El mayor punto del plan es el restablecimiento del impopular impuesto a las operaciones financieras conocido como CPMF (Contribución Provisoria sobre Movimientos Financieros), que podría permitir recaudar 32.000 millones de reales (US$8.274 millones) el próximo año.
Brasilia. El Gobierno de Brasil anunció este lunes un recorte de gastos y aumentos impositivos por un total de 65.000 millones de reales (US$16.900 millones), parte de un plan para cerrar un déficit presupuestario que provocó una baja de la nota crediticia del país la semana pasada.
El mayor punto del plan es el restablecimiento del impopular impuesto a las operaciones financieras conocido como CPMF (Contribución Provisoria sobre Movimientos Financieros), que podría permitir recaudar 32.000 millones de reales (US$8.274 millones) el próximo año si lo aprueba un Congreso que se opone a nuevos tributos.
El drástico recorte de gastos golpea a programas de salud y de viviendas económicas, inversiones en infraestructura y subsidios agrícolas, así como salarios y bonificaciones para empleados públicos.
El Gobierno redujo los subsidios fiscales a la industria química, recortó los reembolsos a exportadores de productos manufacturados en 2.000 millones de reales, y elevó el impuesto a las ganancias de capital hasta un 30% para generar nuevos ingresos por 1.800 millones de reales.
Las medidas apuntan a acortar un déficit de 30.000 millones de reales en el presupuesto 2016, que la presidenta Dilma Rousseff envió al Congreso el mes pasado, y alcanzar la meta de superávit primario de un 0,7% del Producto Interno Bruto (PIB).
"Estamos atravesando tiempos difíciles y tenemos que ajustar un montón de cosas", dijo en conferencia de prensa el ministro de Hacienda, Joaquim Levy.
Esta última ronda de recorte de gastos incluye la eliminación de 10 ministerios federales en Brasilia, una medida simbólica que sólo permitirá ahorrar 200 millones de reales.
Los recortes en salud pública y vivienda serán un trago amargo para Rousseff, quien junto a su Partido de los Trabajadores se ha resistido aplicar la tijera en los programas sociales.
El pronóstico de un déficit presupuestario en 2016 le costó a Brasil que Standard & Poor's le quitara su duramente conquistado grado de inversión la semana pasada, y otras calificadoras decidirían lo mismo en el corto plazo.
Una rebaja a territorio especulativo por parte de una segunda calificadora podría obligar a muchos fondos de pensiones extranjeros y a otros grandes inversores a desprenderse de sus bonos brasileños.