El peso argentino se desplomaría cerca de un 19% a 47 unidades por dólar en 12 meses, de acuerdo a pronósticos de analistas del mercado cambiario. Las previsiones implican un cambio radical desde el último sondeo que anticipaba que el peso se fortalecería a 34,135 por dólar en un año.
Brasilia. El peso argentino se debilitará aún más en los próximos meses debido a que el escepticismo sobre la capacidad del Gobierno de moderar la inflación y cumplir con el déficit presupuestario limitará el impacto de un acuerdo con el Fondo Monetario Internacional (FMI), mostró un sondeo de Reuters.
El peso argentino probablemente se desplomará cerca de un 19% a 47 unidades por dólar en 12 meses, de acuerdo a la mediana de los pronósticos de 13 analistas del mercado cambiario.
Las previsiones implican un cambio radical desde el sondeo del mes pasado que anticipaba que el peso se fortalecería a 34,135 por dólar en un año, subrayando cómo la intensidad de las recientes olas vendedoras en el mercado tomó a los economistas por sorpresa.
Los siete expertos encuestados que participaron en el sondeo anterior revisaron sus más recientes estimaciones hacia una mayor debilidad del peso. Esta fue por lejos la revisión más profunda entre los estrategas consultados por Reuters sobre las seis principales monedas latinoamericanas.
El peso mexicano, por ejemplo, que también ha mostrado volatilidad durante las conversaciones para renovar el Tratado de Libre Comercio de América del Norte, se fortalecería a 18,835 unidades por dólar en un año, apenas diferente de la previsión de agosto de 18,77 pesos.
En comparación, Goldman Sachs recortó su proyección de la moneda argentina cerca de un 25% y en una nota a clientes reconoció "riesgos significativos dada la incertidumbre" en torno al cumplimiento de los ajustes junto con los costos político y social asociados.
El sondeo arroja que el acuerdo de financiamiento de Argentina con el FMI podría a lo sumo amortiguar los movimientos de la moneda, pero no lograría corregir los profundos desequilibrios macroeconómicos que han motivado el derrumbe del peso.
El peso ha caído un 50% este año y es una de las monedas de peor desempeño en el mundo, ya que el optimismo de los inversores sobre los planes de ajuste del presidente Mauricio Macri se ha ido desvaneciendo.
Argentina lucha por liberarse de las crisis financieras que ha sufrido en forma cíclica durante los últimos 60 años. La crisis de la moneda llevo a las autoridades a negociar un acuerdo de US$57.000 millones con el FMI, que incluye drásticos recortes de gastos y alzas de impuestos destinadas a reducir el déficit fiscal.
También introdujo una banda inicial de 34 a 44 pesos por dólar. Si el peso se mueve por fuera de ese rango el banco central argentino intervendría en el mercado.
El sondeo prevé que el peso llegue a 40,1 unidades por dólar en un mes y a 41 en tres meses, lo que sugiere que se mantendría dentro de esa banda.
Siete de 10 estrategas dijeron que el acuerdo sería sólo parcialmente exitoso en su objetivo de reducir la volatilidad del peso. Dos señalaron que sería muy exitoso, y uno dijo que no tendría éxito.
La tendencia parece estar en línea con las expectativas de los operadores de una debilidad del peso inmediatamente después del acuerdo, repitiendo la tendencia vista en el caso de acuerdos similares firmados por el FMI en años recientes.
En un informe, estrategas de Goldman Sachs dijeron que el peso probablemente ponga a prueba el techo del rango de negociación en el corto plazo para luego gradualmente estabilizarse dentro de la banda a medida que déficit de cuenta corriente del país se ajusta a la depreciación de la moneda.
El banco central argentino, que ha gastado casi US$16.000 millones para apuntalar al peso en lo que va del año, ha acordado con el FMI no intervenir en el mercado de cambios mientras la moneda local se mantenga dentro de la banda establecida.
Los analistas destacaron que en el caso de Latinoamérica las presiones políticas locales están magnificando el efecto de una ola de liquidación de activos de mercados emergentes, originada por tasas de interés más altas en los mercados desarrollados y las tensiones comerciales centradas en Estados Unidos.