también sobre la importancia que México tiene para la economía estadounidense: "Más de 6 millones de empleos en Estados Unidos, se estima, dependen directamente de la relación comercial con México”, dijo el presidente mexicano.
Las cifras, en todo caso, hablan de una relación intensa. La balanza comercial bilateral registra superávits continuos a favor de México, sobre todo desde la entrada en vigor del Tratado de Libre Comercio de América del Norte (TLCAN), en 1994.
La curva es ascendente, aparentemente a favor de México, a lo largo de casi todo el período que va desde 1994 a 2014. La excepción son los años marcados por el momento más extremo de la crisis económica mundial, de 2007 a 2010.
Los principales productos mexicanos de exportación a Estados Unidos son automóviles y demás vehículos automotores, partes y accesorios para vehículos, equipos eléctricos y sus refacciones, maquinaria, y petróleo y sus derivados (datos de 2015).
En cuanto a las exportaciones estadounidenses hacia México, consisten principalmente en equipos electrónicos y sus refacciones, maquinaria, vehículos y autopartes, y productos derivados del petróleo.
Intensidad sin equilibrio
Sin embargo, hay otras cifras que hablan de una marcada asimetría comercial. Estados Unidos es, y por mucho, el principal comprador de exportaciones mexicanas (ver gráfico). La proporción, que ronda el 80 por ciento, habla incluso de una marcada dependencia.
"El consumidor estadounidense es imprescindible en la economía mexicana, pero el productor mexicano, por más que quisiéramos que no lo fuera, es fácilmente reemplazable para Estados Unidos”, escribió recientemente el especialista Juan María Naveja Diebold en el diario mexicano Milenio.
Académicos como el Dr. Arturo Ortiz Wadgymar, del prestigioso Instituto de Investigaciones Económicas de la Universidad Nacional Autónoma de México, consideran incluso que el superávit comercial sostenido de México con respecto a Estados Unidos es una "trampa estadística”. Ortiz Wadgymar afirma a DW que en el presunto balance favorable "no se trata de exportaciones estrictamente mexicanas sino norteamericanas ensambladas en México con componentes del exterior. Además no cubren impuestos de importación ni de exportación los insumos debido a que están en el sistema de empresas IMMEX ( Industria Mexicana Maquiladora de Exportación). Sólo por eso se les devuelve el IVA.” En otras palabras, la ganancia por operación es mínima, afirma el especialista.
La posible renegociación del TLCAN
Funcionarios y economistas suelen citar el superávit comercial para hacer apología de los beneficios que el TLCAN supuestamente llevó a México pero "lo que soslayan es que en igual proporción o mayor crecieron las importaciones”, sostiene el académico.
Como quiera que sea, esta intensa relación comercial podría remecerse pronto. Desde ambos lados de la frontera mexicano-estadounidense se habla de renegociar el TLCAN, lo cual equivaldría a remodelar el intercambio de bienes, productos y servicios entre ambos países.
Una renegociación del TLCAN podría ser una oportunidad para México, afirma Ortiz Wadgymar: "Se le exigiría a Estados Unidos reciprocidad. El más beneficiado sería México, aunque una minoría de empresarios y la clase política mexicana que tienen negocios derivados del TLCAN se verían perjudicados en sus utilidades." México podría reiniciar su industrialización con miras al mercado interno, dice. Pero en opinión del académico, al final "las cosas se van a quedar igual por presión de los empresarios y de la clase política, asi como del FMI."
El gobierno de México, en voz de la subsecretaria de Economía María del Rocío Ruiz, afirma estar preparado. Si al otro lado de la mesa habrá interlocutor, es cosa que decidirá el nuevo presidente estadounidense, Donald J. Trump.