El secretario de Comercio bordea peligrosamente el ridículo al parafrasear a la legendaria presidenta de la Liga de Amas de Casa, Lita de Lazzari y decir que hay que "caminar" para encontrar precios bajos.
Buenos Aires. Al gobierno de Mauricio Macri le está pasando algo impensado, casi insólito: cuando todos esperaban la demostración de un ideario liberal, está despidiendo cierto perfume a kirchnerismo.
El Presidente habla de "avivadas" por parte de empresarios especuladores a los que hay que "caerles duro" para disciplinarlos porque son culpables de las subas de precios. Un ministro de agricultura opina que el asado está caro, con tono más de comentarista que de funcionario, y llama a hacer un boicot al consumo de carne.
La "gran medida" para combatir la inflación es una app en la que se publican miles de precios. El secretario de Comercio bordea peligrosamente el ridículo al parafrasear a la legendaria presidenta de la Liga de Amas de Casa, Lita de Lazzari y decir que hay que "caminar" para encontrar precios bajos.
En fin, la serie de reacciones que ha tenido el gobierno ante la constatación de que la inflación sería más difícil de domar que lo previsto –hoy suena a chiste de mal gusto la promesa de Alfonso Prat Gay sobre que los precios se retrotraerían a su nivel de noviembre– han dejado una sensación preocupante en la opinión pública.
Por un lado, aparecen señales sobre cierta impotencia del gobierno frente al tema inflacionario. Y, como si fuera poco, muchas de las reacciones hacen recordar a lo más cuestionado del kirchnerismo.
A fin de cuentas, las amenazas sobre "caerles duro a los empresarios avivados que abusan de su posición dominante" no difiere demasiado de frases que en su momento pronunciaron Cristina Kirchner, Axel Kicillof y Guillermo Moreno (ver pieza).
Y las respuestas de los empresarios han sido las mismas. "Los supermercados no son formadores de precios ni responsables de la inflación, por lo que comparar precios no va a resolver el problema de la suba en el costo de los alimentos", advirtió Fernando Aguirre, vocero de la Federación de Supermercados.
Era el mismo tipo de explicación que se planteaba en el período de Cristina Kirchner, con el ingrediente irónico de que ahora el secretario de Comercio es un ex ejecutivo de la cadena supermercadista. La Anónima.
Lo cierto es que, siguen llegando malas noticias: el 4% de inflación que dejó enero en la Ciudad de Buenos Aires contradice frontalmente las optimistas previsiones de los funcionarios sobre una inflación en desaceleración. Y todavía no empezó a sentirse plenamente el efecto de las subas de tarifas.
Y mientras las primeras planas de los diarios se llenan con llamados a boicot de consumidores y amenazas de controles de precios y sanciones, la pregunta asombrada que empieza a instalarse en círculos políticos y empresariales es: "Al final, ¿esto era el neoliberalismo argentino?".
Y es que los antecedentes de las principales figuras del macrismo, así como la formación académica de quienes integran sus equipos económicos hacían prever una respuesta algo más sofisticada y articulada al fenómeno –totalmente previsible– del rebrote inflacionario.
Por caso, el influyente Juan Carlos de Pablo, quien se mostró muy crítico con la forma en que el equipo de Prat Gay ha manejado el tema inflacionario.
"La persona que tiene a su cargo luchar contra la inflación tiene que tirarle a todas las causas juntas: al tipo de cambio, a la emisión descontrolada, el déficit, a las expectativas. Todo tiene consecuencia, pero hay que hacerse cargo. Lo que no hay que hacer es vender buzones como los precios online", afirmó De Pablo.
Una de las mayores críticas consiste en que el macrismo cuestiona los efectos del "sinceramiento" de precios que el propio gobierno fomentó.
"Afirmaban que el kirchnerismo había llenado de 'cepos' a la economía y que su tarea era eliminarlos para liberar las fuerzas productivas del país. Pero necesariamente, la liberación de estas fuerzas implica reconocer los verdaderos precios de las cosas y, naturalmente, luego de la caída en el stock ganadero de 10 millones de cabezas producida por los controles impuestos por el kirchnerismo, era obvio que los precios iban a tender a subir", argumenta Iván Carrino, docente en la Universidad de Belgrano .