Los despidos, la devaluación del peso cercana al 30% y el alza en tarifas de servicios impulsados por el presidente de centroderecha Mauricio Macri al asumir en diciembre ganaron elogios del mundo financiero, pero golpearon a los argentinos más pobres.
Buenos Aires. Envuelta en el entusiasmo del mundo financiero, Argentina regresó la semana pasada a los mercados internacionales para colocar bonos que tuvieron una espectacular demanda de US$68.600 millones. Pero a María Duarte, en los suburbios de Buenos Aires, poco le importa.
Con una pensión estatal de 4.900 pesos (US$350), la mujer debe dar de comer a sus nueve hijos en medio de una inflación que disparó los precios de los alimentos en Buenos Aires un 12,5% en lo que va del año.
Los despidos, la devaluación del peso cercana al 30% y el alza en tarifas de servicios impulsados por el presidente de centroderecha Mauricio Macri al asumir en diciembre ganaron elogios del mundo financiero, pero golpearon a los argentinos más pobres, la franja a la que pertenece Duarte.
Hoy muchos ponen en entredicho el eslogan "Pobreza Cero" con el que el Gobierno asumió el poder.
"No nos alcanza (el dinero). El gas me lo cortaron porque no tenía para pagarlo. Cuando no hay plata a veces decís '¿qué les doy de comer?' Y no tengo nada en la cena", dijo la mujer de 40 años con lágrimas en los ojos.
Duarte vive con su marido, sus hijos y su suegro en una modesta casa de dos habitaciones del barrio Roca 1, en donde, pese a estar en el país de la carne, ya no llegan cortes vacunos a la mesa porque el precio es prohibitivo para la familia. Ahora tienen que conformarse con arroz, sopa o fideos.
La caja de alimentos que habitualmente recibía del Gobierno nacional una vez al mes llega cada vez más esporádicamente. Y cuando la comida no alcanza, los adultos engañan el hambre tomando solo mate, la infusión típica del país.
En un intento por resolver el estancamiento de la economía y el grave déficit fiscal generados por la escasez de inversiones, Macri decidió devaluar la moneda local y ajustar la economía.
"Para salir de la pobreza necesitamos más trabajo y menos inflación", dijo Macri ante el Congreso el mes pasado, cuando culpó a la anterior gestión de Cristina Fernández de Kirchner por el alza de precios.
Aunque el presidente prometió que la inflación y el desempleo bajarán en el segundo semestre del año con el arribo de capitales extranjeros, la situación ya provocó un desplome en su popularidad.
La caída general del consumo por una inflación que podría superar el 30% anual generó un efecto dominó que redujo los empleos informales con los que solían sobrevivir los habitantes de menos recursos del Gran Buenos Aires.
Como consecuencia, el número de pobres -que ya había aumentado durante el fin de la gestión de centroizquierda de Fernández- subió a 32,6% en abril desde el 29% de fines del año pasado, según un estudio de la Universidad Católica Argentina.
Los cuantiosos subsidios que presionaban las finanzas, una generosa plantilla estatal, un peso mantenido artificialmente y promociones con tarjetas de crédito ayudaron a Fernández a impulsar el consumo y tener la pobreza a raya durante años.
"Yo corto pasto, electricidad, pintura. La comunidad me llamaba. Pero el último laburo (trabajo) lo hice en diciembre", relató Godofredo López, un desempleado de 61 años del barrio Mitre, 25 kilómetros al oeste de la capital argentina, que subsiste con el sueldo de empleada doméstica de su esposa y con las sobras que le regalan en panaderías y carnicerías.
Economía complicada. Macri heredó un país con algunos de los mejores indicadores sociales de América Latina. Pero la tercera economía de la región sufría desde hacía años una constante alza de precios por la necesidad del Estado de financiar el déficit emitiendo moneda.
"El aumento de la pobreza de los últimos meses se generó porque el anterior Gobierno aprobó muchas obras sin recursos y cuando se le acabó la plata paró dichas obras", dijo a Reuters el senador Federico Pinedo, líder del oficialismo en la Cámara Alta.
La ex presidenta Fernández ejercía una implacable regulación sobre algunos sectores clave de la economía -como el agropecuario- y mantuvo una larga disputa con bonistas por deuda impaga que ahuyentó a los inversores extranjeros.
Por eso Macri, que se muestra como la contracara del peronismo de Fernández, apostó a liberar los mercados y resolver la pugna judicial con los fondos conocidos como "holdouts" para atraer capitales y reactivar la economía.
Además, quitó los generosos subsidios que tenían algunos servicios públicos y redujo la plantilla de personal estatal.
Desde la asunción de Macri hubo al menos 10.000 despidos en el sector público y más de 40.000 en el privado, según cálculos oficiales, aunque algunos opositores destacan que el año podría cerrar con la pérdida de hasta 150.000 empleos.
"La apuesta del Gobierno es que todos estos factores sean solo temporarios", explicó el economista Leonardo Gasparini, de la Universidad Nacional de La Plata.
Según el experto en políticas distributivas, Macri pretende que la devaluación impulse el crecimiento, y que eso reduzca el déficit fiscal para controlar de ese modo la inflación.
"Si lo logra, el aumento de la pobreza será solo transitorio (...) Pero, naturalmente, es difícil saber cuál es la probabilidad de éxito", añadió.
Imagen en baja. Hijo de un poderoso empresario, Macri es considerado por muchos argentinos un rico que desconoce las vicisitudes de los pobres.
En busca de cambiar esa imagen, su equipo, tras idear el eslogan de "Pobreza Cero", ha extendido los amplios subsidios a los que menos tienen que había otorgado la ex presidenta Fernández y anunció un ambicioso programa de obras públicas que se pondría en marcha en la segunda mitad del año.
Pero como aún no hay resultados a la vista, la situación se está volviendo un lastre para su imagen.
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"Siete de 10 argentinos dicen que pueden comprar menos productos que el mes anterior con sus ingresos", dijo el director de la consultora política Isonomía, Pablo Knopoff. "El paso del tiempo va consumiendo la luna de miel (con el electorado) y las expectativas, y va pidiendo soluciones concretas".
La imagen positiva de Macri cayó en abril al 53,4% desde el 71,3% de diciembre, y su imagen negativa pasó al 42,7% desde el 26% previo, según una reciente encuesta de la consultora Rouvier & Asociados.
El malestar social se ha comenzado a reflejar recientemente en huelgas y manifestaciones masivas, y hasta la ex presidenta Fernández, que tiene muchos seguidores en las clases populares, volvió a la escena pública en abril para criticar al Gobierno por la mayor pobreza.
"Echan la culpa a Cristina y todos los que estaban haciendo cosas", recordó Duarte. "Pero yo estuve bien por lo menos. Tenía trabajo y me alcanzaba. Llegaba al mes, pagaba mis cuentas".