Con sólo una leve alza en el mercado informal este martes, la brecha entre los dos precios se acercaba al 10%, según datos compilados por Reuters, lo que evocaba recuerdos de amplios diferenciales bajo los controles impuestos por la ex presidenta Cristina Fernández.
Buenos Aires. El peso argentino en el mercado paralelo está empezando a desviarse fuertemente de la cotización oficial y alcanzando la mayor brecha desde al menos 2015, debido a que la agitación política y los controles cambiarios asustan a los inversores y generan incertidumbre sobre el valor real de la moneda.
El peso, que se derrumbó desde la derrota del presidente Mauricio Macri en las elecciones primarias de agosto, subió este lunes en el comercio oficial después de que el gobierno desplegó los controles de capital para reforzar la moneda. Este martes, el repunte fue aún mayor.
Pero con sólo una leve alza en el mercado informal este martes, la brecha entre los dos precios se acercaba al 10%, según datos compilados por Reuters, lo que evocaba recuerdos de amplios diferenciales bajo los controles de capital impuestos durante parte de la gestión de la expresidenta Cristina Fernández de Kirchner.
"En el momento en que se ponen restricciones, aunque sean menores, siempre va a haber un miedo que se refleja en que la gente recurre al mercado paralelo", dijo a Reuters Claudio Loser, presidente de la consultora Centennial Group América Latina en Washington.
"Es un tema de desconfianza. Las medidas (oficiales) lo que paran es la corrida legal, ayudan al banco central a no perder tantas reservas, pero la desconfianza iba a aparecer", agregó Loser, exdirector del departamento del Hemisferio Occidental del Fondo Monetario Internacional (FMI).
El mercado informal -conocido como "blue"- es una red ilegal de divisas que opera en las calles y oficinas de cambio y que ha existido en Argentina durante décadas, aumentando y disminuyendo su volumen dependiendo de la demanda de dólares fuera de los canales regulares.
En el centro de Buenos Aires, los vendedores ambulantes conocidos como "arbolitos" regularmente gritan "cambio", ofreciendo comerciar divisas a los transeúntes, y luego los llevan a efectivizar las transacciones en cuartos traseros o puestos callejeros.
Los controles de divisas son un estímulo potencial para el mercado informal que en algunos períodos, como bajo el gobierno militar en la década de 1980, constituía una gran parte del comercio total. Bajo la gestión de Macri, un político en favor del libre mercado, ha estado más al margen.
"Es un mercado que no es legal, es chico", respondió el presidente del banco central, Guido Sandleris, ante una pregunta de Reuters este lunes en una conferencia de prensa. El directivo agregó que los controles de divisas solo afectan a una pequeña fracción de los ahorristas.
"Existía antes de estas medidas y va a seguir existiendo. La enorme mayoría de todas las operaciones cambiarias que se hacen en Argentina van a seguir ocurriendo en el mercado spot", señaló Sandleris.
Macri, que lucha por la supervivencia política con vistas a las elecciones generales del 27 de octubre, se vio obligado a recurrir a controles cambiarios que criticaba luego de que la amplia derrota en las primarias del 11 de agosto llevó a una devaluación del peso del 26% el mes pasado. El Gobierno también anunció planes para retrasar los pagos de la deuda.
Un operador de divisas dijo que hubo un claro aumento en la demanda de dólares a través del mercado "blue" y que en los próximos días es probable que más personas busquen obtener ganancias de la brecha, comprando dólares en el mercado oficial para luego venderlos en el informal.
La exmandataria Fernández de Kirchner, ahora candidata a la vicepresidencia, impuso estrictos controles cambiarios en 2011 que restringieron el acceso de los ahorristas a dólares. La brecha entre el precio oficial y el no oficial del peso en su último año de poder en 2015 fue a menudo superior al 50%, según muestran datos de Reuters.
El principal rival político de Macri, Alberto Fernández, es ahora el claro favorito para ganar las elecciones generales, y comparte fórmula con Fernández de Kirchner, una líder populista que gobernó el país durante dos períodos desde 2007 hasta 2015.
El banco central y el Ministerio de Hacienda implementaron el domingo una serie de restricciones para comprar y transferir divisas al exterior, así como plazos para la liquidación de las exportaciones con el fin de aumentar la cantidad de dólares en el sistema financiero y reducir las salidas.
Los bonos, las acciones y el peso argentino colapsaron después de las primarias, con los inversores preocupados de que el peronista de centroizquierda Fernández pudiera introducir políticas económicas intervencionistas, a pesar de ser visto como más moderado que su compañera de fórmula.
Los argentinos, acostumbrados a la inestabilidad económica que ha afectado a la segunda economía más grande de América del Sur durante años, también han recurrido a los bancos para retirar depósitos. Muchas personas optan por ahorrar en dólares por ser una moneda más fuerte.