En un discurso el pasado sábado ante la Asamblea cubana, el presidente Castro se declaró insatisfecho, aunque no desanimado, por el comportamiento económico del país en el primer semestre del año, que solo ha crecido un discreto 0,6%.
Las reformas impulsadas en Cuba por el presidente Raúl Castro no acaban de traducirse en una mejora sustancial de la maltrecha economía nacional, que atraviesa un momento de “desaceleración” según reconoce el propio gobierno.
En un discurso el pasado sábado ante la Asamblea cubana, el presidente Castro se declaró insatisfecho, aunque no desanimado, por el comportamiento económico del país en el primer semestre del año, que solo ha crecido un discreto 0,6%.
Se trata de una desaceleración motivada por factores internos como incumplimientos en las exportaciones, condiciones climatológicas adversas e insuficiencias de gestión, unido a condicionantes externos como la crisis internacional o el bloqueo de EE.UU. a la isla.
La situación ha obligado al gobierno cubano a disminuir sus previsiones de crecimiento para 2014 hasta situarlas en 1,4% frente al 2,2% que se estimó inicialmente, pero incluso para lograr ese objetivo Raúl Castro advierte que será necesaria mayor eficiencia y trabajar más y mejor.
La receta del octogenario mandatario cubano es “firmeza y optimismo” para recuperar ritmos de avance que permitan asegurar “el desarrollo socialista sobre bases sostenibles e irreversibles” .
El carácter gradual de las reformas cubanas es uno de los “mantras” del general Castro, que no quiere improvisación ni precipitaciones ni terapias de choque en su plan de “actualización” económica.
El jefe de Estado aclaró este fin de semana que esa “gradualidad” -que a muchos dentro y fuera de Cuba les parece excesiva- ni es un capricho ni debe entenderse como un retraso en los cambios que necesita el país, sino que constituye una “necesidad” para no caer en errores que desvirtúen el proceso de reformas.
Esas reformas están cerca de su “fase más compleja” con proyectos como la unificación monetaria y cambiaria, un asunto que preocupa mucho a los cubanos por cómo afectará los precios y a sus exiguos salarios, que no llegan a los US$20 mensuales como media.
Sin que esta medida sea la “solución mágica” para superar las dificultades económicas y sin que se sepa aún cuándo se aplicará plenamente, Raúl Castro quiso el sábado lanzar un mensaje tranquilizador al recalcar que se garantizarán los depósitos bancarios y el efectivo de las personas naturales y jurídicas naturales y extranjeras.
Todavía en fase de preparación, la unificación monetaria no conllevará incrementos en los precios para la población: “los precios minoristas se mantendrán como hasta el presente, no se afectarán (...) La capacidad de compra no se verá afectada” , aseguró en recientes sesiones parlamentarias Marino Murillo, vicepresidente del Gobierno y responsable de la implantación del plan de reformas.
Pero la unificación de la moneda tampoco supondrá un aumento en los salarios: habrá que esperar a que aumente la productividad y a que la economía real genere mayor riqueza, insistió Murillo.
El Gobierno de Cuba tiene muchas esperanzas puestas en los resultados de su nueva legislación para atraer inversión extranjera, vista en otras épocas como una amenaza y convertida ahora en una necesidad para la isla comunista.
Y es que Cuba necesita una inyección de entre US$2 mil y US$2.500 millones anuales (cantidad similar a la que gasta la isla en importar alimentos, muchos de ellos básicos) para hacer sostenible su modelo y sus reformas, según admite el ejecutivo de Raúl Castro.
De acuerdo a estimaciones oficiales, para acelerar el crecimiento económico, Cuba debe alcanzar un aumento del Producto Interior Bruto (PIB) entre el 5% y 7% como mínimo, lo que demanda tasas de inversión anual en torno al 20% y eso requiere de una financiación foránea con la que hoy el país no cuenta.
Otras reformas cubanas siguen su proceso de implantación como el caso del trabajo privado o “cuentapropismo”, en tendencia creciente con 467 mil cubanos que ejercen una actividad que sigue limitada a un reducido cupo de profesiones, la mayoría en el sector servicios.
Las cooperativas no agrarias, un nuevo modelo de gestión en la isla en los últimos tiempos, siguen en fase de experimentación (otra de las estrategias del plan reformista de Raúl Castro) y se han constituido 249, la mitad de las autorizadas.
El proceso para el desarrollo de esas entidades tampoco está exento de problemas como la resistencia de entidades estatales a venderles suministros, el exceso de contratación de personal o violaciones en procedimientos de control e “indisciplinas” , según el vicepresidente Murillo.
Y uno de los cuellos de botella para la economía cubana se encuentra en el campo, donde las medidas “actualizadoras” tampoco terminan de dar resultados en el sector agrario.
Para dinamizarlo, el gobierno anunció esta semana un plan que prevé la eliminación de más de 6.400 cargos de la administración agraria, la desaparición de la Unidad Nacional de Acopio y la flexibilización de las funciones de las cooperativas, que agrupan al 66% de los trabajadores del sector.