Brasil dice ser blanco de una guerra cambiaria que disparó el real más de un 6% en lo que va del 2012, erosionó la competitividad de su industria y abrió las puertas de la mayor economía regional a una avalancha de importaciones baratas, como los autos mexicanos.
Sao Paulo. Golpeado por la apreciación del real, Brasil vive un rebrote de proteccionismo que amenaza con desgastar sus relaciones comerciales con otras naciones de América Latina y minar de desconfianza el terreno para futuros acuerdos regionales.
Brasil forzó a la revisión de un tratado de libre comercio de autos con México, una agresiva medida para proteger a un sector que representa un 25% de su Producto Interno Bruto industrial. Y si México no acepta, Brasil romperá el acuerdo.
"Uno de los riesgos de la crisis financiera es que hayan brotes de proteccionismo", dijo a Reuters el presidente del Banco Interamericano de Desarrollo, Luis Alberto Moreno, en una entrevista reciente. "Es un tema que nos preocupa a todos".
Brasil dice ser blanco de una guerra cambiaria que disparó el real más de un 6% en lo que va del 2012, erosionó la competitividad de su industria y abrió las puertas de la mayor economía de América Latina a una avalancha de importaciones baratas como los autos mexicanos.
La presidenta Dilma Rousseff acusó a Europa de inundar el sistema financiero con un "tsunami" de dinero barato. Y Brasil, con unas de las tasas de interés más altas del planeta, es un imán para esos flujos que encarecen sus exportaciones.
Durante una visita a Alemania esta semana, Rousseff describió la inyección de préstamos baratos del BCE al sistema financiero de la zona euro como "formas artificiales del proteccionismo", y sostuvo que "todo el mundo se queja de las barreras arancelarias, del proteccionismo, y eso es una forma de proteccionismo" .
Rousseff está bajo fuerte presión para presentar medidas que estimulen la economía tras un modesto crecimiento del 2,7% en el 2011, lejos del vibrante 7,5% del 2010 que transformó a Brasil en una potencia emergente.
Y el gobierno no titubeará en adoptar medidas que protejan a su industria. El ministro de Hacienda, Guido Mantega, dijo el martes que se prepara un paquete de incentivos tributarios para resucitar la producción industrial, que cayó un 2,1% en enero respecto a febrero, confirmando la "desindustrialización" que aterra al sector privado.
Moreno, del BID, dice que la tensión es parte de cualquier proceso de integración económica. "Lo importante es mantener una visión de largo plazo", dijo.
Pero según los empresarios mexicanos eso es precisamente lo que falta. La ruptura del acuerdo automotor, dicen, echará por la borda mucho más que un negocio de US$4.200 millones anuales en autos y partes, la mitad del comercio entre las dos mayores economías de América Latina.
"Si Brasil empieza a cancelar tratados comerciales cuando tiene un déficit puede decrecer el interés de inversionistas no sólo de México sino también de otros países", dijo Eduardo Ragasol, presidente de la Asociación Empresarial México-Brasil en Sao Paulo.
"Las consecuencias trascienden a la industria automotriz y crean un clima de desconfianza para muchas otras industrias", añadió.
Brasil ha encarecido la importación de autos y endureció en los últimos días sus controles de capital para desestimular la entrada de fondos especulativos.
Funcionarios en Brasilia dicen que en un contexto de desaceleración económica y competencia desleal, el libre comercio -un mantra de la década de 1990- no tiene sentido.
"Lamentablemente la realidad del mundo hoy es que los acuerdos de libre comercio son muy difíciles", dijo una fuente del gobierno brasileño sobre la disputa con México.
Pero Brasil evita hablar de proteccionismo, un concepto que remite a las oscuras décadas en que el país fue una de las economías más cerradas de América Latina.
"Brasil es demasiado abierto en términos de economía y creo que tiene que ser así. Ahora claro que uno tiene que estar siempre preparado para corregir distorsiones", dijo Benjamín Steinbruch, vicepresidente de la Federación de Industrias del Estado de Sao Paulo, el lobby industrial más poderoso de Brasil.
Irónicamente, Brasil está probando su propia medicina. Al mismo tiempo que reescribe el tratado de libre comercio con México, protesta por los controles a las importaciones en Argentina y analiza si su socio está pisoteando las reglas de la unión aduanera Mercosur.