El arrollador crecimiento económico en los últimos años, combinado con mejoras tributarias y mayores precios al consumidor, pronostican aumentos anuales de dos dígitos para la recaudación fiscal en gran parte de la región.
México. Los ingresos impositivos trepan cada vez más en Latinoamérica, pero los gobiernos deben resistir la tentación de gastar ese dinero en aumentos de salarios o de pensiones si no quieren acelerar la inflación.
El arrollador crecimiento económico en los últimos años, combinado con mejoras tributarias y mayores precios al consumidor, pronostican aumentos anuales de dos dígitos para la recaudación fiscal en gran parte de la región.
La pregunta es cómo gastar mejor ese dinero para no alimentar más presiones inflacionarias, que ya están dando dolores de cabeza a los bancos centrales.
La respuesta parece simple: en cualquier lado menos en gasto corriente, un rubro que abarca salarios de la burocracia, pago de pensiones, compra de suministros y gastos fijos.
Algunos gobiernos como el de Brasil empiezan a aplicar esta fórmula. Pero otros, como el de Argentina, buscan beneficios más inmediatos.
Lo seductor de incrementar el gasto corriente es que los resultados se reflejan más rápido, como cuando se suben salarios de los empleados estatales. Lo malo es que el impacto en los precios de productos también es mucho más acelerado.
No suena como lo más conveniente cuando el Fondo Monetario Internacional (FMI) espera una inflación para Latinoamérica y el Caribe del 5,85% este año y los bancos centrales subieron tasas de interés y lanzaron medidas para controlarla.
Una alternativa es el gasto en infraestructura, que tiene un impacto en la competitividad al largo plazo, no causa una efervescencia tan vertiginosa en los precios y hasta es un buen negocio para empresas e inversores.
"Tienes una mayor recaudación y el gasto (...) lo haces para renovar o mejorar la infraestructura, porque obviamente todos están en una tendencia donde quieren mantener una mano fuerte sobre la inflación", dijo Bertrand Delgado, analista de Roubini Global Economics.
"Por lo tanto, gasto corriente no creo que sería la primera opción", agregó.
La región de Latinoamérica y el Caribe creció a un promedio del 5,9% el año pasado de acuerdo a cálculos del FMI, que para el 2011 pronostica una expansión del Producto Interno Bruto (PIB) del 4,3%.
Aunque hay una tendencia hacia el equilibrio, la región aún vive en el déficit fiscal: los ingresos totales de los Gobiernos latinoamericanos equivalen al 29% del PIB y sus gastos a casi el 32%, según el FMI.
Mordiendo la manzana. La cifra es rotunda: la recaudación de impuestos en Argentina promedia un incremento interanual cercano al 40% en los últimos 12 meses. Solo en febrero, tuvo una alza del 34% frente al mismo mes del 2010.
Los motores de los ingresos impositivos son el acelerado ritmo de la economía -que se expandió un 9,2% el año pasado-, las mejoras en el cobro de impuestos, y también la galopante inflación real que estimaciones privadas ubican en un 27% y el Gobierno en una tasa tres veces menor.
El problema es dónde terminará este dinero impositivo. La presidenta, Cristina Fernández, dio una pista a fines de febrero: gasto corriente. Parte del dinero se va a usar para aumentar un 17 por ciento las pensiones.
Con todo esto, el gasto público argentino subiría este año hasta un 35%, según estimaciones de Nadin Argañaraz, presidente del Instituto Argentino de Análisis Fiscal, una organización civil con sede en la ciudad de Córdoba.
"Es un tema a seguir con atención, dado el efecto que esta emisión puede terminar teniendo sobre la tasa de inflación", dijo el especialista.
Es difícil que la situación cambie al menos este año, cuando se van a celebrar elecciones presidenciales en Argentina.
"La recaudación aumenta y el gasto público aumenta más. En la campaña electoral está gran parte del gasto", dijo Rodolfo Rossi economista y ex presidente del Banco Central.
El vecino Brasil, la mayor economía latinoamericana, parece más preocupado por el gasto luego de que su política monetaria y medidas de control de capitales no alcanzaran para frenar el aumento de precios.
La presidenta Dilma Rousseff anunció en febrero un recorte presupuestario de US$30.000 millones -igual a un punto porcentual del PIB- para poner paños fríos a la inflación anual que ronda el 6% luego de que su economía creciera un 7,5% en el 2010, su mayor ritmo en 24 años.
Sin embargo, los ahorros no van a tocar el presupuesto social ni el de infraestructura, algo crucial para el anfitrión del Mundial de Fútbol 2014 y los Juegos Olímpicos 2016.
Probablemente esos proyectos se beneficiarán del alza del 15% en la recaudación que Brasil espera este año.
No todos en la misma bolsa. Aunque en la mayoría de los países latinoamericanos se espera que los ingresos impositivos sigan creciendo, Perú es la excepción a la regla.
Después de tener una recaudación récord en el 2010 y de que en febrero creciera un 17% a nivel interanual, los especialistas esperan que el aumento empiece a moderarse por una rebaja de un punto porcentual que hizo el Congreso en febrero a la tasa del Impuesto a las Ventas (IGV).
La reducción en el tributo es parte de un esfuerzo por contener las presiones inflacionarias en medio del auge de la economía -que se disparó un 8,8% el año pasado- y el "boom" en los precios de los metales que Perú exporta.
El impacto de la reducción del impuesto llevará de un leve superávit fiscal esperado inicialmente a un reducido déficit para este año, según Pablo Nano, analista de Scotiabank.
Perú cerró el año pasado con la menor tasa de inflación de Latinoamérica -2,08%- pero analistas esperan un alza por arriba del 3% para el 2011. Por eso, Roberto Flores, de Inteligo, cree que el Gobierno reducirá el gasto.
Pero no todos los países pueden aminorar sus desembolsos.
Chile sigue destinando dinero a la reconstrucción tras el devastador sismo del año pasado y Colombia para compensar los efectos de inundaciones que sufre desde el año pasado y que la llevarían a gastar hasta US$7.000 millones en obras.
"En la parte de inversión en desarrollo de infraestructura, (...) ahí es donde se concentraría el gasto fiscal yendo hacia adelante en países en donde hay un manejo conservador de las cuentas fiscales, como el caso de Perú, el caso de Brasil, pero también de otros como México, Chile y Colombia", dijo Delgado.
En Colombia, el Gobierno espera recaudar este año un 14% más que el año pasado y en el primer bimestre las cifras fueron más optimistas de lo esperado.
Cuando se habla de impuestos, el patito feo es México, que tiene que subir su recaudación antes de pensar como la gasta. El Gobierno espera cerrar este año con una recaudación equivalente al 10,4% del PIB, menos de la mitad de países como Argentina o Brasil.