Para el economista principal del sector de Integración y Comercio del Banco Interamericano de Desarrollo, la corrupción tiene sin duda alguna un gran impacto económico: aumenta los costos, reduce la eficiencia y socava la confianza empresarial.
La incertidumbre es un mal acompañante para la economía. Una suerte de virus que impacta, por ejemplo, a las exportaciones, trabando la planificación de la logística y las estrategias de producción e inversión que buscan abastecer los mercados internacionales. Y si a ese síntoma se le añade una coyuntura económica global nada auspiciosa, con problemas como el Brexit, en Europa, y la seguidilla de escándalos de corrupción en América Latina, la pista económica se vuelve aún más resbalosa y complicada.
Pero al parecer hay noticias que son positivas para el continente, el impulso necesario para revertir la desconfianza y las amenazas financieras...
La buena nueva la trae el informe anual Estimaciones de las Tendencias Comerciales de América Latina y el Caribe, elaborado por el BID, en 2016, donde se destaca que el comportamiento de las exportaciones regionales fue similar al del comercio mundial, mientras que la recuperación acumulada en los primeros meses de 2017 fue más intensa.
Para interiorizarnos más sobre este destello, AméricaEconomía conversó con Paolo Giordano, economista principal del Sector de Integración y Comercio del Banco Interamericano de Desarrollo y coordinador del informe, sobre las perspectivas comerciales de la región.
-Las turbulencias de la política mundial y las medidas proteccionistas de Donald Trump, por ejemplo, ¿afectarán las exportaciones y el intercambio de bienes entre A. Latina y EE.UU.?
-A medida que han transcurrido los meses, las preocupaciones iniciales sobre la orientación proteccionista de la nueva administración estadounidense se están moderando y crece la expectativa de un mayor pragmatismo. Despejar definitivamente la incertidumbre mejoraría sin duda las perspectivas para los exportadores de la región.
-La coyuntura que vive Brasil, ¿puede ser un problema a futuro, considerando que es la economía más grande de la región?
-Brasil es el motor del mercado regional y su coyuntura incide fuertemente en las exportaciones regionales. Por ejemplo, en 2015, en el pleno de la crisis, las exportaciones de la región a Brasil se desplomaron 26%, lo que contribuyó a que los envíos al mundo se cayeran 15%. El mercado brasileño es además estratégico para la diversificación de las exportaciones de muchos países latinoamericanos. Una mejora de la coyuntura en Brasil sería une excelente noticia para toda América Latina.
-Los problema de corrupción que viven muchos países de A. Latina (el escándalo Odebrecht, por ejemplo), ¿afectarán los intercambios comerciales?
-La corrupción tiene sin duda alguna un impacto económico. Aumenta los costos, reduce la eficiencia y socava la confianza empresarial. En el caso de las obras de infraestructura, además, genera la idea de que las alianzas público-privadas no son deseables cuando, al contrario, son un instrumento fundamental para cerrar la enorme brecha de financiamiento de la región. El impacto comercial es directo cuando la corrupción traba los procedimientos aduaneros, e indirecto ya que el relanzamiento de proyectos de infraestructura, a través de asociaciones público-privadas, contribuiría a estimular el comercio de bienes y de servicios.
Rediseñar el mapa
-¿Cuál será la importancia de China en el futuro, para países exportadores de commodities (cobre) como Chile y Perú?
-China es uno de los mayores demandantes de productos exportados por la región y un actor de peso en los mercados mundiales de commodities. Por ejemplo, absorbe alrededor del 40% de la producción mundial de cobre y pesa de sobremanera en la determinación del precio del metal. A su vez, países como Chile y Perú satisfacen más del 50% de esta demanda. Por tanto, China seguirá siendo fundamental para el futuro de las ventas externas de bienes básicos, tanto los minerales como cobre y hierro, así como en los agrícolas la soja. Pero no hay que perder de vista que el gigante asiático está asumiendo un rol crecientemente importante en mercados de mayor valor agregado, como por ejemplo el vino, en el cual la región es competitiva. Se convirtió recientemente en el primer consumidor mundial, rebasando a Francia e Italia, y en el cuarto importador global.
-Europa y el Brexit, ¿tendrán incidencia en el mediano o largo plazo en el comercio con A. Latina?
-Es temprano para especular sobre el efecto del Brexit que dependerá del resultado de la negociación que está en curso. No se anticipa que el impacto directo sobre la región sea muy relevante, ya que el Reino Unido representa menos del 2% de las exportaciones y de las inversiones extranjeras en América Latina. El impacto indirecto podría ser, sin embargo, más relevante. El escenario más pesimista está asociado a tres factores: ¿salidas del bloque que causen una prolongada recesión en Europa; una depresión del comercio mundial y una caída de los precios de los commodities; una fuga de capitales hacia los Estados Unidos que determine una apreciación del dólar con efectos negativos sobre el costo del servicio de la deuda pública y privada denominada en aquella moneda; los costos de la negociación de nuevos acuerdos comerciales con el Reino Unido, y la eventual complicación de aquellas en curso entre la UE y el Mercosur.
-¿Cuál es la importancia de la Ruta de la Seda, lanzada recientemente por China y su impacto en la región?
-La nueva Ruta de la Seda, o proyecto de Franja y Ruta, es la iniciativa económico-diplomática internacional más ambiciosa lanzada por el presidente Xi Jinping hasta el momento. Su impacto potencial en la región debe ser valorado en tres niveles. Por un lado, consiste en masivas inversiones en infraestructura -un Plan Marshall moderno- que tendrían efectos expansivos en las economías asiáticas y, por rebote, en la demanda y los precios de los commodities exportados por la región. Por otra parte, contribuiría a rediseñar el mapa del comercio mundial, ofreciendo oportunidades a los países latinoamericanos que consiguieran posicionarse como puentes de conexión o proveedores de servicios, por ejemplo marítimos. Finalmente, y quizás más importante, proveería un modelo pragmático orientado a construir espacios económicos integrados basado en la articulación de corredores terrestres y marítimos, y de iniciativas de conectividad y facilitación comercial. La concreción de una visión similar de la integración regional beneficiaría enormemente a nuestra región.