Los economistas recuerdan escenas como las vividas en el crack del 29 o el famoso lunes negro (19 de octubre de 1987), cuando los mercados se desplomaron.
Universia Knowledge Wharton. Los mercados bursátiles atraen a grandes y pequeños inversores, y aunque han dado muchas alegrías en tiempos de bonanza, su riesgo es alto y hay quien lo compara con los juegos de azar. Los economistas recuerdan escenas como las vividas en el crack del 29 o el famoso lunes negro (19 de octubre de 1987), cuando los mercados se desplomaron. Carlos Torres, autor de Invertir Low Cost (editado por Empresa Activa), comparte con Universia Knowledge@Wharton las estrategias más efectivas para que pequeños ahorradores puedan jugar en Bolsa y sacarle el máximo partido posible sin arruinarse.
-La Bolsa es muy tentadora, sobre todo cuando se oyen casos de éxito de inversores que han logrado multiplicar por dos o por tres su inversión, pero ¿es seguro para un pequeño ahorrador privado?
-A lo largo de un ciclo alcista, que suele durar unos siete años, es normal multiplicar por dos o por tres la inversión inicial con una simple estrategia de comprar y mantener. Por otro lado, no hay que hacer mucho caso de historias de inversores que han logrado beneficios espectaculares en poco tiempo porque lo más probable es que esas ganancias hayan sido obtenidas con tácticas muy arriesgadas que más tarde pueden causar grandes pérdidas. Lo importante es la consistencia de los resultados. La Bolsa puede ser arriesgada o segura según el enfoque adoptado. La tendencia natural es a invertir en los momentos álgidos de un ciclo alcista, cuando hay mayor optimismo. Es un comportamiento muy lógico pero muy peligroso. El problema es que la Bolsa actúa como un imán cuando las acciones están más caras y, por tanto, es más arriesgada.
La Bolsa también actúa como un termómetro de la situación económica. Cuando hay mucho optimismo y el termómetro está muy alto, habría que interpretarlo como un síntoma de fiebre, de manera que el inversor debería quedarse en casa (si él también está contagiado de ese optimismo febril). Al contrario, cuando hay mucho pesimismo y el termómetro está bajo, el inversor debería animarse a salir de casa para ir a comprar acciones. Lo ideal para un pequeño ahorrador es invertir en acciones de forma regular, por ejemplo cierta cantidad cada año. De esta manera, evitará concentrar sus recursos en los momentos en que se es más proclive hacerlo, o sea en los momentos de euforia. En cambio, invertirá en las crisis que, aunque parezcan ser los peores momentos para invertir, en realidad son los mejores desde una perspectiva de largo plazo.
No hay que olvidar que las acciones, además de ser un activo financiero, son un activo real, es decir, representan un derecho de propiedad. Cuando compramos acciones de una empresa, estamos comprando una parte de los activos de la misma. Lo relevante es que somos propietarios de la parte que nos corresponde de sus beneficios. Si tenemos el 0,01% de las acciones de la empresa, somos propietarios del 0,01% de los beneficios de la misma. En general, podemos decir que las acciones son volátiles pero son activos seguros porque representan un derecho de propiedad sobre algo tangible.
-En su libro, habla de que hay varias estrategias, en función del perfil del ahorrador, ¿cuáles serían sus recomendaciones para alguien con un perfil de riesgo bajo/moderado?
-Para un inversor conservador recomiendo comprar acciones que estén baratas desde el punto de vista de la relación precio-beneficio, más conocida con las siglas PER, del inglés Price Earnings Ratio. Esta relación se obtiene de dividir la cotización actual del título por el beneficio por acción. Cuanto menor es, menos se está pagando por el derecho a participar en los beneficios de una empresa. Propongo aplicar un filtro a los valores seleccionados porque algunas empresas con bajo PER pueden tener problemas de solvencia. Por tanto, se trata de elegir, entre las empresas con menor PER, aquellas que sean solventes. De esta manera, el inversor se asegura tener una cartera de acciones a buen precio, sin que ese buen precio sea un síntoma de problemas de solvencia. Propongo, además, descartar las empresas que tienen un nivel de solvencia demasiado alto, ya que el hecho de que una empresa no se endeude para invertir puede ser un síntoma de que ésta no es capaz de obtener una rentabilidad superior a la del tipo de interés. Esta es la estrategia que denomino “Contrapunto”.
El inversor conservador debería limitarse a basarse en información conocida. También debe hacer caso omiso de los rumores del mercado. Todas las estrategias de Invertir Low Cost tienen en cuenta únicamente información de libre acceso, y a pesar de ello baten ampliamente la referencia del mercado. Puesto que los beneficios se obtienen en el futuro, tendemos a pensar que hay que comprar activos “con futuro”. En la práctica, lo que da resultado es comprar acciones de empresas que sencillamente están rindiendo bien en el presente.
Un inversor conservador debe hacer más caso de los balances de las empresas que de las oscilaciones de la Bolsa, es decir, más caso del valor objetivo de las acciones que del valor que le otorgan otros inversores. La Bolsa es lo que los demás dicen que valen las acciones. Estar demasiado pendiente del mercado es como estar demasiado preocupado de lo que los demás dicen sobre uno.
-¿Qué no se debe hacer nunca en estos casos y qué se consideran inversiones relativamente seguras? ¿Cuántos años hay que esperar para que estas inversiones den una rentabilidad aceptable?
-Lo que no debe hacer nunca un inversor conservador es colocar la totalidad de sus ahorros de golpe, porque lo más probable es que lo haga en el momento álgido del ciclo. Pero hay un peligro mayor: venderlo todo en el punto más bajo del ciclo pensando que las cosas irán a peor. Para evitar ir siempre con el paso cambiado, lo mejor es invertir de manera regular.
Ocurre con mucha frecuencia que lo que se vende como “seguro” es más arriesgado que invertir en acciones. En España, por ejemplo, ha habido varios casos: empresas que comercializaban sellos como activos seguros pero que vendían los mismos sellos a diferentes clientes; bancos que no podían obtener recursos de inversores institucionales debido a su mala situación financiera y entonces colocaban acciones preferentes entre sus propios clientes, a quienes les aseguraban que estaban libres de riesgo... Así que un inversor conservador debe desconfiar, precisamente, de los productos que le intentan vender con la etiqueta de la seguridad.
El inversor conservador debe aprender a diferenciar la volatilidad del riesgo. Hay activos que tienen un valor constante y que un buen día no valen nada. Otros, como las acciones, varían de valor cada día pero suelen pagar dividendos cada año y tienden a revalorizarse a largo plazo.
Quien tiene la suerte de empezar a invertir en un ciclo alcista, podrá cosechar los frutos en pocos años, pues la Bolsa puede subir un 20% anual en esta etapa. Los ciclos bajistas de la Bolsa pueden durar unos tres años. Quienes tengan la mala suerte de empezar al principio de uno de esos ciclos tendrán que tener más paciencia pero, en contrapartida, a veces comprarán acciones más baratas que quienes empiecen al principio de un ciclo alcista.
-En el caso de ahorradores que busquen una rentabilidad más alta y, por tanto, estén dispuestos a asumir más riesgo, ¿qué deben tener en cuenta? En estos casos, ¿es necesario hacer un seguimiento diario de la evolución de la Bolsa?
-A veces podemos vernos tentados a arriesgar mucho para obtener alguna ganancia significativa. Es la posición del que piensa que tiene poco que perder y mucho que ganar. Pero asumir un riesgo muy alto significa que la probabilidad de perder es muy superior a la de ganar. De modo que uno no se hace un favor a sí mismo situándose en un juego donde lo más probable es que vaya a perder. Cuando uno tiene recursos escasos, cree que se juega poco. En realidad, se juega todo lo que tiene.
Cualquier estilo de inversión, tanto si es conservador como si es arriesgado, puede dar buenos o malos resultados, según cómo se canalice. Un inversor arriesgado puede tender a comprar las acciones de las empresas que más están subiendo en Bolsa. Es una estrategia que no es rentable. En cambio, si compra acciones que están baratas, o bien que están entre las que obtienen mayor rentabilidad sobre el capital que emplean, y que al mismo tiempo están subiendo en Bolsa, entonces sí puede obtener resultados muy interesantes. Son las estrategias que llamo “Valor Al Alza” y “Doble Consenso”.
Las dos cosas que un inversor con mayor disposición al riesgo no debería hacer son: especular y hacer trading. Especular significa tomar decisiones de inversión en base a expectativas, por muy razonables y de probable ocurrencia que estas parezcan. Durante la burbuja tecnológica de principios de siglo, muchos inversores perdieron mucho dinero porque compraban acciones de empresas con pérdidas de las que se esperaba un prometedor futuro.
El trading consiste en comprar y vender acciones con mucha frecuencia, con el objetivo de realizar numerosas operaciones con pequeñas ganancias, con el resultado global de ganancias muy elevadas. Paradójicamente, el trading se presenta como la alternativa segura a la inversión en Bolsa gracias a las stop loss, que son órdenes que se cursan para que las acciones se vendan automáticamente si caen a un precio determinado, de manera que las pérdidas quedan limitadas. Sin embargo, numerosos estudios indican que la gran mayoría de traders obtiene resultados bastante peores que los de una simple estrategia de comprar y mantener.
Se puede hacer un seguimiento diario de la Bolsa para ver si tu estrategia está evolucionando mejor o peor que el mercado. Aparte de eso, no lo veo necesario. Las estrategias que propongo implican actualizar las carteras una vez al trimestre, de modo que uno no se tenga que preocupar de las fluctuaciones de la Bolsa.
-En general, ¿cuáles son los errores más habituales que se cometen al invertir en Bolsa y cuáles son sus consecuencias?
-A veces, la prudencia puede jugarnos una mala pasada. Por ejemplo, un inversor empieza invirtiendo una pequeña cantidad en Bolsa. Como al final del año le ha ido bien, invierte un poco más. El segundo año también ha sido bueno, así que se anima a invertir otro poco. Puede que siga haciendo lo mismo unos años más, hasta que se queda tan convencido que invierte la mayor parte de sus ahorros. Y entonces la Bolsa se desploma. La prudencia ha motivado a este inversor a esperar hasta estar seguro de que la Bolsa es una buena inversión antes de decidir a arriesgar el grueso de sus ahorros. Pero la Bolsa tiene sus ciclos. Tras unos años buenos siempre acaba por llegar uno muy malo.
Otro error muy frecuente es comprar acciones sin un criterio definido. Una cartera de acciones debe responder a un criterio de selección determinado. Lo contrario es invertir sin criterio, lo cual en la práctica equivale a hacerlo al azar. A lo sumo, obtendremos una rentabilidad similar a la del mercado, pero no podemos esperar batir al índice de esta forma.
-A la hora de invertir en Bolsas de otros países, ¿qué factores hay que tener en cuenta?
-Lo primero que habría que tener en cuenta es que el país tenga una inflación moderada. Los países con alta inflación acaban por devaluar sus monedas porque pierden competitividad internacional, de modo que los inversores que han comprado acciones de esos países experimentan una pérdida por el cambio de divisa. Lo ideal es que la inflación no supere el 3% anual. Tampoco es positivo que haya deflación, es decir, que los precios disminuyan.
Otro factor es que las acciones tengan precios razonables. La manera más sencilla de verlo es a través del PER. Una regla general que suele funcionar bien es que la suma del PER global de la Bolsa y la inflación sea inferior a 20.
Añadiría un factor que no hay que tener muy en cuenta: la situación económica del país. Lo importante es que en ese país haya empresas bien gestionadas.
-¿Qué recomendaciones daría para pequeños ahorradores en Latinoamérica? ¿Cuáles son las bolsas más seguras y qué tipo de compañías?
-Si la inflación de su país es elevada, como en Argentina, que viene a ser del 10% anual, invertiría en fondos de renta variable internacional, es decir, que invierten en acciones extranjeras. A las empresas les cuesta prosperar en un entorno de elevada inflación. Por otro lado, la moneda de un país inflacionista está condenada a depreciarse, lo cual significa que si tenemos activos denominados en una moneda más fuerte, ganaremos con la apreciación de ésta.
Con inflación elevada, no son recomendables en general los activos financieros, pues es difícil que estos generen una rentabilidad superior a la inflación, de modo que generan rentabilidades reales negativas. Esto significa que el ahorro pierde valor con el tiempo. Recomendaría invertir en mercados emergentes de la región, por afinidad cultural. Actualmente, México, Chile, Colombia y Perú tienen dicha consideración. Las monedas de los tres últimos se han mantenido estables frente al dólar, incluso se han apreciado desde 2005 en el caso de Perú y Colombia.
El concepto de Bolsa segura es relativo. Por ejemplo, a priori, la Bolsa de Alemania parece tan sólida como el país. Pero recientemente ha pasado por épocas peores que otras Bolsas supuestamente más volátiles. De enero de 2000 a diciembre de 2002, la Bolsa alemana generó una rentabilidad negativa de casi el 60%, incluso teniendo en cuenta los dividendos. No se ha observado un comportamiento tan negativo en las Bolsas latinoamericanas en los últimos años. En 2008, la Bolsa argentina cayó un 50% pero al año siguiente dobló de valor. Ese año, por cierto, las principales Bolsas del mundo cayeron entre un 30% y un 40%, mientras que los mercados de México, Chile, Colombia y Perú cayeron bastante menos, alrededor del 20%.
Sí puede decirse que la Bolsa más estable es la de Estados Unidos. Desde 1964, o sea en los últimos cincuenta años, sólo ha generado rentabilidad negativa en once años, el 22% del total. En la mayoría de las Bolsas, esta proporción es aproximadamente de la tercera parte.
No recomiendo un sector determinado sino empresas que cumplan unos criterios de selección, como los que he comentado antes. A veces se recomienda invertir en empresas con beneficios predecibles, ¿pero quién puede predecir los beneficios futuros? O en empresas que tienen un modelo de negocio sólido, que son líderes en su segmento, etc. Son conceptos demasiado vagos para tomar una decisión tan importante como invertir los ahorros. Pueden ser útiles a un inversor que conoce muy bien el mercado, pero no para la mayoría de inversores. A veces los negocios no son tan sólidos como parecen y en caso de que lo sean pueden estar sujetos a una entrada masiva de competidores. En resumen, creo que es importante invertir en base a datos contrastables y a información conocida, no en base a conceptos genéricos ni a expectativas.