El organismo multilateral proyectó una expansión económica en promedio para la región de un 4,1% este año tras la contracción de 7,4% en 2020, cuando registró su peor desplome anual desde que se tienen registros, a partir de 1821.
Bogotá. Los países de América Latina y el Caribe seguirán débiles en materia macroeconómica durante los próximos años debido al impacto de la pandemia del coronavirus, por lo que es urgente la implementación de reformas fiscales para enfrentar los desafíos sociales, dijo el Banco Interamericano de Desarrollo.
El organismo multilateral proyectó una expansión económica en promedio para la región de un 4,1% este año tras la contracción de 7,4% en 2020, cuando registró su peor desplome anual desde que se tienen registros, a partir de 1821.
Pero el ritmo de crecimiento se desaceleraría a un promedio de 2,5% en 2022 y 2023, precisó el informe macroeconómico del banco, publicado durante su asamblea anual en la ciudad colombiana de Barranquilla.
No obstante, en un escenario negativo la región corre el riesgo de expandirse un tímido 0,8% este año, de contraerse un 1,1% el próximo y crecer un 1,8% en 2023, alertó el BID que ve necesario preparar el terreno para una recuperación más sólida.
El BID destacó que para alcanzar un mayor ritmo de crecimiento la región requiere implementar una serie de reformas que mejoren la productividad, ayuden a conectar a las empresas a las cadenas globales de valor, y promuevan la economía digital y la creación de empleo en forma inclusiva, sostenible y resiliente.
"Dados los desafíos fiscales y los altos niveles de endeudamiento, la mejora de las instituciones fiscales debería ser un tema de alta prioridad", dijo Andrew Powell, asesor principal del BID y uno de los coordinadores del informe.
"Instituciones más sólidas darían un mayor grado de credibilidad y permitirían un ajuste más gradual con tasas de interés más bajas para asegurar la sostenibilidad de la deuda", agregó.
Para el BID, los países con baja recaudación tributaria deberían buscar elevar sus ingresos sin sacrificar el crecimiento económico, los cuales deberían destinarse a proyectos que puedan tener un fuerte impacto social y en particular obras de infraestructura necesarias para construir una economía digital que genere más oportunidades laborales.
Según cálculos del BID, los gobiernos de América Latina irrigaron unos 485.000 millones de dólares en apoyo fiscal durante la pandemia, con paquetes que representaron en promedio el 8,5% del PIB.
No obstante, mientras unos pocos países implementaron grandes paquetes de ayuda, más de dos tercios de las naciones de la región dieron un apoyo mucho más modesto, de alrededor del 3% del PIB o menos, en contraste con el promedio de 19% del PIB que alcanzaron los paquetes fiscales en las economías avanzadas, según la entidad.
"Los sistemas fiscales saludables pueden ayudarnos a liberar nuestro potencial, apalancando la reasignación de recursos en todos los sectores y así impulsar el crecimiento de la productividad, promover el empleo formal, y lograr un futuro más verde", opinó por su parte el economista jefe del BID, Eric Parrado.
El déficit fiscal general de la región se disparó a un 8,3% del PIB el año pasado, desde un 3% en 2019, con un crecimiento de la deuda pública hasta el 72% del PIB, desde un 58% en los mismos años.
El informe del BID proyectó que la deuda pública de América Latina alcanzará el 76% del PIB en 2023.