Y es que no solo el PIB, sino que toda una serie de indicadores intermedios, están mostrando un progresivo enfriamiento de la segunda economía mundial.
Pekín. El plenario del Partido Comunista de China puso el broche final a su sesión anual, en la que entre otros temas ha tratado la marcha de la economía, que experimenta una gradual reducción aunque se mantiene en un nivel bastante saludable.
Aunque el escueto comunicado final no trata la evolución económica (como es habitual, solo se cita el elemento más destacado de la discusión), la evolución de la economía, clave para aumentar el nivel de vida de la población y mantener la paz social, fue uno de los elementos tratados, según indicaron varios analistas.
Y es que no solo el PIB, sino que toda una serie de indicadores intermedios (como la producción industrial, los precios manufactureros, la inversión inmobiliaria o el elevado número de viviendas nuevas sin vender) están mostrando un progresivo enfriamiento de la segunda economía mundial.
Sin embargo, con un Producto Interior Bruto (PIB) que creció a un ritmo anual del 7,3% en el tercer trimestre del año (cifras del pasado martes), China puede seguir siendo la envidia de casi todo el mundo, incluso si no logra el objetivo de crecer "en el entorno del 7,5%" en el conjunto de este año.
Oficialmente, las autoridades de Pekín mantienen el optimismo, ya que aseguran que en los primeros nueve meses del año el crecimiento económico (7,4%) se mueve básicamente en sus cifras, incluso si se trata del incremento más bajo en algo más de cinco años.
Además, el Gobierno chino pide que se atienda a la "calidad" del crecimiento, que en los últimos años intenta reenfocar desde la pura producción industrial, muchas veces muy barata, a una de mayor valor añadido, con más protagonismo a la investigación y el desarrollo (de la "fábrica del mundo" al "laboratorio del mundo").
"Estamos en una fase crítica", ya que se busca convertir la economía "de una grande a una fuerte", resumió este miércoles el viceprimer ministro, Zhang Gaoli, ante la reunión de ministros de Finanzas de la región Asia-Pacífico, a los que reiteró el compromiso del Gobierno de continuar con las reformas, incluyendo del poderoso sector industrial estatal.
Además de que, en términos absolutos, el nivel de crecimiento es muy saludable, la inflación se mantiene en niveles muy reducidos (el 1,6% interanual en octubre, su nivel más bajo en más de cuatro años).
Este bajo nivel de inflación deja un amplio margen al Ejecutivo chino para lanzar medidas de estímulo si lo considera necesario, aunque por ahora en los últimos meses ha optado por decisiones puntuales de alcance limitado (inyectar liquidez de forma temporal en los principales bancos o flexibilizar los requisitos para algunas hipotecas a fin de promover la venta de viviendas).
En conjunto, el Gobierno se mantiene relativamente cómodo y "no se prevén estímulos importantes", según señala a Efe Shi Han, un economista del Centro Carnegie de Pekín, quien considera que existe bastante margen antes de que el Ejecutivo pueda verse urgido a recurrir a adoptar importantes medidas de reactivación.
Sin embargo, con la economía internacional gripada, las cifras del menor crecimiento chino (con lo que ello implica de menores importaciones de materias primas para su descomunal industria) están cayendo como una losa en algunos de sus principales suministradores, sobre todo de materias primas.
Y además, aunque rehuya el sobrecalentamiento, China necesita mantener un elevado nivel de crecimiento para continuar generando empleo y seguir sacando de la pobreza a su ingente volumen población, especialmente en las zonas menos desarrolladas del país (centro y oeste).