El grado inversor del país sudamericano, recuperado en 2012 tras perderlo una década antes frente a la peor crisis económica y financiera de su historia, no corre peligro en el corto plazo, coincidieron analistas consultados por Reuters. Sin embargo, la perspectiva "estable" podría ser modificada.
Montevideo. Las agencias calificadoras de riesgo siguen con atención la situación macroeconómica de Uruguay ante una inflación que no cede y un alto déficit fiscal en un contexto de menor actividad, lo que podría redundar en un ajuste de su nota de deuda soberana si las medidas adoptadas por el Gobierno no son suficientes.
El grado inversor del país sudamericano, recuperado en 2012 tras perderlo una década antes frente a la peor crisis económica y financiera de su historia, no corre peligro en el corto plazo, coincidieron analistas consultados por Reuters. Sin embargo, la perspectiva "estable" podría ser modificada.
"No creemos que sea muy probable que Uruguay pierda el grado de inversión (...) En el peor de los casos lo que estamos evaluando en este momento es la perspectiva y sin duda la presión es hacia la baja", dijo el vicepresidente de Riesgo Soberano de Moody´s, Jaime Reusche.
La deuda soberana uruguaya tiene nota "Baa2" de Moody´s, "BBB-" de Fitch Ratings, "BBB" concedida por Standard & Poor´s, "BBB(low)" de DBRS y "BBB-" de R&I.
El país sudamericano evidencia un deterioro de sus indicadores macroeconómicos, con una inflación anual de un 10,2% hasta febrero, alejada del 7% del techo del rango meta del banco central, que reforzó días atrás su política monetaria contractiva elevando los encajes bancarios.
"La política monetaria no es 100% efectiva cuando se toman este tipo de medidas, pero sí son señales positivas en pos del objetivo", dijo la directora de Soberanos y Finanzas Públicas de Standard & Poor´s, Delfina Cavanagh, quien confía en que el Gobierno mantenga su perfil macroprudencial.
La analista precisó que la situación de Uruguay no es ajena al escenario en que está inmerso la región, afectada por menores precios en las materias primas, un menor crecimiento global y la desaceleración de China, lo que parece haber puesto a correr el reloj de arena.
"Son momentos en los cuales existe mayor presión y se espera una mayor celeridad en la reacción de los Gobiernos", precisó Cavanagh.
El ministro de Economía, Danilo Astori, anunció días atrás una mayor cautela fiscal -ante un déficit de un 3,8% en enero- e hizo hincapié en pautas salariales oficiales más flexibles que buscan quitar presión sobre el alza sostenida de los precios minoristas. La inflación, además, se ha visto afectada por la depreciación de la moneda doméstica.
"La inflación persiste en un nivel estructural alto, restando flexibilidad del marco de políticas. El déficit fiscal ha crecido por encima de las metas presupuestarias, presionando la deuda pública en niveles comparativamente altos dentro de la categoría 'BBB'", señaló Todd Martínez, director de Soberanos de Fitch Ratings.
Las autoridades han transmitido que cuidar la calificación de deuda es un asunto prioritario en momentos en que el acceso global al crédito comienza a encarecerse, pero el desafío parece radicar en el margen de acción que disponen en una economía en enfriamiento, que habría crecido hasta un 2% en 2015.
"Es mayor que antes (la preocupación), sin lugar a dudas hay un poco más de urgencia en cuanto a adoptar medidas para mantener la calificación donde se encuentra y con perspectiva estable", finalizó Reusche.