La conversión de China en el nuevo milagro asiático y en uno de los principales motores de la economía mundial, se explica en gran medida porque la potencia asiática ha impulsado fuertemente un modelo de producción y exportación de productos manufacturados.
Universia Knowledge Wharton. El imparable crecimiento económico de China en las últimas dos décadas y su voraz apetito de materias primas, han convertido a Latinoamérica en uno de sus destinos preferidos para abastecerse y donde dirigir sus inversiones. La reciente confirmación de que China se ha convertido, tras EE.UU., en la segunda potencia mundial por tamaño de su PIB, superando a Japón, coincide con el interés mostrado por el gigante asiático de hacer realidad el viejo sueño de Colombia de competir con el canal de Panamá, mediante la construcción de un ferrocarril que uniría las costas colombianas del Atlántico y del Pacífico.
Este proyecto, aún sin materializar, es un buen ejemplo del creciente interés que tiene China en el continente. Sólo en 2010, las inversiones chinas en Latinoamérica en sectores como el petróleo, la siderurgia, las telecomunicaciones o la automoción, centradas con especial intensidad en Argentina, Brasil, Perú, Chile y México, sumaron US$30.000 millones, una cantidad que supera a toda la acumulada hasta ese año.
¿Pero cómo se ha llegado a este punto? La conversión de China en el nuevo milagro asiático y en uno de los principales motores de la economía mundial, se explica en gran medida porque la potencia asiática ha impulsado fuertemente un modelo de producción y exportación de productos manufacturados, comenta Alejandro Micco, profesor del Departamento de Economía de la Universidad de Chile, entre los que destacan dispositivos tecnológicos y de telecomunicaciones de última generación, electrodomésticos, automóviles, motocicletas y maquinaria para industria, entre otros. “En la década del 70 fue Japón quien jugó el rol que hoy está cumpliendo China, después Corea desplazó a Japón, y ahora China le ha quitado el cetro a Corea”, describe.
Sin embargo, el paso clave dado por China para conquistar la bonanza económica tuvo lugar en 2001, cuando la nación asiática entró a formar parte de la OMC (Organización Mundial de Comercio), afirma Daniel Morales, Analista Macroeconómico de APOYO Consultoría, empresa peruana que brinda asesoría financiera y de negocios. “Esta iniciativa permitió al gigante asiático aprovechar a Latinoamérica como destino de sus productos manufacturados y como importante fuente de provisión de materias primas”, dice, agregando que en el período además China emprendió una serie de medidas de apertura comercial con la región, reduciendo su arancel promedio desde casi un 20% en 2000 a 10% en 2009.
El resultado es que, hoy en día, China es uno de los principales socios comerciales de Perú, Chile, Brasil, Argentina, Uruguay, entre otros países de la región, detalla Morales, algo que éstos últimos también han sabido aprovechar para exportar un gran volumen de commodities (cobre, hierro, estaño, zinc, petróleo y soya, entre otros productos agrícolas).
Así, en 2009 las economías de América Latina exportaron más de US$40.000 millones a China, lo que significa un gran salto comparado con los US$4.000 millones en envíos de materias primas regionales en 1999, enfatiza Morales citando datos de un informe del BID (Banco Interamericano de Desarrollo), denominado “Ten years after the take off: Taking stock of China -Latin America and the Caribbean Economic Relations”.
Si bien el intercambio comercial con China ha experimentado un crecimiento espectacular, contribuyendo con ingresos sustanciales a la región, a juicio de Diego Sánchez, profesor de Economía de América Latina de la Universidad de Londres, éste se ha especializado en el suministro de bienes primarios o materias primas. En su opinión, “esto constituye un riesgo para la región, pudiendo quedarse anclada en esta posición, con pocas posibilidades de adquirir nueva tecnología y diversificar su canasta exportadora”.
Saldo comercial desigual. Germano Glufke, profesor de la Fundación Getulio Vargas, en Brasil, coincide con el análisis de Sánchez, explicando que es muy posible que América Latina continúe siendo un mero proveedor de commodities para el mercado chino. El problema de este tipo de comercio, dice, "es que reduce el potencial de la región para formar parte de la cadena de valor del país asiático, aunque ello ha impulsado la reciente expansión de algunos países latinoamericanos, como Brasil”.
Por su parte, Roberto Durán, profesor del Instituto de Ciencia Política de la Universidad Católica de Chile, advierte sobre las diferentes velocidades a las que avanzan las relaciones comerciales de algunos países latinoamericanos con China. “Hasta la fecha, las economías más desvalidas, como las centroamericanas, no tienen casi ningún intercambio comercial con China. En cambio, con Brasil, Argentina, Chile y Perú, el intercambio comercial es mucho más nutrido”. En síntesis, al analizar en detalle las cifras de comercio con China, dice, "es fácil concluir que se trata de un vínculo comercial desigual y discriminatorio, al ser las naciones centroamericanas más pequeñas y menos competitivas".
Efectivamente, Brasil, Chile, Argentina y Perú son los mayores beneficiarios del favorable intercambio comercial con China, indica Morales, ya que estos cuatro países representan casi el 90% del total de las exportaciones que la región envía al gigante asiático, “escenario que se explica por la gran dotación de recursos minerales de éstos últimos, lo que redunda en una brecha entre la balanza comercial de estos países y la de las demás naciones latinoamericanas que comercializan con China”.
Otro aspecto que juega a favor de la potencia asiática y que va en desmedro de la región es que las exportaciones chinas de bienes manufacturados a Latinoamérica han crecido mucho más que los envíos regionales de materias primas a la nación asiática, afirma Morales. En 2009 las exportaciones regionales de commodities a China sumaron 40.000 millones de dólares, en cambio los envíos chinos de productos manufacturados a la región totalizaron 78.000 millones de dólares ese mismo año, comenta, lo que significa que las exportaciones chinas casi han duplicado a los envíos latinoamericanos. “Como resultado de ello, algunos países de la región como México y Costa Rica, tienen un gran déficit comercial con la potencia asiática, ya que se trata de naciones que exportan muy poco a China e importan gran cantidad de bienes manufacturados”, destaca Sánchez.
Además, Glufke alerta que varios sectores de la industria latinoamericana se han visto negativamente impactados por el imparable crecimiento de la competencia china, “lo que ha obligado a algunos productores manufactureros de la región a cerrar su negocio”. Este ha sido el caso en algunos países de Centroamérica y el Caribe, ejemplifica Sánchez, que son intensivos en la industria de los textiles y que han perdido competitividad frente a la ofensiva de los productos chinos.
El caso particular de Brasil
No obstante, al parecer hoy el centro de preocupación de los analistas regionales no son los países centroamericanos, sino Brasil.
Según dio a conocer estos días la agencia Reuters, la nueva presidenta de Brasil, Dilma Rousseff, ha identificado al yuan subvaluado de China como una de las mayores amenazas para la bonanza económica de su país, agregando que una ola de importaciones baratas procedentes de China ha afectado el balance comercial de Brasil y ha provocado la pérdida de miles de trabajos en la industria manufacturera.
Aunque Afonso Fleury, profesor de Ingeniería de la Universidad de São Paulo, reconoce que China tiene su moneda devaluada artificialmente en el mercado brasileño, aclara que esto no ha afectado las relaciones comerciales entre la potencia asiática y el país sudamericano, pese a las presiones que han ejercido los empresarios brasileños por intentar crear barreras a los productos chinos.
Esta última estrategia, comenta Fleury, ha sido poco eficaz, por lo que los empresarios brasileños decidieron cambiar de táctica, y ahora están logrando contrarrestar los efectos de la arremetida de los productos chinos. “Un reciente estudio de la Confederación Nacional de la Industria de Brasil reveló que el 67% de las compañías, es decir, dos de tres empresas locales, cambiaron su estrategia en relación a los artículos `Made in China´y se dedicaron a mejorar el diseño de sus propios productos e invirtieron más en calidad". Fruto de lo anterior, dice, "hoy la mayoría de las firmas brasileñas está escapando de la competencia china”.
De igual forma, Fleury explica que esta estrategia funciona, dado que el mercado brasileño aún está en un fuerte proceso de expansión. Pero advierte que podrían surgir nuevas dificultades en el camino, si Brasil reduce el ritmo de su crecimiento y la competencia con los productos chinos se vuelve aún más extrema.
China sigue siendo una oportunidad. Si bien hasta ahora la balanza comercial es más favorable para China que para Latinoamérica, Micco rescata el hecho de que el intercambio comercial entre ambos mercados benefició particularmente a la región, durante la crisis económica internacional de 2008, ayudándola a recuperarse rápidamente de la debacle económica. “China logró salir rápidamente de los estragos de la crisis, creando un poder comprador aún más fuerte de materias primas latinoamericanas, lo que hizo reactivar el comercio en la región”, comenta. Y explica que el precio del cobre cayó a niveles mínimos tras la irrupción de la debacle, pero el metal rojo se recuperó en cuestión de meses gracias a la creciente demanda china, impactando positivamente en las exportaciones de Chile y Perú. “Lo mismo ocurrió con la soja, donde los envíos del alimento desde Argentina y Paraguay a China, se revitalizaron al poco tiempo”.
Por lo tanto, en su opinión, el dinamismo de la demanda asiática fue una oportunidad que permitió a la región reactivar sus exportaciones, en medio de la crisis económica internacional.
Y China sigue siendo una oportunidad de crecimiento económico para Latinoamérica, destaca Osvaldo Rosales, director de la División de Comercio de la CEPAL, quien declaró recientemente a medios locales que “los sueldos de la población china subieron de un 20% a un 25% en 2010”, lo cual ha abierto nuevos espacios comerciales para la región, especialmente para aquellos países que exportan materias primas al gigante asiático. “Estos envíos regionales permanecerán estables y con buenas perspectivas de crecimiento a futuro”.
Es más, en los próximos tres años, el consumo interno en China aumentará cerca de 9.500 millones de dólares, es decir, 3.000 millones de dólares más que en Estados Unidos, afirma Morales según el reporte del BID. En su opinión, América Latina debe trabajar en su relación bilateral con China, a objeto de que el crecimiento de las exportaciones regionales a la nación asiática continúe en forma vigorosa, y traiga consigo el desarrollo de actividades que dinamicen el empleo en la región.
Las acciones estratégicas a seguir. Y uno de los pasos estratégicos que América Latina puede dar en esta dirección, dice Morales, es invertir más recursos en el desarrollo de productos de agroexportación, los cuales a su juicio, aún tienen espacio para seguir creciendo de forma sostenida. “Perú es una de las economías de América Latina que más avances ha mostrado en aprovechar esta oportunidad debido a que, desde 2010, cuenta con un tratado de libre comercio con China, que permitirá que sus productos de agroexportación como mangos, uvas y cítricos, entren al mercado chino con 0% de arancel, en un plazo gradual de ocho años”, comenta. Chile también tiene un tratado de libre comercio con el país asiático y Costa Rica lo firmó en abril del año pasado y está pendiente de ratificación en el Congreso costarricense.
De igual forma, es muy importante que las multinacionales latinoamericanas exploren su potencial en el mercado chino, invirtiendo en activos, destaca Glufke, lo cual podrían hacer mediante adquisiciones, o bien, destinando recursos propios en la instalación de plantas en el territorio chino. “Existen buenos ejemplos de empresas que han dado estos pasos y que se han convertido en casos de éxito, como la brasileña WEG, productor y distribuidor de motores eléctricos; y la mexicana Gruma, productor de tortillas.
Sin embargo, el profesor reconoce que un importante número de emprendedores latinoamericanos no ven de modo tranquilo la opción de invertir en China, debido a que hay diferencias culturales muy grandes entre ambos mercados, además de los respectivos contrastes en el sistema comercial, legal y político.
Para superar esta barrera, Diego Guevara, profesor de la Facultadde Economía de la Universidad Autónoma de Colombia, plantea que un primer paso debe ser fomentar las relaciones internacionales con China, destinando más agregados económicos y culturales, “para luego establecer alianzas estratégicas en el campo de la ciencia y la tecnología. Con certeza, esta transferencia tecnológica daría mayor valor agregado a los productos que exporta la región”.