El economista en jefe para América Latina y El Caribe del Banco Mundial, Augusto de la Torre, consideró necesario “repensar nuestros programas de apoyo de una manera más innovadora a la tradicional”.
México debe repensar la política pública de apoyo a las pequeñas empresas (pymes), a fin de que los incentivos se otorguen con base a la capacidad de expansión de las organizaciones sin importar su tamaño, instó el economista en jefe para América Latina y El Caribe del Banco Mundial, Augusto de la Torre.
En la presentación del estudio “El Emprendimiento en América Latina, muchas empresas y poca innovación”, en la que estuvo el secretario de Economía, Ildefonso Guajardo, el especialista comentó que las políticas públicas de apoyo a las pymes tienen un fuerte contenido social, pero si se incentiva sólo a éstas, se crearán pequeñas empresas viejas que terminarán destruyendo el empleo.
“Para acceder a los apoyos públicos hay que ser pequeño, cuando lo que importa desde el punto de vista de la productividad es que, sin importar si eres pequeño o grande, es tu capacidad de crecer. Nuestros programas de apoyo necesitan incluir el potencial de crecimiento de manera más explícita”, dijo.
Según el estudio, el cual se presentó en el marco de la Semana del Emprendedor, la generación de nuevo empleo provino de empresas jóvenes, pequeñas, medianas y grandes, por lo que De la Torre consideró necesario “repensar nuestros programas de apoyo de una manera más innovadora a la tradicional”.
Informalidad y atrofamiento. El especialista del Banco Mundial dijo que la informalidad es un síntoma de falta de vigor de las grandes empresas para generar empleos de calidad, y se reducirá cuando éstas crezcan y “jalen” a las pequeñas a la formalidad.
De acuerdo con el estudio, la generación del empleo y el crecimiento de las empresas dependen de la innovación, sin embargo, muchas grandes compañías sufren de atrofiamiento para crecer, ya sea porque gozan de una situación monopólica en la generan grandes ganancias sin esfuerzo, o porque se ven impedidas por razones impositivas, regulatorias o por restricciones de la fuerza laboral.
De la Torre también consideró como factor fundamental diferenciar al tipo de empresario de la región en las políticas públicas, ya que hay quienes, como en Estados Unidos, han asumido esa actividad por convicción a pesar de contar con buenos empleos, y los que carecen de mejores opciones laborales en el sector formal y optan por los negocios “porque no les quedó de otra”.
Esta situación, dijo, requiere pensar en las políticas de productividad de manera más amplia y esquemática, y preguntarse por qué tenemos tantas pymes. “Nos parece que tenemos muchos empresarios pequeños porque hay una deficiencia de vigor en la expansión de las empresas que generan empleo”.
Jale y empuje. El secretario de Economía, Ildefonso Guajardo, recordó que en México hay talento e innovación, el problema es cómo hacer que los sectores productivos estratégicos, como el automotriz, crezcan para que tengan cadenas de valor, no sólo jalando o empujando a los pequeños empresarios.
Recordó que el Instituto Nacional del Emprendedor (Inadem) trabaja de la mano de los emprendedores para que su observaciones queden asentadas en las bases de políticas públicas, y agregó que las reformas estructurales no desplazan los esfuerzos para apoyar a los emprendedores y las pymes, pero sí cambian el paradigma respecto a las grandes empresas y la generación de competencia.