De acuerdo a las estadísticas de la banca matriz, desde el 2004 que la administración central no registra un déficit fiscal (más gastos que ingresos).
La administración central prevé cerrar el año con un leve superávit fiscal de 0,50% del producto interno bruto (PIB), de acuerdo al último informe divulgado por el Banco Central del Paraguay (BCP).
La entidad señala que será el octavo año consecutivo en que el fisco registrará un saldo positivo al final del ejercicio, lo que es considerado de suma importancia para la economía en su conjunto.
De acuerdo a las estadísticas de la banca matriz, desde el 2004 que la administración central no registra un déficit fiscal (más gastos que ingresos). Ese año cerró con 1,59% de superávit, al siguiente ejercicio fue 0,77%, luego 0,51%, posteriormente 0,96% y en el 2008, año en que se registró el mayor saldo positivo, de 2,49%.
En 2009, el saldo positivo alcanzó 0,06%; mientras que el año pasado finalizó con 1,35% del PIB a pesar de la crisis económica.
Entre 2002-2003, el país entró en cesación selectiva de pago de deuda y fue el último año en que se registró la seguidilla de déficit que venía arrastrando.
En el actual ejercicio, la proyección es de un leve superávit, debido a la buena recaudación impositiva obtenida por el fisco, que ya superó su meta presupuestada de 12 billones de guaraníes (US$2.696 millones).
Estos resultados también le permitieron al Ministerio de Hacienda pagar ya casi la totalidad de la deuda pública, tanto interna como externa, que asciende a unos US$363 millones. Incluso, anunció que cuenta con los recursos para el pago de los vencimientos de la deuda pública externa correspondiente al mes de enero de 2012, por un monto de US$9,4 millones.
Para el próximo año, el panorama se complica debido al inflado presupuesto aprobado por el Congreso nacional, que tiene, según los datos preliminares, un desfinanciamiento de 2,7 billones de guaraníes (US$606,7 millones).
El FMI había alertado que la aprobación de este presupuesto general de la nación se traducirá en un retroceso y deterioro de la política fiscal, porque el déficit fiscal implica un debilitamiento de las finanzas públicas y una de las consecuencias de esta situación son las presiones inflacionarias que se generarán.