El Banco Central de Brasil cumplió con su meta inflacionaria por octavo año consecutivo, dijo el presidente de la autoridad monetaria, Alexandre Tombini.
Sao Paulo. El gobierno brasileño cumplió justo con su meta de inflación para el 2011, en una sorpresiva victoria para la presidenta Dilma Rousseff y el Banco Central, que han luchado durante buena parte del año contra el alza de precios de los alimentos y las materias primas.
Datos divulgados este viernes por el Gobierno mostraron que el índice de precios al consumidor subió un 6,50% el año pasado.
La meta oficial de inflación era del 4,5%, con una banda de tolerancia de más o menos dos puntos porcentuales. Analistas encuestados por Reuters habían pronosticado una inflación anual por encima de la meta, con una mediana del 6,56% para el 2011.
Los inversores ya han digerido los decepcionantes resultados de Brasil en el año pasado, cuando la mayor economía de América Latina creció apenas cerca del 3%, por debajo del fuerte ritmo de los últimos años.
La inflación tocó un máximo anualizado del 7,31% en septiembre y se espera que continúe cediendo. El foco ahora ha cambiado a cuánto más recortará las tasas de interés el Banco Central en el 2012 para frenar el contagio de la crisis de deuda en la zona euro y estimular la alicaída demanda interna.
"La verdad es que Brasil tiene mayores desafíos ahora", dijo Gray Newman, principal economista de Morgan Stanley para América Latina.
Los rendimientos de los contratos futuros de tasas de interés de Brasil retrocedieron ligeramente en un débil mercado después de la divulgación del dato de inflación.
Otros grandes mercados emergentes como India y China también han tenido problemas con la inflación durante buena parte del 2011.
En Brasil la inflación fue acentuada por un aumento del crédito al consumidor en el 2011, cuando la economía creció a su mayor ritmo en más de dos décadas.
Ese contexto ayudó a Rousseff, la candidata del partido en el Gobierno, a ganar las elecciones, pero la presidenta tuvo que dedicar luego la mayor parte de su primer año en el poder a poner las cuentas en orden tras los excesos de la bonanza, entre otras cosas controlando una elevada inflación.
El Banco Central elevó sus tasas de interés durante la primera mitad del 2011, pero luego revirtió su política y comenzó a flexibilizarlas cuando se hizo evidente que el riesgo presentado por la crisis de la zona euro era mayor que la posibilidad de incumplir la meta de precios por apenas unos puntos básicos.
Tanto el presidente del Banco Central, Alexandre Tombini, como Rousseff atraviesan por un buen momento.
La decisión de Tombini de comenzar a recortar las tasas de interés el 31 de agosto, por la que fue muy criticado, es vista ahora ampliamente como premonitoria. Muchos otros bancos centrales siguieron luego los pasos de Brasil.
La inflación cerraría el 2012 dentro de la meta oficial de un 5,32 por ciento, según el último sondeo entre economistas realizado por el ente emisor.
La popularidad de Rousseff se mantiene en niveles récord encima del 70%.
La inercia del optimismo de los años de la bonanza y su mano dura contra la corrupción ayudaron a la mandataria desafiar los pronósticos de que la inflación y la desaceleración económica podrían debilitar su imagen.