Ese proceso puede demorar años, considerando la gradualidad del ritmo de alzas que ha proyectado la Fed y las diferencias que ya han comenzado a aparecer.
Washington. La calma en los mercados permitió a la Reserva Federal subir las tasas de interés en diciembre con la conciencia tranquila, pero responsables de política monetaria de todas las tendencias ahora reconocen que el panorama que se les presenta ha cambiado desde entonces.
Aún es muy pronto para declarar que fue un error subir el tipo de interés por primera vez en casi una década o para temer que el banco central estadounidense tenga, al igual que el Banco Central Europeo y otros, que retractarse antes de que se complete el ciclo actual de ajuste monetario.
Ese proceso puede demorar años, considerando la gradualidad del ritmo de alzas que ha proyectado la Fed y las diferencias que ya han comenzado a aparecer.
Los mercados accionarios mundiales volvieron a bajar el viernes prolongado su caída libre de 2016, mientras los inversores se preparan para una tercera semana consecutiva de pérdidas.
Si bien los funcionarios de la Fed no dan mucha importancia a los movimientos de mercado bursátil, les preocupa que una pérdida de riqueza, a menos que sea temporal, pueda reducir el gasto y erosionar la confianza de los hogares y empresas.
Cifras mostraron el viernes una caída de las ventas minoristas, incluso si se descuentan los menores precios de la gasolina y de otros productos con valores volátiles.
Un desplome de las acciones globales provocado por un derrumbe del mercado bursátil en China hizo que la Fed retrasara en septiembre una esperada alza de tasas de interés, y ahora, otra vez, los funcionarios están atentos a la volatilidad de los mercados financieros.
"Todo depende de cuánto dure", dijo esta semana el presidente de la Reserva Federal de Atlanta, Dennis Lockhart. "No quiero ofrecer un número en particular, pero si se prolonga por varias semanas podría comenzar a tener un impacto en la economía real", agregó.
Los precios del petróleo, que el viernes se derrumbaron por debajo de la importante barrera sicológica de los 30 dólares por barril, están limitando un alza de los precios al consumidor y avivando la preocupación a que la inflación se mantenga estancada en menos del objetivo del 2 por ciento de la Fed.
Cifras del banco central dibujaron también un cuadro sombrío para el sector de manufacturas, que ha sentido con fuerza el impacto de la apreciación del dólar y de los grandes recortes en los presupuestos de las empresas de petróleo y gas.
La producción industrial cayó un 0,4 por ciento en diciembre, su tercer mes de consecutivo de bajas, mientras que el uso de la capacidad instalada retrocedió 0,4 punto porcentual a 76,5 por ciento.
Si bien el ritmo de creación de empleo tuvo una gran importancia en la decisión de la Fed de subir las tasas, los funcionarios también esperan que se desacelere porque la economía está muy cerca del pleno empleo. La tasa de desempleo en Estados Unidos está en un mínimo de siete años y medio de un 5 por ciento.
El cambio en el panorama ha hecho que los inversores muden sus expectativas sobre el momento de la próxima alza de tasas desde abril a junio, un ritmo de endurecimiento mucho más lento que el previsto por la Fed en diciembre.
Tanto los funcionarios más cautos, que advirtieron el año pasado de los riesgos internacionales, como los más agresivos, que presionaron para adelantar un alza de tasas, están de acuerdo en que las semanas que han pasado desde que tomaron la histórica decisión de cambiar el curso de la política monetaria no han sido tranquilas.
"No estoy en desacuerdo con nuestros críticos de que había riesgos en elevar (las tasas) en diciembre frente a esperar algo más", dijo el lunes el presidente de la Fed de Nueva York, William Dudley.