El subgobernador del Banco de México, enfatizó en la presentación Mexico: Dealing with international financial uncertainty, que no se pueden descartar mayores ajustes a las carteras de fondos extranjeros.
Una mayor incertidumbre será “la nueva normalidad” que deberá enfrentar la economía mexicana por algún tiempo, debido a que el ritmo y las características de la normalización de la política monetaria por parte de la Reserva Federal de Estados Unidos son aún desconocidos, advirtió Manuel Sánchez.
El subgobernador del Banco de México, enfatizó en la presentación Mexico: Dealing with international financial uncertainty, que no se pueden descartar mayores ajustes a las carteras de fondos extranjeros.
“Incluso si los precios de los activos ya han incorporado ampliamente el escenario cambiante, los mercados siempre pueden tomar con la guardia baja, lo que puede desencadenar significativa turbulencia”.
Petición. Recomendó que para que México pueda gestionar mejor estos riesgos, necesita reforzar aún más su marco de políticas macroeconómicas y realizar un ajuste oportuno de su política monetaria.
Precisa que ésta debe continuar tomando en cuenta la posición relativa frente a la Fed.
Por medio de unas gráficas, el funcionario demostró que el peso se ha depreciado menos que el promedio de a varias monedas emergentes, ya que tomando como base 100 abril de 2013 y hasta julio de este año, el peso se ha depreciado 23.3 puntos porcentuales y las monedas de los países emergentes lo han hecho en 26.3 puntos.
Por otra parte, resaltó que las proyecciones de crecimiento de México para este año fueron ajustadas a 2.6 por ciento en julio, desde la anterior previsión de 3,3% en enero, a la par de la reducción en la previsión de avance del PIB de Estados Unidos a 2,4% en julio, desde 3,2% al arranque del año. Expone que para 2016 se prevé un crecimiento para México de 3,2% y de 2,8% para Estados Unidos.
Destacó que entre los principales riesgos a la baja para el crecimiento de México se ubican mayores caídas en la producción petrolera; una producción industrial en Estados Unidos menos robusta de lo esperado y un nivel de consumo, así como un sentimiento del consumidor que permanezca débil.