El ente emisor dijo no poder prever que la supervisión de la economía griega sea exitosa, lo que justificaría la decisión.
De forma inesperada, y pocas horas después de una reunión del ministro de Finanzas de Grecia con el presidente del Banco Central Europeo (BCE), la entidad emisora informó este miércoles que dejará de aceptar, a partir del 11 de febrero, títulos de deuda soberana griega como garantía para créditos de refinanciación. La decisión provocó un pequeño terremoto en los mercados, bajando la cotización del euro y llevando a Wall Street a pérdida.
Con esta medida, el BCE pondrá término a un régimen especial según el cual los bonos griegos podían ser empleados en operaciones monetarias pese a que no cumplían con los requisitos mínimos de seguridad de cobro. El banco europeo fundamentó la decisión alegando que “en la actualidad no es posible prever la conclusión exitosa de la supervisión" de la economía griega.
Según el comunicado emitido en Frankfurt, los bancos griegos que probablemente sean los más afectados por la medida podrán acceder a liquidez a través del Banco de Grecia en el marco de la llamada “Emergency Liquidity Assistance”, que otorga créditos de emergencia. De todas formas, Atenas queda ahora con la carga de financiar mediante el Banco Central a sus prestamistas, aislando al país a menos que alcance un nuevo acuerdo con reformas económicas.
Más problemas para Grecia. La medida, que implicará que el Banco Central de Grecia deberá proveer a los bancos del país con decenas de miles de millones de euros en liquidez adicional de emergencia en las próximas semanas, fue una respuesta a lo que muchos en Frankfurt ven como la intención del Gobierno de Atenas de abandonar los términos de su rescate basados en reformas. La salud de los grandes bancos de Grecia es crucial para mantener al país a flote.
La decisión se conoció después de que el ministro de Finanzas griego, Yanis Varoufakis, asegurara a la prensa que el jefe del BCE, Mario Draghi, le había dicho que la entidad europea haría “todo lo necesario” para apoyar a Grecia. En un marcado contraste, la medida del BCE, que requirió del apoyo de una mayoría de jefes de bancos centrales de la zona euro, muestra una extendida indignación con los planes del nuevo Ejecutivo heleno en el bloque de 19 países.