La moneda de una de las economías más estables de América Latina podría recuperar entre un 3% y 4% en la segunda mitad de este año y operar en niveles de entre 625 a 635 unidades por dólar desde las poco más de 650 que registró hace una semana.
La caída del peso chileno tocó un piso tras alcanzar mínimos de seis años y medio, debido a la disipación de turbulencias externas, aunque el camino hacia una leve apreciación en los próximos meses sería acotado en medio de una esperada alza de tasas en Estados Unidos.
La moneda de una de las economías más estables de América Latina podría recuperar entre un 3% y 4% en la segunda mitad de este año y operar en niveles de entre 625 a 635 unidades por dólar desde las poco más de 650 que registró hace una semana.
"El peso tocó fondo en los niveles actuales, pero no vamos a tener grandes diferencias respecto a los valores actuales. Tengo la impresión que puede haber una corrección al alza en el peso, pero muy moderada respecto a los niveles actuales", dijo Benjamín Sierra, analista de Scotiabank.
Durante el 2015, la moneda acumula una caída del 5,89% frente a la divisa estadounidense, mientras que el año pasado se depreció un 13,1%.
Entre los principales factores que han presionado al peso está la desaceleración económica del país, que en los últimos meses se ha acentuado y ha obligado al Banco Central a mantener una política monetaria expansiva, pese a un repunte en la inflación.
La aversión al riesgo por la crisis en Grecia y el menor ritmo de crecimiento de China jugaron en contra de la moneda chilena, junto con la fortaleza que mostró en la primera mitad del año el dólar.
Pero estos factores de presión perderían fuerza en el segundo semestre, especialmente por el acuerdo alcanzado en Grecia y las medidas adoptadas en China tras el desplome bursátil en el principal consumidor global de materias primas.
"Niveles de 650-655 pesos por dólar (como ocurrió hace una semana) eran explicados por Grecia y China. Dado los actuales fundamentos económicos, el tipo de cambio debiera oscilar entre 620 y 630 unidades", estimó Luis Felipe Alarcón, economista de la correduría EuroAmerica.
Agregó que la depreciación acumulada en los últimos dos años es más que consistente con la desaceleración económica de Chile, por lo que cualquier nivel del tipo de cambio sobre las 630 unidades debe asociarse a temas internacionales.
Siguiente riesgo. El precio del cobre ha puesto una presión adicional a la moneda local este año, ya que los ingresos en dólares de la principal exportación del país han disminuido un 11%.
Sin embargo, especialistas estiman que el valor del metal ya tocó fondo y se esperaría un leve repunte en la segunda mitad del año apoyado en mejores cifras económicas en Europa, China y Japón, en medio del sostenido crecimiento de Estados Unidos.
"Ahora, el siguiente riesgo alcista es lo que podría hacer la Fed (Reserva Federal de Estados Unidos) cuando comience su proceso de normalización de tasas. Puede haber alguna aversión al riesgo", dijo Alarcón.
Para algunos analistas, incluso, parte del proceso de inicio de alzas de tasas en Estados Unidos ya fue absorbido por los precios financieros a nivel global.
Pero el diferencial de tasas de Estados Unidos con mercados emergentes, como Chile, debería reflejarse en una mayor depreciación de su moneda, especialmente si la economía chilena no repunta pese a la política monetaria expansiva del Banco Central, que dejaría estable su tasa clave hasta mediados del 2016.
"Dado que el panorama macroeconómico sigue deteriorándose en Chile y el período de normalización de las tasas de interés en Estados Unidos se avecina, es posible que veamos al peso chileno llegar a 660 a finales de año", dijo Diego Colman, analista de 4Cast.
Inflación, daño colateral. La depreciación que ha experimentado la moneda local frente al dólar se ha transformado en un factor de permanente vigilancia para el Banco Central, entidad que ha reconocido su constante efecto en la inflación acumulada en lo que va del año.
La depreciación más acentuada del peso en las últimas semanas junto con mayores índices de inflación han elevado las expectativas inflacionarias para lo más próximo.
Según una reciente encuesta del organismo rector, la inflación anual alcanzaría un 3,8% a fines de este año, bordeando el techo de lo tolerable por la entidad.
El debilitamiento del peso -que se mueve en un sistema de tipo de cambio flotante- ha encarecido las importaciones lideradas por los combustibles y de manera indirecta ha elevado los costos de producción y tarifas de los servicios básicos.
Ha aumentado también el costo de alimentos y por esa vía ha ejercido una mayor presión inflacionaria.
La inflación llegó al 0,5% en junio, mientras que en 12 meses se elevó a un 4,4%, por encima del rango de tolerancia de 2% a 4%.