“Lo estamos viendo con mucha preocupación porque el escenario sí tiene mucha similitud con lo que pasó en el 2008”, señaló Felipe Jaramillo. La coyuntura es revisada seriamente porque en Centroamérica las economías son importadoras netas de alimentos.
El nuevo director del Banco Mundial (BM) para Centroamérica, Felipe Jaramillo, anunció en Costa Rica que la entidad está siguiendo en detalle la escalada de precios de los alimentos que afecta al istmo y que se interesan en el desarrollo de herramientas para aliviar la situación.
Jaramillo, que se encuentra en gira por la región, dijo a Nación.com que hay bastante preocupación por la tendencia alcista en los commodities y el escaso margen de maniobra que tienen las economías locales.
“Lo estamos viendo con mucha preocupación porque el escenario sí tiene mucha similitud con lo que pasó en el 2008”, reflexiona el funcionario que la coyuntura es revisada seriamente porque en Centroamérica las economías son importadoras netas de alimentos y que podrían ver afectada sobre todo aquella población de bajos recursos.
“Lo principal, en el corto plazo, es mirar la situación de las familias a las cuales más les puede afectar esto, y evitar, a toda costa, que vaya a haber problemas de hambre o de desnutrición”, dijo Jaramillo a Nación.com y agregó que para el mediano y largo plazo se buscarán mecanismos especiales para impulsar la producción agrícola. “Creo que todos los países de Centroamérica tienen un potencial agrícola subutilizado; por mi experiencia anterior, he visto que los niveles de investigación en nuevas tecnologías para la agricultura han sido muy bajos (...), eso podría mejorarse mucho para que la región aumente la capacidad de alimentarse a sí misma de una mejor manera”, explica.
Los gobiernos centroamericanos, afectados por el alza mundial en el precio de los alimentos, están recortando aranceles a la importación, congelando precios y otorgando subsidios para tratar de evitar el impacto de una crisis alimentaria.
Con dificultades todavía para mantener equilibrio en sus finanzas tras la crisis financiera global, los países más pequeños de la región enfrentan el riesgo de mayores déficits presupuestarios y distorsiones en los mercados locales por lo que toman medidas para proteger a las familias más pobres.