El G-20 tuvo sus éxitos con una reacción concertada a la crisis financiera global de 2008, pero la oposición reciente al libre comercio parece haber ganado fuerza y se ha echado de menos una defensa coherente.
Los líderes de las mayores economías del mundo que se reúnen en China el fin de semana necesitan preparar una defensa realista del libre comercio y la globalización que por tanto tiempo han proclamado.
En juego está la concordia sobre la globalización, posterior a la Segunda Guerra Mundial, y que sus defensores dicen ha ayudado a sacar a tantas personas de la pobreza. La misma China, anfitriona de la reunión del Grupo de los 20, ha sido una de las mayores beneficiadas por el libre comercio.
Pero la sorpresiva decisión de Reino Unido de dejar la Unión Europea y el ascenso del proteccionista Donald Trump en la carrera presidencial en Estados Unidos han remecido esa concordia en vísperas de la cumbre en Hangzhou, que se inicia el domingo.
Si bien últimamente se ha reconocido que no todos ganan con la globalización, la Casa Blanca ha señalado un nuevo impulso al controversial Acuerdo Estratégico Trans-Pacífico de Asociación Económica (TPP) en los últimos meses de la presidencia de Barack Obama.
El G-20 tuvo sus éxitos con una reacción concertada a la crisis financiera global de 2008, pero la oposición reciente al libre comercio parece haber ganado fuerza y se ha echado de menos una defensa coherente.
Uno de los puntos más conflictivos es la sobrecapacidad en la industria global del acero, tema sensible para China porque ese país es el mayor productor del metal. Otras preocupaciones incluyen las trabas para la inversión extranjera, y el riesgo de devaluaciones de las monedas para proteger a los mercados de exportaciones.
La directora gerente del Fondo Monetario Internacional, Christine Lagarde, dijo a Reuters esta semana que los líderes del G-20 necesitan hacer mucho más para fomentar la demanda, impulsar el argumento para el comercio y la globalización, y combatir la inequidad.
El Centro para la Investigación de Política Económica estima que sólo en los primeros ocho meses de 2016 los gobiernos del G-20 implementaron casi 350 medidas que afectaban los intereses extranjeros.
"Los saltos en el proteccionismo del G-20 en 2015 y 2016 coinciden ominosamente con el freno en el crecimiento de los volúmenes de crecimiento del comercio global", dijo el centro europeo en un reporte publicado antes de la reunión del 4 y 5 de septiembre.
Por ejemplo, seguridad nacional es el motivo que entregó el Gobierno australiano para rechazar las propuestas chinas para una red eléctrica, el mes pasado, decisión que Pekín calificó de "proteccionista".
Esta semana, cuando el presidente de la Comisión de la UE, Jean-Claude Juncker, y el jefe del Consejo de la UE, Donald Tusk, fijaron las prioridades para la reunión de Hangzhou, el libre comercio iba casi al último, precedido por la crisis de refugiados, el crecimiento del empleo, la estabilidad financiera y la transparencia fiscal.
"El G-20 tiene que mejorar la forma en la que comunica los beneficios del libre comercio, y al mismo tiempo dar el empuje político necesario para destrabar una liberalización del comercio multilateral que está estancada", declaró en un reporte Adam Triggs, académico investigador de la Escuela de Política Pública de Crawford en la Universidad Nacional de Australia, que fue miembro de la Fuerza de Trabajo australiana para el G-20.
"Lograr que la cumbre del G-20 en Hangzhou sea exitosa implica hacerse cargo de los grandes desafíos globales a través de medidas prácticas que el público puedan comprender".