Debido a la Posición Común adoptada en 1996, Cuba es el único país de América Latina y el Caribe sin acuerdo contractual con la Unión Europea, realidad que podría cambiar en un futuro no muy lejano.
La apertura de la Zona Franca en el puerto habanero de Mariel, la reciente promulgación de la Nueva Ley para la Inversión Extranjera en Cuba y la reunión en La Habana de los cancilleres de Cuba, Bruno Rodríguez, y de Francia, Laurent Fabius, constituyen evidentes pasos hacia la configuración de un nuevo escenario para las relaciones del gobierno cubano con Europa.
La Zona Franca de Mariel, ubicada en una de las bahías de mayor calado del norte de la isla y a sólo 45 kilómetros del puerto de La Habana, que se reservará exclusivamente para los cruceros turísticos, incluirá 45,8 kilómetros cuadrados de instalaciones de alta tecnología para productos agroindustriales, biotecnológicos e informáticos, destinados al mercado cubano y la reexportación; una autopista y una vía férrea entre esa zona y otras regiones del país, y el megapuerto, en el cual podrán atracar los grandes buques Postpanamax –capaces de transportar más de 12,000 contenedores– y que podrá absorber el tráfico de mercancías que durante cinco siglos concentró La Habana.
Ni expropiaciones ni nacionalizaciones
La Nueva Ley de Inversión Extranjera, entre otras medidas favorables para la presencia de capital extranjero en Cuba, resuelve el gran problema que impedía una mayor afluencia de inversionistas a la isla: la promesa de que las propiedades de los inversionistas no serán nacionalizadas ni expropiadas, y la resolución de cualquier diferencia o problema entre las partes a través de los tribunales internacionales reconocidos para estos conflictos.
La llegada del canciller francés Fabius a la isla ocurre en ese contexto y en la víspera de un consenso político y de cooperación entre Cuba y la Unión Europea, desde que en marzo La Habana aceptara la propuesta de diálogo lanzada a principios de febrero por Europa. Ello abrió una puerta a la normalización de las relaciones entre el bloque comunitario y la isla, estancadas en la última década tras la adopción en 1999 de la llamada "Posición común", que condicionaba esas relaciones a la promoción de la democracia y al respeto de los derechos humanos por parte del gobierno cubano.
Estados Unidos, ¿próximo principal inversionista?
Sin precisar cómo lo hará, la ley de inversiones extranjeras promete proteger a los inversionistas contra las sanciones establecidas en las leyes de extraterritorialidad, impuestas por Washington desde los años 1992 y 1996. Venezuela, China, Canadá, España y Brasil siguen siendo los principales socios comerciales, pero si se levanta el embargo económico norteamericano contra Cuba, Estados Unidos podría convertirse fácilmente en el principal inversionista de la isla por su cercanía geográfica y la intensidad de los lazos bilaterales.
España aglutina hoy el 45% de las inversiones extranjeras en la isla –seguida de Canadá e Italia con el 10% respectivamente– y durante 2013 realizó 38.751 operaciones comerciales con Cuba por algo menos de 800 millones de euros. Entretanto, Cuba importó de Europa en los últimos cinco años bienes y servicios por un promedio de 2.600 millones de dólares y exportó a ese bloque mercaderías por alrededor de 800 millones anualmente. Numerosos empresarios, básicamente de los sectores turismo, agricultura, transporte y comunicaciones de España, Italia, Francia, Grecia, Países Bajos, Suecia y Alemania han manifestado ya su interés por las posibilidades que ofrece la nueva ley cubana.
Cuba necesita 3.000 o 4.000 millones de dólares anuales para sostener su sistema económico de corte socialista y busca alternativas ante el posible fin del subsidio venezolano, de más de 13.000 millones de dólares al año. Es, en simples palabras, la hora de Europa.