Los analistas han tildado de “optimista” en líneas generales la proyección oficial de crecimiento de la economía a una tasa promedio de 2,7% para los próximos cinco años.

Para una economía pequeña y abierta como la uruguaya, cualquier sacudón en alguno de sus principales socios comerciales inmediatamente enciende las alertas de los empresarios y es seguido con atención el gobierno. Por distintas razones, los tres principales clientes de los bienes uruguayos están en la agenda de las principales hechos económicos de los últimos meses (ver recuadros). Cuatro de cada diez dólares de bienes que Uruguay vende al exterior están concentrados en tres destinos: China, Brasil y Estados Unidos (EEUU).

Los analistas han tildado de “optimista” en líneas generales la proyección oficial de crecimiento de la economía a una tasa promedio de 2,7% para los próximos cinco años. Pero las autoridades del equipo económico han defendido su pronóstico apelando a las fortalezas que el país logró consolidar en la última década respecto a la región y el pasado.

No obstante, para el economista Alfonso Capurro de CPA Ferrere, el gobierno tuvo un sesgo “optimista” a la hora de trazar las perspectivas de crecimiento para el próximo año, entre otras variables como inflación y tipo de cambio. Recordó que en el caso concreto de Brasil (ver aparte) ya hay consenso en que su coyuntura no es transitoria y para ver una repunte habrá que esperar hasta 2017.

A su juicio, será cada vez más “difícil” para las autoridades sostener una inflación en un dígito y prever una desaceleración para lo que resta del año. “La inflación se está transformando en una variable de rigidez que evita que el tipo de cambio flote”, criticó Capurro. Para el analista “no hay que alarmarse” si la inflación supera el umbral del 10%, si hay “necesidad” de acompañar la depreciación de la moneda local para no ceder terreno en materia de competitividad.