El director del Centro de Investigación de Políticas Públicas de la Fundación Libertad y Progreso (FLyP), Agustín Etchebarne, consideró que Argentina atrae gran interés en este momento porque es un país subcapitalizado, subadministrado y con activos depreciados.
Buenos Aires. Argentina recibió ofertas hasta por US$70.000 millones tras la emisión de títulos del pasado 19 de abril, una cifra récord para el país que en opinión de analistas responde al pago alto de intereses.
La semana pasada Argentina dejó atrás un "default" (cesación de pagos) que se extendió 15 años, al pagar a fondos especulativos ("buitres") de inversión una deuda superior a US$9.300 millones.
Para hacerlo, el país se endeudó con nuevos títulos por US$16.500 millones, sin embargo se recibieron ofertas por montos mayores y ahora surge la duda de qué se debe hacer para no volver a caer en "default".
"No estoy seguro que pueda despertar mucho interés el país en sí mismo, pero hay elementos para comprender por qué los bonos argentinos pueden conseguir demanda. Uno es básico y elemental, pagar un interés extraordinario, explicó a Xinhua el economista Gustavo Girado, titular de la consultora Asia & Argentina (A&A).
"En un mundo de tasas de interés muy bajas, debido a la necesidad global de reactivar las economías, los bonos argentinos tienen un rendimiento esperado extraordinario", explicó.
"El interés que puede tener Argentina, en principio, es para los capitales especulativos y no para los capitales que pretenden radicarse para desarrollar inversiones del tipo 'greenfield' (nuevos emprendimientos) o, en todo caso, para comprar activos preexistentes", subrayó.
Las inversiones "greenfield" en nuevos emprendimientos a favor del desarrollo y la creación de empleos en el país tiene pocas perspectivas, porque el mercado interno argentino se va a achicar con la caída del salario real. Sin embargo, la compra de activos preexistentes es posible, ya que en algunos sectores se producirán quebrantos masivos, agregó.
Por su parte, el director del Centro de Investigación de Políticas Públicas de la Fundación Libertad y Progreso (FLyP), Agustín Etchebarne, consideró que Argentina atrae gran interés en este momento porque es un país subcapitalizado, subadministrado y con activos depreciados.
"Y porque tiene un nuevo gobierno que pretende cambiar en favor del respeto a las instituciones republicanas, incluyendo sanas reglas económicas", añadió.
En tanto, el economista en jefe de la consultora Management & Fit (M&F), Matías Carugati, dijo que los títulos tienen un buen rendimiento, en comparación con otros países emergentes, en un contexto donde las tasas de interés son virtualmente nulas.
"Con el fin del 'default' el país (Argentina) bajó mucho su calificación de riesgo y eso hace a los bonos argentinos un instrumento atractivo", agregó.
Los títulos que Argentina colocó la semana pasada pagarán una tasa de interés promedio de 7,14%, superior al de países de la región, que pagan no más de 4%.
El saldo excedente (US$7.148 millones), resultado de la resta de US$9.352 millones que Argentina pagó a fondos buitres y del valor de la emisión de bonos (US$16.500 millones) se destina a reservas del Banco Central y al pago a los acreedores que ingresaron a operaciones para reestructurar la deuda en 2005 y 2010.
La cesación de pagos de Argentina, de unos US$100.000 millones, se decretó en diciembre de 2001 por el entonces presidente Adolfo Rodríguez Saá, quien permaneció en el cargo menos de una semana.
Los tres expertos argentinos abordaron también la forma en la que Argentina debe pagar los nuevos títulos emitidos.
"Hasta ahora, Argentina era uno de los países con menor deuda externa del mundo", destacó Girado.
"Luego de más de una década de una continua política de desendeudamiento, en la cual Argentina fue pagando sus deudas sin colocar deuda nueva, sino con recursos genuinos, ésta ha sido dejada de lado para volver a participar de los mercados de capitales como economía tomadora, o sea con vocación a endeudarse", observó el titular de la A&A.
Etchebarne, en tanto, remarcó que "la emisión de títulos en su mayor parte es reconocimiento de deuda vieja".
La porción de aumento de deuda es de unos US$4.500 millones y Argentina tiene una deuda externa pequeña, aunque la deuda pública total supera el 50% del producto interno bruto (PIB), comparó el economista.
"Argentina tiene un problema de credibilidad y por ende poco crédito, más que un problema del tamaño de la deuda, que en comparación con Europa, Estados Unidos o Japón, es pequeña", explicó.
En opinión de Carugati, "el pago en teoría se hace con recursos públicos (impuestos). En la práctica lo que se hace es ir refinanciando los vencimientos".
Tras el monumental "default" de fines de 2001, uno de los mayores de la historia internacional, esta agencia consultó a los analistas sobre cómo evitar que esa situación se repita.
"Lo importante es pensar que el 'default' ha sido la excepción y no la regla. El país no se endeudó en el pasado para dejar de pagar las deudas y quedar marginada de los mercados internacionales, sino que diversas crisis y desmanejos locales", remarcó Girado.
Para el economista, "la crisis asiática de 1997-98, y las posteriores rusa y brasileña -de comienzos de 1999-, fueron seguidas por la de Argentina, un país mucho más pequeño y dependiente".
"La deuda externa del país aún es un número pequeño dado el tamaño de la economía, pero solamente por el momento", alertó.
El director del Centro de Investigación de Políticas Públicas de de la FLyP consideró que las tasas que paga Argentina son muy altas, con el riesgo de que en algún momento empeoren las expectativas y las tasas de interés vuelvan a subir.
"Para evitar ese problema es indispensable que Argentina presente un plan creíble de fuerte reducción del déficit fiscal basado en una reducción del gasto público y no de aumento de impuestos", señaló el especialista.
"Si el gobierno logra reducir el gasto público en términos del PIB, Argentina debiera ir en un sendero de reducción de tasas de interés que haría muy sencillo empezar a reducir la deuda a partir de 2018 o 2019 como porcentaje del PIB", conjeturó Etchebarne.