El real se ha fortalecido alrededor de un 4% este mes y está cotizando a 1,57 unidades por dólar, cerca de sus máximos niveles en 12 años.
Brasilia. La implacable apreciación de la moneda brasileña ha abierto una gran fisura dentro del gobierno de la presidenta Dilma Rousseff, dado que algunos ministros y funcionarios piden tras bambalinas nuevos controles de capital para frenar al real y proteger a la industria.
El real se ha fortalecido alrededor de un 4% este mes y está cotizando a 1,57 unidades por dólar, cerca de sus máximos niveles en 12 años.
Esto ha llevado a algunos funcionarios a calificarlo como una "supermoneda", fortificada por la robusta economía y las altas tasas de interés, que atraen flujos de capital récord del mundo desarrollado.
Rousseff ha intentado desacelerar el avance del real aplicando una serie de impuestos y otros cargos sobre el dinero que entra al país.
Pero hasta el momento la mandataria ha resistido la presión por aplicar controles de capital que pudieran revertir significativamente el alza de la moneda, en parte porque cree que un real fuerte ayudará a lidiar con un problema todavía mayor: el peligroso brote de inflación.
Sin embargo, a medida en que el real parece avanzar a nuevas cumbres cada día, crece la disensión no sólo entre las manufactureras que sufren con la pérdida de competitividad de sus exportaciones, sino entre importantes autoridades.
"No sé qué estamos esperando", dijo un funcionario a Reuters, que pidió no ser identificado.
"Todos saben que el real irá a 1,50 (unidades por dólar) a menos que hagamos algo para detenerlo. Las consecuencias de tener una supermoneda como esa serían terribles", agregó.
Alarma en la industri. Las crecientes y cada vez más públicas tensiones al interior del Gobierno sugieren que la tolerancia de Rousseff frente al real podría estar llegando a su límite.
Muchos de los funcionarios partidarios de nuevos controles de capital tienen vínculos con el sector industrial de Brasil, un grupo de electores clave para Rousseff que ha incrementado su cabildeo en los últimos días.
"El combate contra la inflación no puede retrasar medidas sobre el tipo de cambio", dijo Robson Andrade, presidente de la Confederación Nacional de la Industria de Brasil, en un comunicado divulgado el martes. "Necesitamos una acción inmediata", añadió.
Fuentes dijeron a Reuters que el ministro de Hacienda, Guido Mantega, y Luciano Coutinho, presidente del estatal Banco Nacional de Desarrollo Económico y Social (BNDES) y uno de los más cercanos confidentes de Rousseff, están entre los que han presionado a la presidenta para que permita una acción enérgica e inmediata para contener al real.
Coutinho dijo este mes a Reuters, durante una visita a China, que el gobierno "debería intensificar" sus esfuerzos por detener el alza del real.
El ejecutivo ha usado argumentos parecidos en discusiones privadas con líderes empresariales de Brasil, según las fuentes.
Entre las alternativas disponibles para Rousseff se encuentra la aplicación de mayores impuestos sobre las compras de bonos por parte de extranjeros o una denominada "cuarentena" sobre los influjos de capital, que forzaría a los extranjeros a conservar sus inversiones en Brasil durante un período determinado, junto a otras medidas.
No obstante, hasta el momento ha prevalecido la opinión de un grupo más conservador de autoridades que cree que Rousseff debe concentrar sus esfuerzos en el combate a la ola inflacionaria, que ha afectado a los mercados emergentes de todo el mundo a medida en que suben los precios de las materias primas.
Los precios en Brasil treparon un 6,44% en 12 meses hasta el 15 de abril, peligrosamente cerca del límite superior del 6,5% del rango meta del Gobierno.
"Lo que algunos no perciben es que, si no logramos tener bajo control esto ahora, (la inflación) podría arruinar los cuatro años de mandato", declaró un funcionario.
Más controles de capital podrían tener además el efecto no deseado de detener el flujo de fondos que Brasil necesita para infraestructura y otras inversiones productivas, afirma el grupo, que incluye al jefe de Gabinete, Antonio Palocci, y al presidente del Banco Central, Alexandre Tombini, dijeron las fuentes.
Algunos experimentados analistas de Brasil temen que las tensiones puedan provocar una sobrerreacción por parte de las autoridades.
El economista Gray Newman de Morgan Stanley dijo en una reciente nota a sus clientes que el real podría aproximarse al nivel de 1,40 unidades por dólar en el corto plazo.
Como consecuencia de esto, auguró Newman, la industria podría perder muchos empleos, lo que a su vez podría conducir a medidas que debiliten al real dramática y rápidamente, agregó.
"Advertiremos contra subestimar los costos políticos envueltos cuando el debilitamiento del sector manufacturero de Brasil se vuelva más aparente", sostuvo Newman.
"Sospechamos que pronto vendrán más medidas", anticipó.