El Producto Interno Bruto (PIB) se expandió a una tasa anual de 1,4%, dijo el jueves el Departamento de Comercio en su tercera estimación del PIB.
El crecimiento de Estados Unidos en el segundo trimestre fue menos débil de lo que se esperaba, dado que las exportaciones tuvieron mayor impulso que las importaciones y las empresas aumentaron sus inversiones, todas señales alentadoras para el panorama económico del país.
El Producto Interno Bruto (PIB) se expandió a una tasa anual de 1,4%, dijo el jueves el Departamento de Comercio en su tercera estimación del PIB. La cifra se ubicó por encima del 1,1% reportado el mes pasado y superó levemente las expectativas de los analistas.
La revisión incorporó datos que mostraron que las empresas recortaron las inversiones en inmuebles y equipamiento menos de lo que el Gobierno había previsto.
El crecimiento general de la inversión empresaria fue de 1% anual, el primer avance desde el tercer trimestre del año pasado, lo que sugiere que lo peor del desplome de la inversión en el sector energético ya habría pasado. La caída ha preocupado a los funcionarios de la Fed porque una menor inversión podría dañar el crecimiento económico a largo plazo.
La economía estadounidense ha tenido problemas para recuperar impulso desde que la producción empezó a desacelerarse en los últimos seis meses del 2015. La tasa general de crecimiento del PIB en el segundo trimestre se mantuvo debajo de las tasas consideradas normales históricamente.
Al mismo tiempo, el gasto del consumidor -que representa más de dos tercios de la actividad económica del país- fue potente en el segundo trimestre, al subir a una tasa anual de 4,3%; mientras que el alza de las exportaciones superó a las importaciones con la suficiente fuerza como para alentar al PIB de mejor manera desde el tercer trimestre del 2014.
No obstante, las empresas siguieron reduciendo drásticamente sus inventarios, bajando existencias en US$50.200 millones y restando crecimiento al PIB, mientras que la construcción también se hundió. El dato del PIB tendría escaso impacto en el panorama de política monetaria a corto plazo.