La oficina estadística de la Unión Europea (Eurostat) confirmó el pasado 15 de noviembre que el déficit público se situó en España en 11,1% del Producto Interior Bruto (PIB) en 2009 y el de Portugal en 9,3%.
La presión de los mercados ya se ha cobrado dos víctimas en la zona euro. Primero fue Grecia, que en el mes de abril no le quedó más remedio que aceptar una ayuda conjunta de 110.000 millones de euros de la Unión Europea y el Fondo Monetario Internacional (FMI). Seis meses después ha sido Irlanda, que ha recibido de los mismos organismos una cantidad total de unos 85.000 millones de euros.
Los inversores comenzaron a temer por la situación fiscal de estos países y les entró el miedo ante la posibilidad de que fueran incapaces de pagar las obligaciones de su deuda. En este contexto, los mercados comenzaron a pedir cada vez una mayor rentabilidad para compensar el riesgo de comprar bonos soberanos, pero las rentabilidades llegaron a ser tan altas que los costes de financiación se hacían insoportables para Grecia e Irlanda, por lo que la financiación vía mercados quedó prácticamente cerrada. La única solución para poder obtener el dinero necesario para seguir haciendo frente a sus pagos era aceptar la ayuda de la Unión Europea y el FMI.
Pero los problemas para la zona euro no se han detenido ahí. Los mercados ponen ahora su atención sobre las cuentas de Portugal y España, otros dos países que poseen algunos de los déficits presupuestarios más altos de la zona euro. La oficina estadística de la Unión Europea (Eurostat) confirmó el pasado 15 de noviembre que el déficit público se situó en España en el 11,1% del Producto Interior Bruto (PIB) en 2009 y el de Portugal en el 9,3%. Muy lejos del 3% exigido por la unión monetaria como aceptable para la sostenibilidad de las finanzas de los Estados.
En lo que refiere a la deuda pública, la de Portugal se elevó hasta el 76,1% del PIB en 2009, desde el 65,3% del año anterior. En España subió desde el 39,8% del PIB en 2008 hasta el 53,2% del ejercicio pasado, un porcentaje que equivalente a 560.587 millones de euros. Los criterios de convergencia de la Unión Económica y Monetaria establecen que la proporción entre la deuda pública y el producto interior bruto no debe rebasar el 60%.
Problemas y fortalezas de ambas economías. "Los principales problemas de la economía portuguesa están derivados del elevado déficit exterior", destaca José da Silva Costa, catedrático de la Facultad de Economía de la Universidad de Oporto, quien añade que el lento ritmo de crecimiento de la economía no es compatible con el nivel de gasto interno. "La deuda pública, las familias y las empresas reflejan una situación en la que el ahorro interno es insuficiente para satisfacer las necesidades de financiación de la economía portuguesa". Por eso él cree que la consolidación de las finanzas públicas en Portugal tendrá que ir acompañada por una disminución en el gasto del consumidor y una reorientación de los fondos disponibles para las empresas que operan en el sector exportador. La recuperación de la economía portuguesa dependerá, en gran medida, dice, "del desarrollo de las exportaciones en los próximos años, que a su vez depende de la competitividad de las empresas portuguesas y la evolución económica de los principales socios comerciales de Portugal".
"Portugal tiene una situación muy mala", asegura Rafael Pampillón, profesor de Entorno Económico del IE Business School, en Madrid. “La economía está estancada y se ha mantenido en esta situación durante los últimos 10 años, y ahora mismo sufre una tasa de paro que se puede considerar muy alta para el país, ya que ronda el 10%". Pampillón añade que Portugal ha sufrido una crisis muy importante y no ha llevado a cabo las reformas estructurales necesarias para la economía, sin realizar reducciones de déficit ni privatizaciones importantes. "Ha vivido durante muchos años con desequilibrios que han ido superando con la trampa de devaluar el escudo. Pero ahora no puede utilizar ese truco con el euro, por lo que su situación es complicada. Entre sus defectos, destaca un nivel muy bajo de competitividad, con muy poca inversión en investigación y desarrollo”, señala.
En cuanto a España, Da Silva Costa cree que "los bancos españoles tienen más dificultades que los portugueses y la economía española tiene también problemas de competitividad", sin embargo, ve positivo que "el gobierno español haya adoptado medidas de consolidación fiscal más rápidamente que Portugal".
Por su parte, Esteban García Canal, catedrático de Organización de Empresas de la Universidad de Oviedo cree que la economía española es más sólida que la de Grecia, Irlanda o Portugal "y esa solidez radica en la presencia de empresas multinacionales españolas liderando los rankings mundiales en muchas industrias, seguidas de otras multinacionales de tamaño más reducido pero con buenas perspectivas de futuro”. Para este profesor, "ésta es una característica distintiva de la economía española que dice mucho de su potencial".
¿Cumplirán sus objetivos? Las previsiones económicas de la Comisión Europea para los próximos años publicadas el pasado 29 de noviembre no ayudan a calmar el ánimo de los mercados respecto a España y Portugal. El Ejecutivo europeo estima que ambos países incumplirán sus objetivos de reducción de déficit.
Bruselas estima que la economía española sólo crecerá un 0,7% en 2011, casi la mitad de lo que prevé el gobierno (1,3%), por lo que no podrá cumplir su objetivo de reducir el déficit público hasta el 6%, que se quedará en el 6,4%, según las proyecciones comunitarias. El gobierno se ha comprometido en rebajar el déficit del 11,1% en 2009 al 3% autorizado por la Comisión Europea en 2013, con una reducción gradual del 9,3% en 2010, 6% en 2011 y 4,4% en 2012. Bruselas tampoco apoya este último dato, al prever un déficit del 5,5% dentro de dos años.
La Comisión también considera que las predicciones de Portugal son equivocadas porque, según sus cálculos, su déficit caerá del 9,3% en 2009 al 4,9% en 2011, frente al 4,6% fijado por Lisboa.
En este contexto, el miedo a un impago de Portugal y España se disparó a principios de diciembre. Así, por ejemplo, la prima de riesgo de España, medida por el diferencial del bono español a diez años frente al alemán, estableció un nuevo máximo desde la llegada del euro en 298,2 puntos básicos, según los datos de la agencia Bloomberg. Los mercados han llegado a exigir al país una rentabilidad del 5,6% a su deuda a diez años. Al mismo tiempo, los seguros contra el impago de deuda (CDS) registraron también récords por encima de los 370 puntos básicos, lo que significa que el coste de asegurar 10 millones de euros de deuda española a cinco años es de 370.000 euros. El diferencial de rentabilidad entre la deuda portuguesa y la alemana a diez años ha llegado a batir los 390 puntos básicos y los CDS han superado los 480 puntos básicos.
Barclays presentó el pasado día 9 de diciembre en Londres su informe de perspectivas económicas y de los mercados para el año 2011. La entidad británica citaba la situación de España como uno de los principales focos de atención de los inversores. El economista del banco Simon Hayes ha señalado que “España, desde el punto de vista de los fundamentos de su economía y su deuda pública, es un país solvente”, pero se ha aventurado a decir que “si los inversores siguen nerviosos y el coste del bono público español llega al 7%, la situación sería explosiva y entonces podría ser necesario un rescate del país”.
La repercusión del contagio a Portugal. Con la actual situación del mercado de deuda soberana, algunos analistas con mucho eco en el mercado dan por hecho que el contagio a Portugal de los problemas de Irlanda y Grecia ya se ha producido. Es el caso de Nouriel Roubini, el profesor de la Universidad de Nueva York que pronosticó la crisis financiera mundial. “El contagio de Portugal ya se ha producido”, aseguraba en una entrevista con Bloomberg TV en Nueva Delhi el pasado 2 de diciembre. En caso de que este hecho fuera cierto, la siguiente pregunta es si finalmente el país luso tendrá que recibir ayuda.
Para Da Silva Costa, la necesidad de ayuda con cargo al Fondo de Estabilización Financiera y el FMI dependerá en gran medida de la respuesta política que las principales economías de la zona del euro den a la crisis de la deuda soberana. “Portugal no tiene grandes problemas en el sector bancario porque no había una burbuja especulativa en el mercado inmobiliario portugués. Así que si las tasas de interés se mantienen en valores asequibles para la economía de Portugal, el país será capaz de responder a las crisis sin la ayuda del Fondo de Estabilización Financiera y el FMI".
Ahora bien, en su opinión, si las tasas de interés regresan a los valores de los últimos años, la ayuda del FMI será inevitable. "Portugal depende de lo que le puede pasar en economías como la española o italiana. Si el riesgo percibido en relación a España e Italia es elevado y las medidas de la zona euro para evitarlo son más enérgicas, Portugal no tendrá que contar con la ayuda del Fondo de Estabilización Financiera y el FMI", argumenta.
Pampillón, por su parte, tiene muy claro que Portugal "tendrá que pedir ayuda a la Unión Europea y el FMI porque no tiene crecimiento económico y sufre un importante sobreendeudamiento del sector público". Él considera que “sin crecimiento económico, no se generan los ingresos fiscales necesarios que permitan hacer frente a los pagos de la deuda, por lo tanto, hay que afirmar que una de las claves del problema está en el crecimiento del país".
Si finalmente Portugal tiene que recibir ayuda, el foco quedaría puesto de forma directa sobre España. "Mi percepción es que el rescate de Portugal pondría a España en el centro de atención y crearía un problema verdaderamente difícil de resolver en la zona del euro. Me temo que el valor del rescate a España tendría una dimensión como para poner en tela de juicio el euro", apunta Da Silva Costa. "Si el contagio se volviera más grave de lo que ya es, en lugares como España, entonces habría problemas porque los recursos oficiales actuales no son suficientes para rescatar a España después de los más pequeños", advertía, en la misma línea que el profesor de la Universidad de Oporto Roubini en la citada entrevista.
En opinión de Da Silva Costa, una ayuda de 90.000 millones de uros, que es lo que recibiría aproximadamente Portugal, es asumible por el fondo de garantía de 750.000 millones de euros generado por la Unión Europea y el FMI. "El problema es que Portugal arrastre a España, porque el rescate de un país de estas dimensiones sería de unos 300.000 millones de euros, una cantidad demasiado grande y que ya supondría ciertas dificultades para asumirse", calcula Pampillón. “Si España cae, detrás irían otros países como Italia y Bélgica. Pero creo que el BCE no va a permitir que España caiga. A nadie en Europa le interesa un rescate de España. España es demasiado grande para caer", añade.
Europa y el FMI ofrecieron a Grecia en primavera préstamos por valor de 110.000 millones de euros. El presupuesto de la UE para el resto de los países en apuros de la zona euro podría emitir 60.000 millones de euros de deuda, a su vez, un mecanismo garantizado por los 16 países del euro podría emitir bonos para captar otros 440.000 millones y finalmente el FMI aportaría otros 250.000 millones. En total Europa dispondría de un montante máximo de 750.000 millones para prestar a los Estados en apuros.
Reformas para dar confianza. Para intentar calmar a los mercados y la presión sobre su deuda, Portugal aprobó el pasado 26 de noviembre los presupuestos más austeros de las últimas décadas. El Gobierno luso reducirá en 2011 los salarios de los funcionarios en un 5%, subirá el IVA del 21 al 23%, congelará las pensiones, aumentará la carga impositiva de las empresas y los ciudadanos, recortará todos los subsidios sociales y frenará de forma generalizad las inversiones y gastos del sector público.
El gobierno español, por su parte, ha decidido rebajar una media del 5% las retribuciones de los empleados públicos para este año y congelarlas en 2011, año en el que también se suspenderá la revalorización de las pensiones y se eliminarán ayudas sociales, como la que se otorgaba por el nacimiento de hijos, el conocido como “cheque bebe”. Además, para reducir el déficit, desde julio se aplicó un aumento del IVA, que pasaba a ser del 18%, frente al 16% anterior. Una de las últimas medidas aprobadas para calmar a los mercados ha sido fijar como fecha para que el Ejecutivo apruebe la reforma de las pensiones el 28 de enero.
Esteban García Canal cree que de que los mercados tengan en cuenta el potencial empresarial de la economía española más de lo que lo vienen haciendo hasta ahora dependerá de que se vaya profundizando en las reformas estructurales (mercado de trabajo, sistema financiero, gasto público, entre otras). "Estas reformas ya se han iniciado, pero que hay que desarrollarlas, y son las que permitirán a nuestras empresas multinacionales seguir contribuyendo al crecimiento de nuestra economía. Es la única forma de restituir la confianza que se ha perdido", indica.
Para evitar que el mercado siga desconfiando y presionando la deuda española, con su consiguiente aumento de los costes de financiación para el país, hay que realizar más reformas, y más amplias y profundas que las que se han hecho hasta el momento, comenta Pampillón. "No se puede ir al remolque del mercado. Hay que demostrar que el país podrá ser capaz de crecer de forma sostenida en el futuro”, avisa. “Entre las reformas pendientes que hay que llevar a cabo y son muy importantes se encuentra la de la Sanidad, a la que hay que hacer sostenible con la introducción del copago. Es muy importante también reformar el mercado energético, reduciendo las subvenciones a las energías renovables y apostar por energías más baratas como la nuclear. También resulta vital aprobar una normativa para limitar y controlar el gasto de las comunidades autónomas. Y por último, hay que profundizar en la reforma laboral aprobada unos meses, introduciendo la liberalización de las negociaciones colectivas”, concluye.