Según el organismo, si el país incentiva estos sectores podría aportarle un crecimiento adicional a la economía de 0,97% en cinco años.
Bogotá. Las cifras frías muestran que algo ha pasado en Colombia. Lo consigna el Banco Mundial en sus reportes históricos: en 2003, el PIB crecía a una tasa anual de 3,9% (medía US$94.684 millones), los colombianos ganaban, en promedio, US$7.050 anuales y tenían una expectativa de vida de 71,8 años.
Aquel era el país de la reforma política que introdujo el voto preferente y elevó el umbral para las elecciones, del ataque al club El Nogal que cobró la vida de 36 personas y que debatía si a los secuestrados había que rescatarlos con de operativos militares.
Uno muy diferente al de 2012, ese que, tras meses de conversaciones en secreto, instalaba mesas de diálogo con las Farc en Noruega, que fortalecía los lazos con su principal socio comercial por medio de un Tratado de Libre Comercio (TLC) y veía cómo su sistema bursátil tambaleaba por la quiebra de Interbolsa.
Un país cuya riqueza crecía a un ritmo de 4,2% (sumaba US$369.606 millones), donde el ingreso promedio era US$11.380 y la gente esperaba vivir 73,8 años.
Ese impulso bastó para que diversos analistas señalaran a Colombia como la tercera economía de América Latina en tamaño, desbancando a Argentina. Sin embargo, no basta para asegurar que los próximos años serán del todo plácidos.
La advertencia es obra del Banco Interamericano de Desarrollo (BID), para quien América Latina y el Caribe no estarán blindados a las coyunturas globales, en especial cuando China, que solía ser el motor del mundo, dejó de crecer a doble dígito y la confianza de los expertos en la resurrección europea no es tan sólida.
En sus cuentas, la región pasará de un crecimiento promedio de 4,8% entre 2003 y 2007, el quinquenio previo a la recesión creada con la crisis financiera de 2008, a uno de 3,9% para el período 2013 a 2017 producto de una caída en los precios de las materias primas, que para el caso colombiano provendría de un barril de petróleo y una tonelada de carbón más baratos.
Eso sumado a una reducción de 5% de la inversión extranjera.
De allí que el organismo proponga la inclusión de reformas al sistema económico como una fórmula que impulsaría la economía local en 0,97%, muy por encima del 0,25% que obtendría si se queda cruzado de brazos.
En su análisis, toda la región se beneficiaría de medidas que incentiven la renovación de infraestructura, fortalezcan la productividad y mejoren el ingreso.
A eso tendrían que sumarse estímulos a inversiones de capital y no tanto de portafolio (los llamados capitales golondrina de naturaleza especulativa).