Una preocupación que surge de las recientes nacionalizaciones es que la capacidad de los inversionistas extranjeros de prevenirlas parece baja, señalá un informe de BofA Merrill Lynch Global Research.
Las nacionalizaciones en Argentina y Bolivia suscitan inquietudes.
De acuerdo con el estudio de BofA Merrill Lynch Global Research. La nacionalización de los activos de Red Eléctrica Corp. por parte del presidente boliviano Evo Morales el primero de mayo, y la nacionalización por parte del gobierno argentino, de la compañía petrolera YPF algunas semanas antes, han suscitado preocupaciones sobre si estamos en el comienzo de una nueva ola de nacionalizaciones en América Latina.
En este sentido han habido varias nacionalizaciones en los últimos años; sin embargo, fueron restringidas a un subconjunto de países que tienen políticas bastante heterodoxas .
La capacidad de represalia parece baja, en el corto plazo
Una preocupación que surge de las recientes nacionalizaciones es que la capacidad de los inversionistas extranjeros de prevenirlas parece baja, por tres razones:
La capacidad de aplicar los tratados internacionales sobre inversiones a través del Centro Internacional para la Resolución de Disputas sobre Inversiones (CIRDI) o alguna otra corte internacional parece limitada hasta el momento. El gobierno argentino se ha negado a pagar cualquier disputa ante el CIRDI hasta ahora. Más aún, la compañía petrolera venezolana PDVSA sólo pagó alrededor de una décima parte de lo que Exxon pedía en un caso ante la Cámara Internacional de Comercio (CIC), en otros casos tomó mucho tiempo para que las compañías recibieran sus pagos, y tiene 21 casos pendientes ante el CIRDI.
Los países desarrollados tienen una cantidad considerable de acciones a fondo perdido en inversión extranjera directa en países Latinoamericanos. Más aún, una parte considerable está desplegada en el sector de recursos naturales, que históricamente ha sido el más propenso a ser nacionalizado. Por lo anterior, si las naciones desarrolladas intentaran una represalia, pondrían en riesgo el resto de sus inversiones en los países de exportación.
La capacidad de una represalia comercial también parece limitada. En primer lugar, la mayoría de estos países están comerciando cada vez más con otros países emergentes, China ante todo; por ejemplo, las exportaciones hacia España representan únicamente un 2,5% del total de las exportaciones en promedio para los países latinoamericanos. En segundo lugar, los países desarrollados se verían afectados si se restringieran las importaciones de los commodities que los países latinoamericanos producen.
Lo que podemos aprender de esto. En primer lugar, los riesgos de expropiación son mayores en el sector de recursos naturales, debido a los altos precios de los commodities, y de servicios públicos. Los bancos comparten algunas características con los servicios públicos, y por lo tanto son más propensos al menos a un intervencionismo más fuerte.
En segundo lugar, los riesgos de expropiación son mayores en países con mayor inequidad, instituciones débiles y un desajuste acumulado entre el aumento de la inflación y de las tarifas de exportación/importación.
México: varias razones explican la baja probabilidad de una nacionalización
Ningún candidato presidencial está hablando sobre nacionalizaciones. Un tema de discusión es el evidente mal desempeño de PEMEX en los últimos años, lo que lleva al debate de abrir el sector petrolero a inversionistas privados. La atención también está enfocada en la desregularización de algunos mercados como el de las telecomunicaciones. En nuestra opinión, varias razones explican la baja probabilidad de nacionalizaciones en México.
El gobierno mantiene una política fiscal muy prudente y ha tenido un notable manejo de la deuda. Asimismo, los ingresos fiscales están incrementando debido a una buena actividad y a que el precio del petróleo está por encima de los US$100 por barril, por lo que no hay necesidad de captar ingresos vía nacionalizaciones.
Pensamos que la población asocia parte de la inestabilidad macroeconómica en la década de los 80 a la nacionalización de los bancos en 1982.
El sistema político parece haber evolucionado a una etapa en la que su capacidad para mantener sus compromisos, y al mismo tiempo preservar algunas políticas por largos periodos de tiempo, ha aumentado. Como resultado, las desregularizaciones que reducen cualquier ganancia en “exceso” en algunas industrias son más probables que las nacionalizaciones, en nuestra opinión.