Está de moda ahora criticar a Brasil por defectos específicos de sus políticas económicas. Todos reprenden al país por su rebuscado código tributario, por su abiertamente injusto sistema de pensiones o por su infraestructura atrasada.
Estas críticas, sin embargo, por merecidas que sean, son prueba de que hay mejorías. En el pasado, los observadores extranjeros no se molestaban en comentar los detalles. Descartaban al país en su totalidad con un comentario superficial.
Hoy en día el sistema financiero recibe su cuota de crítica, pero el tono es exigente más que mordaz o despectivo. Los críticos están impacientes y pidiéndole más al sistema. Y éste ha logrado tanto que las expectativas son altas: que facilite un crecimiento más rápido y financie un rango mayor de actividades. El sistema financiero brasileño también parece capaz de ampliar su llegada a estratos demográficos y geográficos que hasta ahora habían quedado afuera.
Los llamados a mejorar el desempeño podrían parecer demasiado exigentes, pero ahora el sistema es capaz de lograr mayores resultados porque su diseño es muy superior al que tenía hace unas pocas décadas.
Hace tres décadas el sistema financiero brasileño estaba dominado por bancos comerciales. Éstos captaban depósitos nacionales, pero también recibían grandes préstamos en moneda extranjera desde el exterior. Publicaban sus cuentas, pero la calidad de sus portafolios de crédito sólo la conocían los insiders. Había que ser hipersensible a los rumores sobre la morosidad encubierta porque, a la primera señal de una crisis, los bancos siempre acusaban el golpe. Incluso un tropiezo menor podía transformarse en algo serio, porque la vulnerabilidad de los bancos lo magnificaba.
Hoy los bancos son muy sólidos, y su rol se ha reducido. Los mercados de capitales han crecido sustancialmente y hoy reúnen y asignan más recursos. Los mercados de capitales, y los fondos mutuos y los fondos de pensión que invierten en bonos y acciones, son intrínsecamente más transparentes porque estos activos (bonos y acciones) se transan diariamente. Si una compañía que ha emitido bonos va a tener problemas para pagar, el precio de mercado de este bono caerá, y los observadores comprobarán la caída. Ya no hay necesidad de confiar en rumores que alguien captó de pasada.
Desde 2006 el ratio total entre activos financieros y PIB brasileño ha estado en torno a 300%, menos que Chile pero más que el resto de los países de la región. Esta cifra agregada esconde, sin embargo, una lucha entre los bancos y los fondos mutuos para captar depósitos. Los activos bancarios siguen creciendo, por ejemplo, en 21,5% entre fines de 2009 y fines de 2010, pero los fondos mutuos también crecieron a un ritmo similar, aumentando sus activos en 18,3% en 11 meses, a febrero de 2011. Los fondos de pensión, en cambio, traquetearon a un 6% durante el primer semestre de 2010.
Pero la gran noticia es, por supuesto, el éxito de Brasil en lanzar nuevas emisiones de acciones comunes. En 2010 el valor de estos títulos aumentó en 65% en comparación con 2009, y nuevas emisiones han seguido colocándose en 2011. Entre enero y abril hubo siete, por un valor de US$ 2.396 millones.
No es un récord, pero sí una cifra consistente con el patrón de 2010, pues en el primer cuatrimestre de este año también hubo siete colocaciones, con un total de diez en todo el año. Pero lo que resulta impresionante es el apetito brasileño por nuevas acciones. Por valor, las emisiones brasileñas de 2011 superan a las de Argentina, Chile, Colombia, México y Perú durante todo 2010. Así que Brasil es el líder indiscutido de las IPO, el instrumento crucial para financiar nuevos negocios.
Durante el mismo lapso de tiempo, entre los meses de marzo de 2010 y febrero de 2011, los activos de las empresas brasileñas de capital de riesgo y prívate equity crecieron en un 64%. Estos fondos podrán cosechar utilidades cuando las empresas que han financiado lancen sus IPO en la bolsa brasileña. No es de extrañar, por tanto, que los críticos tengan muchas expectativas en el sistema financiero brasileño. Hasta el momento ha hecho la tarea más difícil. Y la ha hecho bien.