La desaceleración económica china obliga a los expertos a replantearse el futuro del crecimiento económico global.
Recientemente, el ministro indio de Finanzas, Arun Jaitley, aseguró a la BBC que la ralentización de la economía china llevará a otros países a erigirse en motores financieros mundiales. “En un contexto de desaceleración, sería viable que una economía como la de India, capaz de crecer un 8% ó 9%, se convierta en el sostén de la economía global”, dijo Jaitley. No es la única voz en sugerir que este país puede arrebatar de manos chinas la batuta del crecimiento mundial.
Aunque muchos economistas aseguran que el pánico por la economía china es exagerado, diversos analistas apuntan con esperanza hacia los índices de India, la economía de los Brics que crece con mayor rapidez. La pasada semana se publicó que su Producto Interior Bruto creció un 7% y hay buenas perspectivas de que esta cifra aumente a medio plazo, llegando al 8,1% en 2016, según la consultora IHS.
Puntos a favor de India
Un aspecto importante es que la economía de India es menos vulnerable a una desaceleración china que otras economías asiáticas. Así lo asegura a Deutsche Welle Shang-Jin Wei, economista jefe del Banco Asiático de Desarrollo, con sede en Manila. “Como las empresas indias están menos integradas en las chinas y no venden demasiado al mercado mundial, una ralentización china tiene un efecto limitado en India”, explica Wei.
El analista Oliver White, de la consultora británica Fathom Consulting, coincide. En un estudio publicado recientemente, White señalaba que las exportaciones de India suponen una proporción relativamente pequeña de su Producto Interior Bruto, poco más del 20%. Es más, las exportaciones de India están bastante diversificadas, con un sector servicios que supone casi el 50% del total, lo que hace al país menos dependiente que otros asiáticos en lo que se refiere al comercio de productos. Además de todo eso, White añade que es poco probable que las subcontratas de negocios y los servicios IT chinos se vean afectados por la actual depreciación de la moneda china.
India se beneficia de los actuales bajos precios de las materias primas, que previsiblemente continuarán bajos. Otro aspecto favorable es que los inversores interesados en los mercados emergentes se encuentran ante opciones limitadas dadas las actuales circunstancias de la mayoría de las economías de estos países. En este contexto, India se convierte en un atractivo lugar para inversores por sus estables condiciones macroeconómicas, su renovado momento político y un Gobierno proclive a encauzar negocios.
Un papel cada vez más relevante
Sin embargo, los expertos señalan que India no es “la nueva China” y que es “improbable” que rivalice, al menos a corto plazo, con el impacto global del gigante asiático. La mucho más voluminosa economía china seguirá contribuyendo en mayor medida al crecimiento global, aunque lo haga más lentamente. Aunque ambos países tienen un número similar de habitantes, el Producto Interior Bruto chino es cinco veces mayor que el de India. Shilan Shah, economista en la consultora Capital Economics, explica que incluso en el caso de que China creciera solo un 5% anual durante los próximos tres años, aún contribuiría con un porcentaje del 0,8 ó 0,9 al crecimiento global. “Supongamos, para comparar, que India logra una media de crecimiento de un 7% anual. En ese caso, solo contribuiría con un 0,5 al crecimiento mundial”, explica Shah. Por ese motivo, la evolución de China seguirá teniendo un impacto mucho mayor que India.
Ambas economías no solo se diferencian en la calidad y calado de sus estructuras, sino también en el hecho de que la china se basa sobre todo en lo industrial, mientras que la india se ve impulsada por el mercado interno, por lo que necesita fortalecer su sector de manufacturas y ser más competitiva en sus exportaciones. ¿Será esto posible? Aunque el primer ministro, Narendra Modi, gobierna con una cómoda estabilidad, no parece que haya perspectivas de que logre modificar aspectos básicos en las leyes de adquisición de terrenos y se flexibilicen las rigideces del mercado laboral, cuestiones que constriñen el desarrollo del sector manufacturero. Lo que sí parece cierto es que India irá adquiriendo un papel cada vez más relevante como motor de la economía global y, con ello, su voz será cada vez más importante en foros internacionales como el G-20, el Banco Mundial y el FMI.