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Dilma Rousseff defiende su política industrial frente a empresarios desencantados
Miércoles, Julio 30, 2014 - 17:39

En su papel de candidata, Rousseff participó en un encuentro organizado por la Confederación Nacional de la Industria.

Brasilia. La presidenta brasileña, Dilma Rousseff, que aspira a ser reelegida en octubre próximo, defendió hoy su política industrial frente a los empresarios desencantados que exigieron cambios y a quienes instó a "no caer en el pesimismo".

En su papel de candidata, Rousseff participó en un encuentro organizado por la Confederación Nacional de la Industria (CNI), que de forma separada también escuchó este miércoles a sus principales adversarios: el socialdemócrata Aécio Neves y el socialista Eduardo Campos.

En los últimos meses, la CNI alertó del deterioro de la economía brasileña, por lo cual redujo su proyección de crecimiento para 2014 al 1% y previó una contracción del 0,5% para la industria este año.

La presidenta-candidata insistió en que los "fundamentos" de la economía brasileña desmienten ese pesimismo y atribuyó los problemas actuales a la crisis internacional, la cual, sin embargo, aseguró que en Brasil ha causado un impacto mínimo.

Pese a las bajas tasas de crecimiento, que fueron del 2,7% en 2011, de sólo el 1% en 2012 y del 2,3% en 2013, Rousseff afirmó que la economía brasileña no ha dejado de expandirse y que además lo ha hecho con índices de desempleo "bajísimos", cercanos al 5%.

Puso énfasis en las reservas acumuladas por el país, que cifró en US$380.000 millones, y aseguró que el gobierno ha apalancado la actividad industrial mediante créditos estatales en condiciones mejores que las ofrecidas por el mercado privado.

La presidenta atribuyó a "campañas" que no identificó esa "ola de pesimismo", de la que pidió a los industriales que tomen distancia, pues el país se dirige hacia un "nuevo ciclo", que será, según sus palabras, de "competitividad productiva".

Rousseff citó, entre varios ejemplos, la reactivación de la industria naval, el fomento al sector de la construcción a través de planes de viviendas populares y las exenciones tributarias aprobadas en los últimos años para fortalecer a determinadas áreas, como la automotriz y la de línea blanca.

Admitió, no obstante, que con una crisis de la magnitud actual "la industria es uno de los sectores que más sufre", debido a que "la retracción de los mercados de las economías más avanzadas generó una fuerte capacidad ociosa y una lucha por la colocación de bienes de alto valor agregado".

Rousseff indicó que "se ven señales de recuperación en los países avanzados", pero reconoció que "aún no se percibe una recuperación del comercio internacional", frente a lo cual garantizó que, en caso de ser reelegida, mantendrá los incentivos a la industria.

En respuesta a las demandas de una reforma tributaria planteadas por los industriales, afirmó que será "una prioridad" en su eventual segundo mandato, aunque admitió que eso deberá pasar por el cribo del Congreso nacional, en el que existen serias resistencias.

También reiteró su apoyo a una reforma política que permita modernizar el Estado y recordó que el año pasado propuso con ese fin la celebración de un referendo, que no pudo ser convocado porque lo impedían preceptos constitucionales.

Asimismo, coincidió en que debe ser reducida la burocracia y que es necesario "acelerar" la inversión en infraestructura, que no pasa del 2,5% del producto interno bruto (PIB).

Rousseff eludió las críticas que los empresarios hicieron a la rigidez del Mercosur, que le impide al país avanzar en negociaciones comerciales individuales con otras naciones o bloques, pero admitió que Brasil debe "reforzar su inserción en el mercado internacional".

Aunque no aclaró en qué forma, aseguró que habrá "acuerdos con bloques económicos sin prejuicios" y se buscará "más inserción en mercados tradicionales, como la Unión Europea, Estados Unidos, América Latina" y los países del BRICS, que forman Brasil, Rusia, India, China y Sudáfrica.

Rousseff lidera las encuestas de cara a las elecciones de octubre con un respaldo del 40%, frente al 22% del socialdemócrata Aécio Neves y el 10% que se le atribuye al socialista Eduardo Campos.

Esos resultados llevarían las elecciones de octubre a una segunda vuelta, en la que sería reelegida con una votación cercana al 40%, contra el 35% que lograría Neves.

Autores

EFE