El gobierno y los acreedores celebraron este martes un acuerdo de deuda que debería ayudar al país a evitar un default dañino y desordenado, pero Argentina aún queda en camino a una contracción económica de más del 10%, un peso desequilibrado, un aumento de la pobreza y un profundo agujero fiscal.
Buenos Aires. Argentina alcanzó un acuerdo para reestructurar US$65.000 millones de deuda después de meses de difíciles negociaciones y tensión. Ahora, los economistas y analistas dicen que empieza el verdadero trabajo: reactivar la tercera economía de la región tras sus crisis económica y cambiaria.
El gobierno y los acreedores celebraron este martes un acuerdo de deuda que debería ayudar al país a evitar un default dañino y desordenado, pero Argentina aún queda en camino a una contracción económica de más del 10%, un peso desequilibrado, un aumento de la pobreza y un profundo agujero fiscal.
"Este fue el paso fácil", dijo Stephen Liston, director del Council of the Americas, sobre el acuerdo de deuda y agregó que volver a encaminar la economía sería mucho más arduo.
La fórmula para hacerlo será la prueba amarga que enfrentan el presidente peronista Alberto Fernández y su ministro estrella, el titular de la cartera económica, Martín Guzmán.
"Hoy, celebrar el acuerdo: es lógico y no era obvio", dijo el exministro de Economía Hernán Lacunza en su cuenta de Twitter.
"Mañana, los mismos desafíos de los últimos 45 años: sustentabilidad fiscal, moneda local de ahorro, integración equilibrada al mundo. Uno menos: el riesgo de default. Y uno más: la pandemia", explicó.
Brecha cambiaria. El peso argentino ha sido apuntalado por un fuerte control de capitales, que ha generado que la brecha entre el tipo de cambio oficial y el del mercado negro alcance actualmente el 76%.
El gobierno dice que planea aliviar los controles, pero solo cuando la economía haya sido normalizada, dejando de lado una moneda intervenida y una deformación de los flujos comerciales.
"Es una situación muy precaria, donde tienes una moneda sobrevaluada, pero un debilitamiento de la misma solo empeorará la situación de deuda", dijo Nikhil Sanghani de Capital Economics en Londres.
Aumento de precios. La inflación, la espina que han tenido los gobiernos argentinos durante años, muestra pocas señales de disminuir. La subida del índice de precios al consumidor mostró cierta desaceleración durante la pandemia, pero se mantuvo en un nivel anualizado por encima del 40% y probablemente se acelerará a medida que la economía se recupere.
El banco central, en busca de liquidez, se enfrenta a una "bola" de deuda a corto plazo, que frena temporalmente los precios, dijo el economista Eduardo Levy Yeyati, de la Universidad Torcuato Di Tella en Buenos Aires.
El banco central "tendrá que elevar las tasas y desarrollar un mercado de pesos que le saque la tarea de endeudarse a siete días por cuenta del Tesoro: la bola de Leliq ya es una espada de Damocles sobre la inflación", explicó.
Déficit fiscal. Con el aumento del gasto público para combatir el impacto económico de la pandemia, el déficit fiscal primario se disparó a US$3.600 millones en junio y se espera que el gobierno termine el año con un agujero fiscal de alrededor del 6% del PIB.
El ministro de Economía, Guzmán, se ha comprometido a volver a un equilibrio fiscal y mantener el déficit "bajo control", pero se enfrenta a un dilema político complicado entre la responsabilidad fiscal y las políticas para impulsar el crecimiento.
"El déficit fiscal ha vuelto a estallar y creemos que el déficit primario será algo así como el 8% del PIB este año", dijo Sanghani, agregando que podría forzar al gobierno a adoptar medidas "políticamente desagradables" para reducirlo.
"Si tienen que imponer algún tipo de austeridad hacia adelante, eso mantendrá a la economía bastante débil y podría obstaculizar su capacidad de pagar incluso estas deudas reestructuradas", agregó.
Diálogo con el FMI. El gobierno argentino planea dirigir ahora su atención a negociar un nuevo programa con su mayor acreedor, el Fondo Monetario Internacional (FMI), que aprobó en 2018 una línea de crédito stand-by por US$57.000 millones.
Argentina puede buscar extender su calendario de pagos a cambio de bajar la inflación, tener un tipo de cambio "más realista" y reducir el gasto público, dijo Claudio Loser, exdirector del Departamento del Hemisferio Occidental del FMI.
"Eso ayudaría muchísimo a la Argentina en la próxima década, si se puede hacer", dijo Loser.
Pero, a pesar de un enfoque más flexible del FMI, cualquier nuevo acuerdo probablemente venga con algunas demandas difíciles, que podrían ser una píldora difícil de tragar para Fernández.
"Es factible que el gobierno de Fernández dude sobre algunos de estos términos", dijo Sanghani." Todavía hay algunos obstáculos para obtener un acuerdo renovado con el FMI".